Capítulo 3

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El viento es suave y no puedo evitar cerrar los ojos al mirar por la ventana que queda justo al lado de mi pupitre. El timbre suena haciéndome reaccionar y ver cómo todos salen del salón para dirigirse al receso.

Ver a Ernesto dirigiéndose a la puerta me hace levantar de golpe y salir corriendo hacia donde él.
—Ernesto, para, por favor. —Poso mi mano sobre su hombro. —Necesito hablar contigo.

Este se voltea y me mira con rostro inexpresivo.
—¿Quieres recalcarme que odias que se metan en tu vida? —Lanza un suspiro. —Bien, porque estoy loco por escuchar cómo me regañan. —Un tono de sarcasmo se nota en sus palabras.

—La verdad... —Expulso un leve suspiro y los nervios se apoderan de mí. —Quiero disculparme contigo por lo sucedido hace unos días.

Él me mira incrédulo y lanza una carcajada burlona.
—No te preocupes. —Me dedica una sonrisa tierna. —Igual te disculparé.

Nos vemos interrumpidos por un chico que lo llama para reunirse con su otro grupo de amigos.
—Nos vemos a la hora de salir. —Dice en voz alta alejándose con su amigo. —¿Puedes? —Inquiere deteniéndose por un momento.

—Está bien, nos vemos a la hora de salir. —Le dedico una sonrisa.

Salgo del salón luego de que Ernesto se marche y me dirijo a la biblioteca. Siempre me desayunaba antes de salir de casa, por lo que no me daba hambre e iba a leer a la biblioteca.

Luego de largas clases y aburridos sermones de profesores a estudiantes que no le dedicaban tiempo a sus estudios, llegó la hora de salir. Levanté mi mochila y la coloqué en mi hombro, me dirigí a la puerta de salida, respirando el aire fresco del exterior.
—¡Amelia Stritch! —Escucho la voz de Ernesto a mis espaldas.

Me volteo con una leve sonrisa y lo miro con ternura. Él se detiene e igual sonríe. —Ernesto. —Susurro con la luz del sol iluminando mi rostro. —Desde hoy llámame Amy.

—Amy, quería saber si tú... —Hace una leve pausa y agacha la mirada. —Si tú querías salir conmigo esta noche, no sé, a divertirnos. —Sus mejillas se ruborizan.

No puedo evitar sonreír con ternura y mirarlo. —Claro que quiero salir contigo. —Coloco mi mano en su hombro y veo cómo la luz del sol ilumina su hermoso pelo castaño.

Él levanta la cabeza de golpe y me dedica una sonrisa.
—Entonces nos vemos esta noche, a las 6:30?

—Sí, nos vemos esta noche. —Sujeto bien mi mochila. —¿Pasas por mí?

—Claro, paso por ti. —Se va caminando por otra direccion. —Nos vemos.

Llego a casa entusiasmada y subo a mi habitación, una sonrisa se refleja en mi rostro y mi madre se da cuenta. Era la felicidad de hacer un nuevo amigo.

Entro a mi habitación y al primero que veo es a Jhon. Sus ojos verdes avellana ahora no tenían brillo, más bien se veían vacíos. Se levanta lentamente de la cama y me mira, acercándose con rapidez hacia mí.
—¿Quién te crees que eres? —Sujeta con fuerza mi cuello, haciendo que mi mochila se rebasle de mi hombro y caiga al piso.

—Jhon... —Digo en un susurro, intentando recuperar la respiración.

Este me mira fijamente y me suelta, seguido de esto golpea mi rostro con fuerza, haciéndome caer al piso, con el labio partido.
—Prometiste que sólo seríamos uno, Amelia. Yo prometí cuidarte y mira cómo me pagas. —Saca un cigarrillo y lo pone entre sus labios, toma la encendedora y pueden notarse sus dedos vendados al encenderla. —Nunca nos han descubierto, Amy. —Expulsa el humo y sonríe perversamente. —Y nunca nos descubrirán, a menos que te ligues con ese sujeto.

Carmesí [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora