Justin le dio a Rickie un par de tablones y un bote de pintura y le prometió que lo ayudaría a construir la cabaña sobre el árbol al día siguiente. Rickie había estado pidiendo aquella cabaña desde el día que Justin había llegado, hacía tres semanas. El niño estaba solo y sus padres se estaban divorciando, así que Justin había jugado unas cuantas veces con él y después había ido a presentarse a su madre, para que la mujer estuviera tranquila. Además, había conocido a la niñera, una cita en ciernes, y las cosas habían mejorado mucho.
En aquel momento no podía salir. Tenía que arreglarle la bicicleta a Barry y quería estar por allí cuando se levantara su nueva compañera de piso. Bajó el volumen de la música, en deferencia hacia la bella durmiente, aunque creía que la había oído moverse por la habitación.
Nerviosa. La manera de comportarse con él le había demostrado que estaba preparada para la acción. A pesar de la confusión del jet-lag, el moño, el traje y su postura erguida hablaban alto y claro sobre su personalidad. Era algo agresiva y muy seria.
Él no iba a mudarse. Había dejado su apartamento anterior, y necesitaba tener sitio para todo su equipo. Le gustaba vivir en el mismo lugar en el que trabajaba, y no podía permitirse el lujo de pagar un alquiler si quería ahorrar para el viaje de su hermana Penny.
Tendría que conseguir que ____ se sintiera cómoda viviendo con él para que olvidara esa idea de que él se marchara de la casa.
Ajustó las marchas de la bicicleta de Barry e hizo girar los pedales. Mucho mejor. Le gustaba trabajar con sus manos y arreglar máquinas. Aquello era algo que había aprendido de su padre, el almirante don limpio y ordenado, y le había compensado de alguna forma por todas las normas, las imposiciones y la tristeza mientras crecía.
Ojalá su padre no fuera tan duro con Penny como lo había sido con él. Penny lo negaba, pero era demasiado buena y dulce como para rebelarse.
Aquello le recordó a Justin que habían planeado que ella fuera a hacerle una visita a la casa de la playa aquel fin de semana. No era una buena idea, teniendo a la casera allí mismo. Tener a una invitada adolescente, aunque fuera tan lista y buena como Penny, iba a molestar a ____ Adams. Dejó la bicicleta y descolgó el teléfono para posponer la visita un par de semanas.
-¿Dígame? -su padre. Demonios. Odiaba hablar con aquel hombre, odiaba su tono de disgusto.
-Hola, señor.
-Justin, ¿qué tal?
-Muy bien, señor. ¿Está Penny?
-Sí, sí está -pausa. Silencio-. No has venido por casa en dos meses.
-He estado ocupado. He tenido mucho trabajo... -dejó que las palabras se desvanecieran.
-Le debes a tu madre presentarte en casa de vez en cuando.
Para la inspección. Zapatos brillantes, corbata bien anudada. Su padre era de la Marina hasta los huesos.
-Iré en una o dos semanas.
-¿El sábado día quince? Se lo diré.
-Eso depende... -empezó a decir, pero la última cosa que quería era tener otra discusión con su padre-. Muy bien. El quince.
El almirante se quedó silencioso al otro lado de la línea. Debía de tener algo más en la cabeza, o si no, ya habría ido a buscar a Penny. Aquellas conversaciones eran tan embarazosas para su padre como para él.
-¿Algún progreso, hijo? -le preguntó finalmente. Aquella era la forma en que el almirante Bieber le preguntaba si se había establecido, si había conseguido un trabajo, una mujer, si se había convertido en un hombre con responsabilidades, deudas, cargas.
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Un Extraño en Casa
General FictionEs muy peligroso encapricharse de tu compañero de casa... ____ Adams odiaba la playa, por eso cuando se vio obligada a mudarse a una casa junto al mar, pensó que las cosas no podían empeorar. Pero claro que podían. La casa no estaba vacía, en reali...