Como si lo hubiera notado, ____ abrió los ojos y se sentó de un respingo.
-Oh, Justin -dijo suavemente, y apartó el papel-. Me he dormido.
-Has trabajado demasiado.
Ella negó con la cabeza y sonrió perezosamente. Trabajaba tanto por ser eficiente y competente, que a él le molestó verla tan atontada
-Necesitas dormir -dijo él-. Incluso los genios de los negocios se acuestan todas las noches.
Él la acompañó hasta su cuarto y ella se dejó caer en la cama. Aquella cama era mucho más blandita y grande que la del cuarto de invitados. Justin sintió el impulso de tumbarse con ella y abrazar su pequeño y firme cuerpo contra él, y hacerle el amor.
«Tranquilo, Bieber», se dijo. A ella le daría un ataque ante la sugerencia. E, incluso si conseguía convencerla, _____ se convertiría en un nudo de ansiedad y sería incapaz de disfrutar ni un instante. Él tendría que apartarla de aquella lista de cosas que hacer. Quizá debiera ponerse a trabajar en la casa seriamente. Además, también quería despejar el camino para que Penny pudiera ir de visita.
Al día siguiente, ____ se despertó al oír la alarma y el sonido del blues. Justin estaba trabajando. Y además, temprano. Aquello era una buena noticia. Y ella había conseguido dormir ocho horas seguidas. Otra buena noticia. Le llegó el delicioso aroma del café desde la cocina. Mmm.
Se duchó y se vistió, y después se encontró a Justin en el salón, quitando el papel de las paredes subido a una escalera. Llevaba sólo unos pantalones cortos, y estaba silbando a B.B. King.
-Hola -le saludó ella.
-Hay salmón ahumado y bagels en la cocina. Y fruta. Espero que no te importe preparártelo tú misma. Trabajo, trabajo, trabajo -dijo Justin, y señaló la pared.
-Bien hecho -respondió ____, sonriente. Definitivamente, las cosas estaban mejorando.
Tres horas después, ____ colgó el teléfono después de hablar con otro de sus antiguos clientes. Había conseguido un «quizá». También había notado cansancio en la voz del hombre, como si quisiera decirle «cualquier cosa con tal de poder colgar el teléfono». De todas formas, aquello era una posibilidad.
Entre llamadas, había diseñado un folleto promocional con ofertas, incluyendo algunas frases que sus clientes le habían dicho de muy buen grado mientras ella sondeaba las posibles necesidades que tendrían en sus negocios en el futuro.
Se sentía un poco mejor.
Miró hacia arriba y vio a Justin estirándose para quitar un trozo de papel difícil, y tuvo que admirar sus músculos desde la punta de los dedos de la mano hasta los de los pies. Dios mío, era guapísimo. Ojalá llevara un mono de pintor, para no distraerla tanto.
Lucky estaba bajo la escalera, dormitando, rodeado de arena como si fuera la tiza en la escena de un crimen.
De repente, llamaron a la puerta. Justin se volvió al oír el sonido, y la sorprendió mirándolo. Sonrió.
Ella se levantó con la cara ardiendo y fue hacia la puerta.
Había dos niños y una chica rubia, de veintitantos años en el porche.
-¿Nos ayudas a hacer un castillo? -le dijo la chica a Justin, casi sin mirar a _____.
-¿Qué te parece, _____? -preguntó Justin, bajándose de la escalera-. No nos vendría mal un descanso, ¿verdad?
-Yo no puedo -dijo ella, y volvió a su escritorio-. Y tú tampoco. ¿No tienes que comprar la pintura y los azulejos que he elegido?
-Nos lo prometiste -le dijo uno de los niños a Justin.
ESTÁS LEYENDO
Un Extraño en Casa
General FictionEs muy peligroso encapricharse de tu compañero de casa... ____ Adams odiaba la playa, por eso cuando se vio obligada a mudarse a una casa junto al mar, pensó que las cosas no podían empeorar. Pero claro que podían. La casa no estaba vacía, en reali...