- D o c e -

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_____ se despertó a la mañana siguiente al oír el despertador, y también al olor de algo que le hacía la boca agua. Había conseguido dormir, a pesar del ruido que había hecho Justin, gracias a la almohada. Se incorporó, haciendo un esfuerzo.
Tenía que hacer unas cuantas llamadas antes de ir por los muebles. Y tenía, que asegurarse de que Justin supiera que el b...eso había sido un error. Se puso la bata y fue hacia el baño, pero se encontró con Justin en el camino. Él le acercó un plato lleno de fruta fresca y de magdalenas humeantes, que olían deliciosamente.
-El desayuno está servido -dijo con una ligera reverencia.
-No deberías haberte molestado. De verdad.
-Necesitas reponer fuerzas.
Había dormido menos que ella, incluso, pero estaba allí, con el pecho desnudo, y con un aspecto descansado y saludable.
-Ahora voy a la cocina -dijo ____, cerrándose la bata.
-Bonito camisón -dijo él con los ojos brillantes.
Ella se miró los volantes de poliéster.
-¿Simple e inocente? -le devolvió la broma.
-Para una abuela, quizá --dijo él, y le pasó un dedo por el volante del cuello alto-. A ti te veo envuelta en seda blanca.
A ella le ardieron las mejillas e hizo ademán de cerrar la puerta.
-De acuerdo, pero no te entretengas. Estas están mejor calentitas -y le pasó una magdalena por la nariz. Después salió hacia el pasillo, como si quisiera atraerla con la comida.
Por supuesto, funcionó. Ella fue al baño rápidamente; después se puso unos vaqueros y una camiseta y fue hacia la cocina. Esperaba que su metabolismo fuera capaz de asimilar un día o dos la comida de Justin.
Él había dispuesto un plato con piña, frambuesas, papaya y mango, además de las magdalenas, y la estaba esperando sentado a la mesa.
-Justin, de verdad, esto no era necesario...
-Come -dijo, y le acercó una magdalena a la boca. Ella tomó un bocado y no pudo evitar gemir, avergonzada de que el sonido fuera tan sensual.
-Mmm, es delicioso.
-El secreto está en la leche, tiene que ser muy cremosa -dijo él, mientras la observaba cariñosamente, con la barbilla apoyada en una mano.
-De verdad, no tienes por qué molestarte tanto -dijo ella. Siempre y cuando tuviera hambre, él podría salirse con la suya si cocinaba.
-No es más de lo que haría por Lucky.
-Bueno -¿cuándo había besado a un perro por última vez? Luchando contra el impulso de engullir más magdalenas, decidió que tenía que aclarar ciertas cosas-. Justin, acerca de lo que ocurrió ayer...
-No pasa nada. Lo entiendo. Mira lo que he hecho -se puso de pie y abrió la puerta de la cocina-. ¡Tachan! Tu nueva oficina.
Ella vio las pantallas viejas de la galería apiladas sobre el suelo lleno de arena.
-¿Mi oficina?
-Sí. Empecé anoche.
-Pero ahora no hay nada para impedir que entre la arena.
-Pondré el Plexiglás, sin problemas, y tendrás una oficina con una vista de un millón de dólares.
-Ya te dije que no podría permitirme ningún gasto extra -se sintió molesta. Pero aquello no le impidió tomar otra magdalena y devorar la mitad.
-Mis amigos me harán un descuento. Y respecto a mi trabajo... tú y yo podríamos hacer un intercambio -dijo, y volvió a sentarse a la mesa.
-¿Qué significa eso? ¿Qué tipo de intercambio?
-Es difícil de explicar. Prueba las frambuesas -pinchó unas cuantas con el tenedor y se las acercó a la boca-. Quizá necesite algunos consejos con respecto a mis negocios -ojalá sus ojos no fueran tan sinceros, tan abiertos, no estuvieran tan llenos de diversión.
-Ni siquiera tienes un negocio.
-Buena observación. Pero quizá algún día me entren ganas de conseguir un trabajo -dijo, y fingió que se estremecía de miedo.
-¿Qué hay de malo en tener un trabajo?
-Me quita mucho tiempo.
-Ah, claro. ¿Tú no vas a desayunar?
-Ya he desayunado. Termina de una vez, para que podamos ir a nadar.
-No, gracias -no iba a volver al mar con él de nuevo. Nadar y besar estaban empezando a mezclarse en su mente-. Además, se supone que uno no puede bañarse hasta tres cuartos de hora después de haber comido.
-Eso es una exageración. Además, estás tomando un desayuno ligero.
-Necesito empezar a trabajar. Y, hablando de todo un poco, ¿nos va a prestar tu amigo la furgoneta hoy por la mañana?
-Lo llamaré. Ven a nadar. Es tu primer día. El trabajo todavía estará ahí cuando hayas acabado el baño.
-Y el baño estará ahí cuando haya acabado de trabajar -las frambuesas eran tan dulces... Después tomó un poco de papaya y pensó que era lo mejor. Salvo por la magdalena.
-Vamos, ____. Vives en la playa. No es una casualidad que los filósofos se sirvan del mar para construir metáforas y enfrentarse a los problemas de la vida. El agua se llevará las dificultades, las olas te harán flotar, te transmitirán el ritmo diario de la marea.

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Un Extraño en CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora