- O n c e -

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-Has dicho que nunca te acostabas con compañeras de piso -dijo ella, intentando que su voz sonara indignada.

Justin se encogió de hombros. -Voy a mudarme, ¿no te acuerdas?...

-Esto es una mala idea. Mi vida está del revés, y yo necesito toda mi concentración...

-¿Toda tu concentración? Ella tragó saliva.

-Estoy muy ocupada -¿demasiado ocupada para los labios de Justin, para sus brazos, para pasar unas horas increíbles en su cama? Su lado salvaje estaba luchando por ganar como un niño que quería escapar del rincón del castigo.

-Eres taaan estricta... dijo él, sacudiendo la cabeza y con la risa en los ojos. Pero ella vio que aceptaba su decisión.

-Alguien tiene que serlo -dijo ella, retirándose hacia atrás para evitar tirarse a sus brazos.

-¿Te vas? Si no hemos terminado de nadar.

-Yo sí he terminado -respondió ____. Había terminado de nadar en aguas infestadas de lujuria-. Y necesito dormir algo.

-Podríamos hacer eso también.

-No, gracias -dijo ella mientras seguía andando hacia atrás-. El objetivo era relajarse. Y ya estoy relajada. Muy relajada -repitió, y antes de que él pudiera contradecirla, se dio la vuelta para llegar a la orilla.

„¿Relajada?', se preguntó tristemente ____, unos cuantos minutos después, tumbada en la cama. Se había quitado la arena y la sal en la ducha y se había metido corriendo en su habitación para evitar otro encuentro con Justin. Pero lo último que sentía era relajación. Todavía sentía sus labios, fuertes, cálidos y listos para lo que ella quisiera. Sentía un cosquilleo en la boca. Pensó en la mirada de Justin clavada en ella, observándola con una mezcla de curiosidad y aprecio mientras las olas se movían a su alrededor, con aquella sensación mágica de que se pertenecían el uno al otro. Demonios. Se estaba volviendo igual de débil que Natty.

Oyó que él entraba en casa, y después, silencio. Se volvió hacia un lado, intentando dormirse. Finalmente, parecía que estaba a punto de caer...

Bang... troc... clink... Justin estaba dando martillazos contra una puerta o una pared. Después pareció que arrancaba algo. ¿Qué? ¿Estaba trabajando a aquellas horas? ¿A mitad de la noche?

Podría levantarse y chillarle, pero ¿quién sabía cómo podrían acabar? En vez de hacerlo, se puso la almohada por encima de la cabeza. Al menos, estaba trabajando. Cuanto antes terminase de reformar la casa, antes se alejaría de ella.

Aquella mujer tenía algo, pensó Justin, intentando entender por qué la había besado, cuando todo en su cabeza le decía que era una mala idea. Estaba tan bien en el agua... Parecía más suave, más femenina, menos única. Desprendía una gracia y una sensualidad que ella, seguramente, ignoraba que tenía. Aquella sensación lo había tomado por sorpresa, y la había abrazado para sentir toda la energía contra su propia piel, probarla con la lengua.

Sin embargo, sabía que no podía acostarse con ella. ______ tenía razón con respecto a aquello. Si había alguna mujer que haría que el sexo se complicara, esa era _____. Quedarse en la casa de la playa iba a ahorrarle mucho dinero... y quizá le proporcionase diversión, como llevar a ____ a nadar aquella noche. Quizá podría enseñarle a navegar o a bucear. La ayudaría. Era casi una ayuda benéfica, se dijo, con algo de cinismo.

Ya sabía que una de las formas de ablandar su corazón era a través de la comida, así que tenía la intención de cocinar platos increíbles hasta que ella quisiera que se quedara, sólo por aquella razón por el momento, transformaría la galería en una oficina. Aquello satisfaría su adicción al trabajo y haría que lo presionase menos para que dejara la habitación.

Trabajó un rato más y tomó medidas para instalar unas pantallas de Plexiglás nuevas. Eran las tres de la madrugada cuando se fue a la cama. Tendría que levantarse a una hora decente al día siguiente para prepararle un buen desayuno y convencerla de que era el mejor compañero de piso que ella pudiera desear.

Un Extraño en CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora