- C i n c o -

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____ volvió a la realidad y se le encogió el estómago instantáneamente. El precioso piso que compartía con Natty en Londres se había desvanecido, y en su lugar había una casa destartalada en la playa, llena de material de deportes acuático y escombros de obra. Oyó el sonido de un rock and roll que venía desde el porche,- la risa de una mujer y la voz de Justin.

El pe...rro volvió a acercarse a su cara, gimió desesperadamente un levántate y juega conmigo» y, al ver que ____l no se movía, se dio la vuelta y se marchó en busca de cosas más interesantes.

Tenía arena por todas partes, en los ojos, en el pelo, en la piel. No era su imaginación exhausta. Cuando se incorporó, encontró arena por todas partes.

La luz débil le dio a entender que estaba atardeciendo. Atontada, y sin haber descansado lo más mínimo, miró el despertador. Lo había puesto en la mesilla de noche la tercera vez que Justin la había despertado haciendo ruido por la casa. Al ver el reloj, se dio cuenta de que sólo había dormido una hora.

Miró el agujero gigante que había en la pared que daba a la habitación donde dormiría Justin. A juzgar por el sonido exuberante de la risa de la mujer, era posible que Justin tuviera compañía aquella noche. A ____ le gustaría decirle que no, porque la última cosa que quería era escuchar gemidos eróticos y los golpes del cabecero de la cama en la pared, pero no estaba segura de querer sacar el tema del sexo bajo ningún concepto. Sólo tendría que aguantar a su invitada nocturna una noche, quizás dos , hasta que Justin se mudara.

____se sacudió a arena, saltó de la cama y se acercó al espejo que había sobre la cómoda para comprobar si su aspecto era tan malo como era de esperar. Sí. El pelo se le había soltado del moño, tenía el rimel corrido por las ojeras y las marcas de los granos de arena en la mejilla izquierda.

Sintió algo suave bajo los pies y al mirar encontró las medias de seda hechas un lío. Tenían agujeros y carreras por todas partes. Se había molestado en protegerlas de todo daño mientras caminaba por la arena de la playa sólo para que aquel monstruoso perro las tomara de la cómoda y las destrozara. Ni siquiera tuvo la energía suficiente como para enfurecerse con el animal. Al menos, tenía un segundo par en la maleta.

-¡Justin, no! -dijo la mujer, en un tono que quería dar a entender Justin, no pares». Tretas femeninas y flirteos tímidos. Tonterías. ____ no se andaba con jueguecitos. Si quería acostarse con un hombre, cosa que hacía de vez en cuando, se lo demostraba con un beso, o respondía favorablemente a sus caricias. O simplemente, lo sugería. ¿Por qué ponerse tonto con algo tan básico y humano?

Por supuesto, últimamente, con toda su atención puesta en Business Advantage, no había tenido mucho tiempo para el sexo. Por aquella razón, posiblemente, todavía tenía fija en la mente la visión del cuerpo de Justin. Una vez que su carrera profesional estuviera encauzada, se abriría a una relación. La oportunidad sería perfecta.

Por el momento, desharía las maletas y escribiría una lista de cosas personales que tenía que organizar. Tenía que hacer algún progreso antes de acostarse definitivamente por la noche, o nunca conseguiría pegar ojo.

Miró a su alrededor por la habitación llena de cachivaches. Tenía que pedirle a Justin que se llevara sus cosas antes de poder deshacer las maletas. Después tendrían una charla relativa al período de tiempo que le llevaría reformar la casa.

Para hacer todo aquello, tenía que adecentarse lo suficiente como para salir al salón. Se cepilló el pelo, se puso una camiseta y unos pantalones cortos y se lavó la cara. No quería parecer tan desaliñada como se sentía.

Se asomó por la esquina y vio a Justin y a su amiga, que llevaba un biquini minúsculo, bailando en el porche. El perro saltaba de vez en cuando como si quisiera participar también, pero para bailar con Justin, no con la mujer. Ella se reía con aquellas carcajadas exuberantes que significaban que estaba interesada, sexualmente hablando.

Un Extraño en CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora