Segundo capítulo

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No pudo dormir esa noche, se quedó más allá de las una de la madrugada escuchando la historia de la señora Kim siendo reproducida en su grabadora. Luego, cuando se convenció a sí mismo que debía ir a la cama, terminó pensando sobre todo lo escuchado.

La mujer se veía cuerda, hablaba con demasiada convicción y claridad para tener demencia senil, su abuela la tuvo y solía perder el hilo de la historia pasado un rato, pero Kim YongSun le habló por más de una hora a un ritmo constante e incluso entregaba detalles como fechas y nombres; en definitiva no estaba loca, y por ello le daba el beneficio de la duda.

Al día siguiente en la universidad le comentó sus suposiciones a YoonGi, argumentando de paso que la anciana no le contó nada fantasioso a parte de los asesinatos, pero nuevamente se ganó una carcajada ligera de su amigo.

—No te comentó nada de su ángel guardián ¿no es así?— JiMin negó confuso. —La señora Kim no se ganó su apodo sin razón, si hoy vas a verla, pregunta por una tal MoonByul.

Y ahí estaba ahora, sentado nuevamente en una silla acolchada al lado de la anciana. Hoy se había esforzado en entablar una mejor relación y luego de sus clases, pasó a la pastelería de su madre en busca de galletas para la señora Kim las cuales, gracias al cielo, lograron encantar a la mujer.

—Bien, has ganado un par de puntos con el contrabando de comida; supongo que sabrás que a mi edad no me dejan comer tanta azúcar, ¿no? Las enfermeras son simplemente unas amargadas— le regaló una sonrisa divertida que JiMin contestó con una llena de complicidad. —No recuerdo en qué quedamos ayer, mi mente está un poco oxidada.

—Me nombró algo sobre un ángel guardián, pero no logró decir mucho.

—Okay, ahora sabrás porqué hasta mis hijos creen que perdí la cabeza...

Ya habían pasado un par de años desde que trabajábamos en el bar y con el tiempo nos logramos "apoderar" de él. Nosotras controlamos todo lo ocurrido en Edén, los muchachos sólo pasaban a visitar cada ciertos meses para verificar si el asunto marchaba bien y dejar dinero, pero no influyeron en mucho, por ello no costó decidir sobre temas importantes en el futuro cuando realmente lo requerimos

Una mañana a eso de las seis, alguien llamó a la puerta de manera estruendosa, a tal punto de quebrantar nuestro ensueño y eso, amigo mío, no era algo sencillo; como el bar funcionaba en horario nocturno, solíamos dormir hasta pasado el mediodía. Con HwaSa nos miramos con recelo al encontrarnos en el pasillo luego de tan abrupto despertar, temimos vernos envueltas por primera vez en algún problema mayor. Saqué el revólver que escondía en mi mesa de noche y bajamos en silencio los escalones marmolados hacia la planta principal, con las manos sudando y sólo una ligera bata de seda que censuraba nuestros cuerpos en plenitud.

HwaSa miró por la mirilla de la entrada principal y rápidamente hizo un gesto con su mano para que me escondiera tras un pilar, apuntando con el arma hacia un destino inesperado. Mi amiga abrió la puerta y preguntó serena quién tenía el gusto de interrumpir en la madrugada, encontrándose con dos mujeres tan jóvenes como nosotras y de mismo origen. Nos aseguraron que no venían con malas intenciones y después de intercambiar miradas cómplices, las dejamos pasar.

Ciertamente no se veían malas personas, eran dos chicas extranjeras en un país muy grande y por lo que nos alcanzaron a contar en el elevador, sin saber una pizca de inglés. Se presentaron como MoonByul y WheeIn, ambas de rasgos finos, lindos modales y mucha energía para ser tan temprano, muy distintas a nosotras.

Esa mañana desayunamos todas en el comedor de mi apartamento, hace dos años que no comía a esas horas y se sentía extrañamente bien.

—¿Cómo supieron de este lugar? Estamos lejos del puerto así que supongo que nos buscaron por alguna razón en especial— comentó HwaSa mientras nos servía café, una segunda taza para nosotras.

Séptimo cielo "MoonSun"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora