»Epílogo

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Un año después.

—Ándale primita hermosa, no te cuesta nada —suplicó con ojos llorosos su pequeña prima Mérida de doce años—. No te llevará ni una hora, ¡por favor! Y te amaré más que ayer y menos que mañana. —Acercó sus manos al hombro de Lana para sacudirlo de un lado al otro, Lana empezaba a teclear muchas palabras mal escritas en su ensayo.

—¡Mérida, tengo que hacer mi ensayo de anatomía de psicología, es para una semana, por favor!. —Lana intentó quitar a la niña de su regazo, pero Mérida estaba aferrada a sus piernas.

—¡Por favor!.

—Ve con mi tía o con mi mamá para que te lleven, por Dios.

—Nuestras madres fueron a comer hamburguesas, nos van a traer una. ¡Tu manejas el coche de mi tía, por favor!. No te dejaré trabajar hasta que me lleves a conocer a mi escritor favorito —prometió mirándola fijamente.

Lana se acomodó los lentes y bufó, dando por entender que Mérida había ganada. La pequeña chilló de emoción y después de plantarle un sonoro beso a la mejilla de su prima se levantó. En seguida fue por su bolsa donde estaba su libro favorito, las llaves de la casa y del auto y se las entregó a su prima. Cuando Lana iba a cerrar su laptop, Mérida la tomó del codo y la jaló para levantarla de su lugar. La apresuró para salir de la casa y montarse al automóvil.

Lana encendió la radio y escucharon música. Mérida miraba hacia la calle, ignorando por completo la música, ansiosa por conocer a uno de sus escritores favoritos.

—¿Qué edad tienes? —preguntó Mérida.

—Dieciocho, casi diecinueve, ¿por qué?.

—Mi escritor tiene veinte años —dijo enamorada.

—¿Y por qué estás tan enamorada de él?.

—Porque es guapísimo, ¡dah! —respondió indignada, giró su cabeza y por la ventana pudo observar la librería donde aquel escritor daría su firma de autógrafos gracias al nuevo lanzamiento de su libro más reciente—. ¡Vamos, vamos, vamos! —gritó, desesperada.

—¡Mer, espérate!. Deja al menos que me estacione, por favor.

Lana estacionó una cuadra después ya que no encontraba estacionamiento. En el momento que apagó el motor del auto, Mérida se apresuró a bajarse y estaba muy ansiosa dando pequeños brincos arriba de la banqueta. Lana se bajó también y tomó la mano de su pequeña prima quien rezongaba porque según ella, ya estaba demasiado grande para que la tomarán de la mano al momento de cruzar la calle. Mérida estiraba a su prima para aumentar la velocidad de su paso, pero Lana iba con mucha tranquilidad.

Mérida entró soltando la mano de su prima para hacer fila que ya estaba un poco larga. Lana hizo una mueca cuando vio la fila, eso le iba a llevar más de media hora, se colocó detrás de su prima y colocó sus manos sobre sus hombros.

—¡Estoy emocionada! —exclamó gritando mientras miraba hacia arriba para mirar a su prima—. Te amo mucho por traerme aquí, y yo que me quería quedar en la casa.

—Ah, ahora resulta que solo me amas porque te cumplo tus caprichos, eso esta mal. Mira que dejé de hacer un proyecto de la universidad para estar aquí —se burló Lana—. Yo estaría igualmente emocionada si Ed fuera quien estuviera ahí, en vez de tu escritor.

—Ed Sheeran, sigues enamorada de él. No sé que le ves, esta bien feo. —Estornudó cerrando sus ojos para evitar el regaño de su prima.

Pero Mérida había insultado al amor de su vida.

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