Capítulo 2

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Corro lo mas rápido que puedo, mis piernas empiezan a fallarme pero no puedo, no debo parar. Siento como el viento empieza a secar las lágrimas que siguen escurriéndose sobre mis mejillas y escucho a mi corazón palpitante en mis oídos. A lo lejos también escucho a Nicolás gritar mi nombre una y otra vez pero lo ignoro y sigo corriendo, hasta que tropiezo con una piedra y caigo estrepitosamente en un charco de agua. Primero maldigo en voz baja para luego ponerme de pie y retomar mi carrera. Sigo corriendo y doy la vuelta en el callejón donde espero encontrar a Amalia pero al girar no está. Me detengo en seco al encontrar su móvil tirado junto a un bote de basura. Con lentitud me arrodillo para recogerlo y me quedó observándolo ida sin siquiera notar cuando Nicolás se acerca a mí.

-¿Dónde está Amalia?- pregunta algo agitado y preocupado.

No le respondo por que realmente no sé que decirle, tan solo me quedo viendo el móvil fijamente. Encojo mis piernas y las abrazo con fuerza mientras las lágrimas vuelven a salir sin cesar.

-¡Alba!¿Dónde está Amalia?- Me pregunta una vez más, pero ahora su tono es mucho más grave.

Sin embargo, lo único que yo hago es voltear y mirarlo fijamente a los ojos. Él maldice y aprieta las manos para después golpear la pared. Aún llorando, regreso mi mirada hacia el móvil de mi amiga, cuando de pronto una voz que me es más que familiar, comienza a gritar mi nombre. Sin pensarlo dos veces me levanto y salgo corriendo hacia ella, dándole en un fuerte abrazo cuando nos encontramos. Las lágrimas regresan pero ésta vez son de felicidad. Con un movimiento brusco de mi mano las limpio y me separo de Amalia para luego mirarla, notando que ella también tiene los ojos hinchados por el llanto.

-¿Qué pasó? Pensé que nunca volvería a verte.- Le digo desesperada por respuestas y feliz de que estuviera ahí conmigo.

-¿De qué hablas? ¿Pensabas librarte tan fácilmente de mí?- pregunta regalándome su mejor sonrisa.

-No seas tonta- respondo mientras me acerco y le doy otro un abrazo. -Pero ¿qué fue lo que sucedió?- pregunto nuevamente.

-Edwin, eso sucedió.- La miro sin entender y ella sonríe. -Cuando los hombres empezaron a seguirme entre a éste callejón y Edwin venía adelante. Como iba de prisa no me percate de que él estaba ahí; sin embargo él sí se dio cuenta de que me estaban siguiendo y entonces me jalo, pero yo aún no me había dado cuenta de que era él así que empezamos a forcejear y fue así como perdí mi móvil- me explica lo mejor que puede.

Apenas termina, dirijo mi mirada a sus espaldas encontrándome con Edwin a unos pasos de distancia, dándonos el espacio necesario para que nosotras podamos hablar.

-Me alegro que estés bien Amalia- dice Nicolás alegre y tranquilo. Por un segundo había olvidado que estaba conmigo.

- Gracias -responde ella un poco seca.

Entre los cuatro se hace un silencio incómodo así que decido romperlo.

-Ya es tarde, debemos irnos.- Le comento a mi amiga.

-Será lo mejor, nuestros padres estarán preocupados.

-Yo puedo llevarlas.- Se ofrece Nicolás.

-Gracias, pero Edwin se ofreció primero a llevarme, aunque si te agradecería que llevaras a Alba.- Se apresura a hablar Amalia.

Él sólo asiente algo inconforme y se aleja para darnos espacio para despedirnos. Me despido de ella con un abrazo y le regreso su móvil para que pueda marcarme llegando. Ella da la vuelta y veo como se dirige hacia Edwin, quién le extiende una mano la cuál ella acepta. Ambos se alejan agarrados de la mano mientras yo vuelvo con Nicolás. Juntos caminamos de regreso a la escuela en completo silencio. Una vez que llegamos, me subo a su auto, un jett color azul, y tomo asiento en el lugar del copiloto olvidando por completo que tengo la ropa mojada. En el transcurso de camino hacia mi casa, voy contemplando las calles de la ciudad y sin poder evitarlo los recuerdos vuelven a mi memoria.

PROYECTO 92209Donde viven las historias. Descúbrelo ahora