El globo rojo y el globo morado

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Agnetha caminaba por la feria con un helado de limón en su mano y observando con emoción todos los juegos mecánicos que funcionaban y que hacían que miles de risas se escucharan poniendo de buen humor a Agnetha.

Veía a los niños jugar y correr al lado de ella y con eso ella se acordó de un poema que una vez su padre les había leído una noche cuando Amy estaba enferma y Agnetha preocupada. Ese poema su padre se los había contado para ver si ambas se podían calmar al ver que ambas estaban asustadas. Amy porque nunca se enfermaba y Agnetha por ver tan triste y caída a su hermana que siempre había sido muy fuerte

Son de plata sus risas infantiles 

y son de oro sus rizos 

que vuelan agitados por los aires. 

Había una niña sentada en el suelo jugando con una muñequita sola y al momento en el que Agnetha pasó al lado de ella, ella la observo y la cara de esta pequeña niña se ilumino y se paro corriendo a ella y sin dudarlo abrazo las piernas de Agnetha muy fuerte. Agnetha obviamente estaba muy asustada al ver dicha acción pero a la vez una sonrisa crecía de su boca al ver que alguien la ‘estimaba’ sin conocerla, ojala el mundo fuera así pero desgraciadamente no lo es

-Oye- dijo la pequeña niña y Agnetha volteo hacia abajo para ver los ojos verdes claros de la niña y su piel hermosa su cabello ondulado de color castaño y sus facciones muy delicadas. Llevaba puesta una camisa de color blanca con un unicornio en medio y unos shorts de mezclilla para que no se acalorara ya que el calor estaba muy fuerte, no importaba que tan fresca fuera la brisa del mar, aun se sintiera mucho calor

-¿Qué paso?- contesto Agnetha con un tono muy dulce, como el tono el cual una madre le habla a su hijo, con tanto amor, con tanta dulzura

-Eres muy bonita- le dijo espontáneamente la niña y Agnetha se sintió bonita por primera vez. Por primera vez ese sentimiento de inseguridad se borro de su mente. Se sintió segura de sí misma y que por fin alguien se acercaba a ella sin miedo y le decía unas tiernas palabras aparte de su hermana, papá, abuela o gente muy cercana a ella.

-Gracias amor- contesto Agnetha y paso su dedos por el pelo ondulado de la pequeña niña y Agnetha sintió su suavidad y hermosura

-¡Agnetha!- escucho la voz distante de su hermana y ella levanto su vista para ver a lo lejos a su hermana con una sonrisa y un oso de peluche gigante -¡Mira lo que he ganado!

Amy corrió hasta llegar con su hermana y la pequeña niña observo a ambas con una cara confusa

-¿Por qué están vestidas iguales?- pregunto con sus dedos en la boca

-Porque nos gusta vernos iguales- se rio Amy

Ambas chicas tenían puesta una falda de holanes pero Amy de color rosa y Agnetha de color verde y ambas tenían la orilla de color negro. Por miedo de caerse y que se le viera su ropa interior, Amy para prevenir una tragedia tenia puestos unos leggings de color negro que llegaban a su tobillo pero Agnetha tenían un shorts abajo para cubrirse así que solo se puso unas calcetas largas de rayas de colores las cuales le llegaban a su rodilla. Amy traía puesta una camisa de color rosa pálido que tenía un corazón de color gris en medio y la orilla del corazón era de color negro para que se remarcara mas, Amy traía puesta una camisa de color verde con una carita feliz. Amy traía su pelo rosado recogido en un moño negro y Agnetha lo tenía suelto y con el viento su pelo volaba con una gran libertad. Y por último, mientras Agnetha traía puestos unos converse de bota de color negros su hermana tenía unas zapatillas de color rosa

Era como si Agnetha decidió vestirse como Amy y Amy como Agnetha pero ambas tenían que admitir que se veían bien y que tenían que intentar hacerlo de nuevo otra vez muy pronto

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