Capítulo II

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La lluvia por sorpresa.
La lluvia que he soñado tantas noches.
La lluvia sobre un árbol muy lejano.
La lluvia sobre el mar.
Es esta misma lluvia.

Vicente García


Ese día Yuzu se sentía mejor, listo para salir a cazar, avanzó por la pista esperando a que Hope & Legacy inundara el recinto e hizo lo que mejor sabía hacer, patinar.

Se dejó llevar por la música deseando, no por primera vez, ser uno con ella y con el hielo bajo sus patines. Quería con todo su corazón ser capaz de deslizarse sobre el hielo tan suavemente como el aire entre las ramas de los árboles o como el agua fluyendo por entre las rocas. Si el cuerpo humano tenía algo llamado alma en su interior, entonces desearía arrancar su propia piel y excavar hasta encontrar esa alma suya que quería  volar más y más alto.

Yuzu sabía mejor que nadie que los deseos no se hacen realidad por arte de magia; si deseaba volar tenía que trabajar más y más duro hasta lograrlo. Era como si su cuerpo necesitará volver a sentir esa sensación cálida y embriagadora, como fuego líquido corriendo por sus venas y derritiendo su interior, que lo invadió después de haber logrado dos programas impecables durante el Grand Prix Final de 2015.

Pero como el día antes de ayer su cuerpo se negó a cooperar, sus alas fueron arrancadas en medio del aire y Yuzu se vio arrastrado por la gravedad de nuevo al hielo; su mente corriendo ágilmente para encontrar una solución, corregir su error era esencial si quería ganar, una urgencia en el horizonte de su mente le advirtió sobre una tormenta que aún no podía ver pero que ya sentía en su piel y en sus entrañas, tenía que alejarse de ella.

Las últimas notas del programa se desvanecieron en medio de los aplausos del público y aunque su presentación no fue perfecta fue mucho mejor que el desastroso programa corto, se sintió feliz por haber podido reponer los puntos que perdió por fallar la combinación cuádruple Salchow- triple Toe y por haber ganado unos puntos extras con ese triple Axel que nadie se esperaba, si sus cálculos eran correctos debería poder obtener una buena puntuación.

Pelear hasta el último segundo, es tan tú, Yuzu. Javi le dijo eso un día y tenía razón. 

Su puntaje fue mostrado, 303.71. Una buena puntuación, casi podía rozar la victoria con las puntas de sus dedos. Espero paciente junto a Shoma, ambos expectantes ante el desempeño de su rival, Nathan Chen.

Si las maldiciones existían entonces esa debía ser la suya, la maldición del 4CC. Sólo 3.75 puntos lo separaban del Oro, "tan cerca, siempre tan cerca" ese pensamiento escoció en su corazón y en su orgullo como una vieja herida que por tercera vez se abría.

Lo había hecho, ese pequeño Neesan* le había arrebatado el primer puesto. Se permitió una leve punzada de celos antes de arrojarla lejos como a una serpiente venenosa. Así era el patinaje, en cualquier momento alguien podía aparecer y hacer un programa sin fallos que le daría la victoria. Pero esta era sólo una batalla, la guerra por la corona se llevaría a cabo en el mundial y sería él quién se la arrebatara a Javi.

Por fin todo había terminado y una extraña combinación de felicidad y frustración nadaba en su corazón, pero estaba bien, utilizaría eso como combustible para el fuego que se había encendido en su interior.



Estaba exhausto física y mentalmente, el día había sido una completa montaña rusa de emociones, pero ahí estaba, caminando por el pasillo que conducía a la habitación de Tatsuma-sensei. El hombre había lucido preocupado unas horas antes cuando le dijo a Yuzu que tenía que hablar con él en privado.

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