Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.José Ángel Buesa, Canción del amor prohibido
13 de Enero, Toronto, Canadá.
—Javi... para... no... puedo... respirar— las manos de Javi volaron por las costillas de Yuzu provocando una nueva oleada de carcajadas. El delgado cuerpo del patinador japonés se retorció en un intento de alejarse. Él no lo dejaría ir tan fácilmente, tal vez era un mal perdedor pero necesitaba desquitarse con algo.
Ambos se encontraban en el departamento de Javi haciendo el tonto después de un largo día de saltos y caídas, no tendrían entrenamiento al día siguiente por lo que podían jugar videojuegos hasta el amanecer si les daba la gana. Pero los controles yacían tirados en el piso mientras Javi trataba de matar a su compañero de juegos con un ataque de cosquillas después de haber sufrido cinco derrotas consecutivas.
El sofá parecía demasiado pequeño para los dos, sus extremidades se enredaban entre sí con cada movimiento, y tal vez fue la oscuridad de la estancia, la atmósfera juguetona o la cercanía que quemaba como fuego, pero un cambio se produjo entre ellos.
Las risas cesaron y solo se quedaron ahí, sumidos en un silencio tenso, expectantes, respirando agitadamente mientras sus ojos observaban fijamente los movimientos del otro en un intento de adivinar que seguiría a continuación.
El primero en moverse fue Javi. Sus dedos dejaron de hundirse en la piel de Yuzu y en su lugar acariciaron suavemente todo el camino hacia esa estrecha cintura que parecía un imán para ellos. Las manos de Yuzu que habían tratado inútilmente de alejarlo, ahora permanecían inmóviles entre ellos como un último y silencioso acto de resistencia. Una resistencia demasiado débil.
Sus labios se encontraron en un toque tan ligero como una pluma, una suave caricia que poco a poco creció en algo más intenso y hambriento que solo les permitió separarse cuando el aire en sus pulmones fue insuficiente.
—Solo... esta noche... mío— Yuzu susurro esas suaves palabras en esa forma tan peculiar que tenia de hablar, pero Javi pudo entenderlo, él siempre podía entender lo que Yuzu quería decirle. Él también quería olvidarse de todo solo por ese instante.
Olvidar los prejuicios de la sociedad que lo ataban y que no le permitían a sus sentimientos florecer como desearía, olvidar que ya había alguien en su vida, olvidar las consecuencias que ese acto provocaría en su amistad de tantos años. Olvidaría hasta su propio nombre si Yuzu se lo pidiera. Solo por esa noche, ambos decidieron ser egoístas. Solo por esa noche dejaron de pensar y permitieron a sus corazones y cuerpos decir todo lo que habían estado callando por años.
El paseo del sofá a la cama fue torpe y desordenado.
Sus labios se negaron a separarse. Las manos de Yuzu se enredaron en el cuello y el cabello de Javi mientras éste luchaba por desatar los cordones de los pantalones de deporte de Yuzu. Era una batalla entre la urgencia y la paciencia, tanto como querían llegar a su destino también querían prolongar esos momentos lo más que pudieran.
Después de llegar a la cama Javi se mantuvo de pie a un lado de la misma, observando a Yuzu como si lo viera por primera vez. Sin luces en la habitación solo podía depender de la luz de la calle que se filtraba a través de las persianas mal cerradas, sus ojos siguieron el contorno del cuerpo desnudo de Yuzu recostado sobre la cálida manta de color rojo que era su favorita, el cabello revuelto y los pálidos brazos que se extendían en su dirección invitándolo a acercarse y fundirse con él, era hermoso, no había otra palabra para describirlo.
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Hope & Legacy
Fanfic¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada? Jorge Luis Borges, Ausencia. Todos y cada uno de nuestros actos tienen consecuencias, algunas más evidentes que o...