Capítulo VI

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Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
Y aún nos arde en los labios algún beso reciente.

José Ángel Buesa, Canción del amor prohibido


-Miki y yo... terminamos- en la voz de Javi había un rastro de culpa que se mezclaba con la resignación. Herir a alguien que no había hecho más que amarte, y esperar pacientemente a que un dia correspondieras de igual forma, podía hacerte sonar así de miserable. 

Yuzu no supo qué decir, y sólo murmuró un pequeño y apagado -Lo siento.  

Desde el punto de vista de un tercero tal vez parecería que esta era la oportunidad perfecta para que al fin pudieran estar juntos, pero Yuzu no pensaba igual. 

Yuzu no podia negar que la parte egoísta en él se sintió feliz con la noticia, pero, aunque le doliera admitirlo, sabía que Miki había sido muy importante para Javi, más que una amante era una amiga y una fuente de apoyo constante, por no hablar de Himawari, esa pequeña que Javi queria como a una hija.

Durante unos minutos lo unico que rompia la paz entre ellos era el característico sonido de los columpios, metal rozando contra metal, un sonido que en esos momentos era más tranquilizador que irritante. Un sonido repetitivo, constante, rutinario como lo fueron sus vidas hasta hace apenas un par de meses atrás.  

-... las cosas no iban muy bien desde hace algunos meses. Las discusiones empezaron a ser cada vez más frecuentes hasta que lo inevitable sucedió. Ese día cuando nosotros... ella llamo para decirme que nos dieramos un tiempo, más tarde después del europeo ambos decidimos terminar con esa relación que ya no hacia feliz a ninguno de los dos. 

Javi intento sonreír, como siempre hacía cuando quería aligerar la tensión, pero en ese momento con un rostro demacrado y la tristeza brillando en sus ojos, realmente era un espectáculo doloroso de ver.  

Ambos estaban en situaciones similares, tratando de llegar a un acuerdo con sus propios sentimientos de culpa y no sabiendo como compensar el daño hecho. Sus heridas aún estaban frescas y ni todo el amor que pudieran sentir el uno por el otro podía curarlas, era necesario tiempo, un tiempo que Yuzu sentía que no tenían.  

-Lamento si lo que sucedió entre... nosotros tuvo algo... 

-No, no, no, Yuzu por favor no hagas eso- Javi interrumpió rápidamente la disculpa de Yuzu, sabía que el japonés trataría de culparse por lo sucedido. -Las cosas entre ella y yo simplemente no funcionaron, fue mi culpa, solo mía, mi culpa por no aceptar lo que sentía por ti. 

-También mi culpa...si yo te hubiera...hablado sobre mis sentimientos tal vez...-

-Probablemente te habría rechazado y hubiéramos terminado peor- Javi deslizo sus manos sobre su rostro sabiendo que su yo de unos años atrás habría hecho exactamente lo que acababa de decir, y eso habría sido horrible. 

Por varios años habían estado engañandose, Yuzu fingiendo que solo quería a Javi como a un amigo y Javi fingiendo no ver la verdadera naturaleza de sus sentimientos por el patinador japonés. Pero durante esa fría noche de enero ambos se dejaron llevar, se cansaron de preocuparse y de fingir que la relación que tenían era solo una buena amistad.  

Se habían cansado de ser los grandes mentirosos que eran.
Y ahora ahí estaban, sentados en los columpios de un desolado parque que era un silencioso testigo de su intento por aclarar las cosas. 

En verdad, un par de tontos. 

Volvieron a quedarse en silencio, no sabiendo que más decir, hasta que Javi miro al cielo y empezó a hablar de nuevo. 

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