Capítulo IV

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Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.

Jaime Sabines, Me tienes en tus manos.

Patinaron uno al lado del otro, despacio, sin prisa, como si los ojos de águila de Brian no estuvieran siguiendo cada uno de sus movimientos. Casi podían escuchar el grito que vendría después, instándolos a volver al entrenamiento. Pero el grito nunca llegó y Javi fue lo suficientemente audaz como para empezar una charla.

-¿Estas bien?- se sintió un poco tonto al preguntar eso cuando era obvio que el otro patinador no estaba en su mejor momento, pero no pudo evitarlo, quería escuchar su voz.

-Mmm- un sonido que no decía nada acompañado de un pequeño asentimiento es todo lo que obtuvo, y por un momento Javi se vio transportado a esos primeros días cuando empezaron a entrenar juntos, esos días en que era casi imposible obtener una respuesta de más de dos palabras del japonés.

-Aún después de cinco años sigo sin poder notar la diferencia entre el "Mmm" bueno y el "Mmm" malo. Podría usted, señor Hanyu, explicarle al público ¿cuál es la diferencia entre ambos?- Javi intento hacer su mejor imitación de un reportero, con la voz más seria y profesional de la que fue capaz, extendiendo su brazo con el puño cerrado en una burda imitación de un micrófono.

Yuzu no dijo nada y en su lugar cubrió su rostro, ocultando su expresión. Javi reconocía ese gesto, Yuzu hacía eso cuando trataba de suprimir su risa para evitar que los descubrieran perdiendo el tiempo. Su cuerpo temblaba mientras pequeños sonidos escapaban a través de sus manos enguantadas. Verlo de ese modo siempre había hecho a Javi sentirse cálido por dentro.

Su mano se dirigió instintivamente a la parte posterior del cuello de Yuzu, acariciando cariñosamente la suave piel debajo de sus dedos y sintiendo como el otro patinador se encogía ante su tacto.

-¡Hey! Javi, Yuzu. Ni crean que no los estoy viendo, regresen a entrenar- y ahí estaba, mamá Orser imponiendo el orden, Javi estaba seguro de que Brian lo mataría si alguna vez lo descubría llamándolo mamá Orser. Sonrió para sus adentros con diversión.

-Ya voy, ya voy- gritó por encima del hombro mientras iba en pos de Yuzu, que empezó a alejarse tan pronto como escucho la voz de Brian. Siempre le había sorprendido lo rápido que el chico podía ser en la pista, y también lo torpe que podía ser fuera de ella.

-Oye Yuzu, espera...- su voz murió en su garganta cuando vio ese triple Axel perfecto, impecable e imposiblemente hermoso, igual al patinador que lo ejecutaba. Despues de eso Yuzu solo se enfoco en el entrenamiento. Javi suspiro con resignación al darse cuenta de que Yuzu trataba de evitarlo.

Tal vez fui un tonto al pensar que las cosas entre nosotros seguirían iguales después de esa noche.

-Claro, porque para Yuzu debe haber sido de lo más romántico verte recibir una llamada de tu novia después de haber hecho el amor con él- susurro en su mente esa pequeña voz traidora . Tuvo deseos de golpear su cabeza contra el hielo.

Al parecer el dios del patinaje escucho su deseo porque minutos después fallo un salto y cayo pesadamente sobre la pista. Recibió el dolor con los brazos abiertos.

Yuzu estaba evitando a Javi, no por algún resentimiento contra él, más bien por miedo. Siempre había sido demasiado fácil hablar con Javi, de sus sueños, de sus preocupaciones, de sus problemas. Pero él sabía que este no era un buen momento para contarle sobre el bebé. La temporada no había ido bien para ambos, pero Javi era el más afectado, perturbarlo ahora que parecía estar haciéndolo mejor podría ser contraproducente para su rendimiento en el mundial. Yuzu no quería eso.

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