treinta y seis.

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Erik POV

—¿Estás seguro que estás bien? —le pregunté a Leonardo sentándome a su lado.

—Sí.

Una simple respuesta y un silencio cómodo después de aquella, así eran nuestras conversaciones pero no podía quejarme, después de todo, Leonardo aún no confiaba del todo en mí.

Había pasado un mes desde la pelea entre Apolo y Leonardo. Aquel día había oído y visto todo lo que sucedió entre ambos en las escaleras, no se lo había mencionado a nadie ni tampoco pensaba hacerlo sin embargo Leonardo, al día siguiente del incidente, se paró frente a mí y me pidió que no dijera nada ya que él había notado mi presencia en su drama amoroso. Le prometí no hacerlo a cambio de hablar un rato con él y aunque él al principio se negó acabó accediendo.

En nuestra conversación le expliqué que no tenía idea de la apuesta hasta ese día que molesté a Apolo, le confesé que no tenía intención de hacerle más daño de ningún modo, que solo era un idiota más que seguía a otros idiotas y que esperaba que algún día pudiera perdonarme.

Por supuesto que no me creyó y pensó que había tramado algo con Apolo.

Me tomó semanas convencerlo de lo contrario y al fin llegamos a una especie de acuerdo sin necesidad de haberlo mencionado. Él venía a la terraza de la escuela y yo lo acompañaba para conversar.

—Si estuviéramos en la misma clase, sería menos solitario para ti —dije y sonreí al verlo con un ánimo mejor que el día anterior.

—Tal vez.

—¿Cuándo vuelve la rubia loca? —pregunté refiriéndome a Miranda y noté una pequeña sonrisa de su parte.

—En tres días.

Sonreí ya que me agradaba la idea de que no estuviera solo. Por lo que me habían contado, Miranda siempre se iba de viaje cada año por tres semanas, nadie sabía a dónde o porqué y era un misterio entre los alumnos. Más tarde nos enteramos que iba a la ciudad de su padre a ayudarlo en su granja ya que en la fiesta de graduación pusó un video de ella mostrando su vida de campo.

—¿Apolo sigue...?

Puso los ojos en blanco antes de responder —Desearía cambiarme de escuela para no tener que lidiar con él.

—No se rinde, eh.

El rubio se había pasado todo aquel mes detrás de Leonardo como un perro faldero. No había ni un solo día que no se apareciera con una nota de disculpas y no había ni una persona de la escuela que no estuviera al tanto de los sentimientos de Apolo. La mayoría estaba sorprendida sin embargo nos fuimos acostumbrando a ver la nueva faceta del rubio egocéntrico, se había convertido en un rubio desesperado...y gay.

Las chicas hicieron más escándalo que los hombres al enterarse de quién había robado el corazón de Apolo sin embargo parecían apoyarlo más, en cambio algunos idiotas estaban en contra de eso y trataron de molestar al rubio con comentarios homófobos.

Pero, por supuesto, volvió a sorprender a todos cuando vino con una bandera de la comunidad LGTB y "en nombre de Lady Gaga" trató de ahorcar con la bandera a un tipo que se atrevió a llamarlo "marica" en plena cafetería. Fue un show y por supuesto fue llevado al Director por aquello pero ya había demostrado su punto: Me joden y los jodo.

Nadie volvió a molestarlo. Pero sí se había quedado sin sus, supuestos, amigos. Se sentaba solo a la hora del almuerzo por decisión propia ya que muchas mujeres estaban de su lado por ser "apasionado en el amor y no tener miedo de hacer el ridículo para volver con Leonardo", porque sí, hacía el ridículo con solo verlo seguir a Leonardo a todos lados, sin embargo prefería estar sin compañia.

—¿Crees que...de verdad está arrepentido? —me preguntó Leonardo después de un rato de silencio.

—Yo...

Pensaba que Apolo merecía el perdón desde el principio. Siempre defendía a Leonardo de cualquier comentario o simplemente nos mandaba a cerrar el hocico de una y cambiaba de tema sin que nos diéramos cuenta.

Pero yo era demasiado observador así que se me hizo fácil darme cuenta de los pequeños gestos que realizaba a medida que pasaban los días, de cómo sonreía al leer unos mensajes que le llegaban cuando nuestro grupo estaba planeando una salida o cuando veíamos algún partido de fútbol, de cómo cancelaba las reuniones del grupo por irse con alguien que lo hacía sonreír diferente ya que no mostraba su típica expresión de conquistador, mostraba el rostro de un tipo conquistado.

Y para confirmar mis sospechas, en uno de los partidos mixtos que teníamos en la escuela, su mirada se perdió en alguien y supe de inmediato que descubriría a la persona que lo había flechado con solo mirar al frente y me sorprendió al saber que era Leonardo.

Segundos después, escuché a un par de chicos hablar sobre la apuesta de Apolo y mi cerebro hizo click en ese instante. Solo había sido una excusa del rubio para seguir detrás del castaño.

Por supuesto, no pude quedarme callado y fui a preguntarle sobre eso de una forma incorrecta que desató una pelea entre él y el chico que lo había conquistado.

—Me encanta estar aquí, ¿sabes? —respiró hondo y soltó una pequeña risa —Es como recargar energías, me gusta.

Quería decirle todo lo que sabía pero no sabía por donde empezar. Además me agradaba pasar el rato con Leonardo y sabía que si se amistaba con Apolo nuestros encuentros en la terraza terminarían. Era demasiado cómodo hablar con el castaño ya que no eran conversaciones superficiales, cada día que pasaba me daba cuenta que Leonardo merecía buenas cosas...y ser sincero era una de esas ellas.

—Déjame contarte algo, Leo.

Los amo con todo mI HERT ♡

Cayendo Por Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora