treinta y cuatro.

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Apolo POV

—¿Por qué, Apolo?

Nunca me había sentido tan desesperado como en ese momento.

—Hablemos en otro lado, te lo explicaré todo —dije rápidamente y traté de levantarlo pero él tomó mi mano.

—¿Qué hice?

Sentí un nudo en la garganta. Sus preguntas eran cortas pero sé que tenían un significado enorme, lo sentía así. Estaba malditamente asustado, demasiado asustado de responder algo mal y perderlo.

—Vamos, saltamontes.

Le insistí varias veces pero él se limitó a ver un punto fijo, ya no me escuchaba. Me senté frente a él y entonces me enfrenté con su expresión, una que jamás había visto en su rostro, una mezcla de pura tristeza y dolor.

—Me han...jodido toda la vida...insultos...golpes —murmuró con cierta calma, entonces tomó aire—Pero esto ha sido lo más... —bajé la mirada al ver sus ojos llenarse de lágrimas —Horrible...y humillante...no puedo...creer que...—su voz empezó a romperse, trató de decir algo más pero en vez de eso solo soltó un llanto que me causó un dolor indescriptible en el pecho.

—Va-vamos a hablar —traté de tocarlo pero él apartó mi mano con fuerza. Me atreví a mirarlo y deseé no haberlo hecho, ya no estaba el brillo en su mirada, lo único que brillaba eran sus grandes lágrimas que caían por sus mejillas.

Se levantó con dificultad del suelo y yo no tardé ni dos segundos en seguirlo escaleras abajo, logré detenerlo y atraparlo entre mis brazos pero él seguía forcejeando y yo no encontraba ninguna manera para evitar que me odiara.

—Escúchame, por favor —le rogué escuchando sus quejidos ya que no dejaba de llorar, por mi maldita culpa.

Él dejó de moverse y lo giré para tomar su rostro entre mis manos, quería que su dolor se detuviera, quería que volviera a sonreírme como esta mañana, quería verlo feliz.

¿Qué hice?

—Fue una idiotez, no te conocía-sé que no es excusa pero no sabía...que ibas a gustarme, no pensé, no pensé, sabes que soy un imbécil, tú siempre me dices... —Él empezó a negar y mi desesperación aumentó —¡No puedes odiarme por esto!

Leonardo no paraba de llorar y mi corazón no dejaba de doler.

—Escúchame, bebé —volvió a mover su cabeza en negación, le aparté las lágrimas con mis pulgares pero era en vano, seguían apareciendo más —Basta...por favor.

Parecía como si todo el dolor que él había soportado por tanto tiempo hubiera explotado en mi cara, pero yo no era tan fuerte como él, no podía tolerar verlo de ese modo, me estaba doliendo como el infierno y no sabía si era un tipo de karma o si yo solo me había buscado eso.

Entonces caí de rodillas frente a él, mi acción lo sorprendió un poco y aproveché ese momento para rogarle perdón. Solo me percaté de mis lágrimas cuando mi castaño me tocó el rostro y sentí su mano húmeda.

—No confío en ti —susurró con la voz rota.

—No tienes que hacerlo, solo debes... —trató de alejarse y tomé sus muñecas —No te vayas.

—No confío en mi —agregó haciéndome levantar la mirada —Debí sospechar esto desde el comienzo... —Soltó una risa apagada —Eres peor que los abusivos, al menos ellos no fingían sus sentimientos, ellos me odiaban y lo demostraban pero tú... —se safó de mi agarre y yo me aferré a su camisa —¿Te levantaba el ego que un maricón estuviera perdido por ti?

—N-no, no es así —ya no podía detener mis lágrimas, odiaba la forma en la que me miraba y la manera en la que soltaba cada palabra. No quería que me odiara, tenía miedo.

—Suéltame —Negué con la cabeza mientras él seguía tratando de apartarme —¡Suéltame!

—Lo siento, lo siento —Creía que esas palabras iban a solucionarlo todo.

Qué equivocado estaba.

—¡Quiero que me dejes en paz!

No quería soltarlo pero alejé mis manos de él, traté de decir algo pero ninguna palabra salió y Leonardo no tardó ni tres segundos en irse y dejarme ahí como un idiota en busca de un perdón no merecido.

Había caído por él, de forma figurada y literalmente, y no sabía cómo levantarme.














Los amo con todo mi hert ♡

Cayendo Por Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora