treinta y siete.

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Leonardo POV

—Quiero hablar contigo.

Esas fueron las primeras palabras que mi madre soltó al verme entrar por la puerta aquel día agotador, y también fueron las primeras palabras que me había dirigido en meses.

Ese día mi plan era llegar a casa, ordenar un poco e ir directamente a mi habitación a pensar en todo lo que me había dicho Erik acerca del idiota que no quería desistir ante la idea de dejarme ir, pero decidí dejar de lado mi tristeza para hablar con mi madre después de tanto tiempo.

—Te escucho —dije mientras tomaba asiento en el sillón.

—Lo siento —La observé entre confundido y sorprendido ante tal repentina disculpa y ella se sentó al lado mío para seguir hablando —Tu padre y yo sabíamos sobre tus...tus gustos, lo sabíamos pero no queríamos aceptarlo, tanto como él y yo nos hundimos en el trabajo para...no pensar, no sabíamos qué decirte ni cómo debíamos tratarte, no sabíamos nada.

No creía ni una palabra que decía mi propia madre.

En ese momento no me había dado cuenta pero la desconfianza había sido una de las consecuencias que había dejado Apolo, siempre me había costado relacionarme con las personas sin embargo no les tenía recelo cuando se dirigían a mí.

Hasta que me convirtieron en una apuesta.

—¿Por qué me dices todo eso? —pregunté a la defensiva.

—Una amiga mía...perdió a su hijo en un accidente hace unos días —susurró.

Nos quedamos callados por un par de minutos hasta que mi madre volvió a hablar.

—¿Crees que puedas perdonarnos algún día?

Perdón.

Había escuchado tantas disculpas ese último mes que ya me había hartado de oír algo relacionado al perdón. Dicen que el perdón es un valor humano, saber pedir disculpas y darlas al cometer un error son capacidades que debería tener una persona para seguir adelante. Pero, en ese momento, yo no me veía capaz de avanzar.

—Me ignoraron por meses, no se preocupaban si comía o si existía, no estaban...fue como vivir solo —Sentí un nudo en la garganta —Y no tenía a mi mamá y no tenía a mi papá y no podía arreglar la calefacción y no sabía cómo funcionaba la tostadora... —Con cada queja que salía de mis labios iba alzando mi voz poco a poco —¡Y no estuvieron cuando rompí una taza y no estuviste cuando rompieron mi corazón y no me pude terminar Grey's Anatomy porque ustedes tenían que verlo conmigo y...!

Solo necesité el abrazo de mi madre para romper en llanto como un niño perdido en un lugar desconocido. Me sentía asustado, triste, demasiado agobiado y con ganas de huir del mundo, y ella me calmó con su cariño.

—Mi niño —la escuché decir entre hipidos ya que también estaba llorando.

No recuerdo cuánto tiempo pasó hasta que ambos nos calmamos y empezamos a hablar con serenidad, le conté muchas cosas mientras recibía caricias en el cabello ya que había recostado mi cabeza en sus piernas. Le confesé sobre el verdadero motivo de mis cambios de escuela y ambos lloramos más. Realmente había sido una tarde de puras lágrimas pero irónicamente me sentía muy feliz.

—¿Y cuál es su nombre?

Habíamos llegado al tema de Apolo y cuando me vió hacer una mueca su curiosidad creció.

—¿Qué? ¿Es el mismo que te rompió el corazón? ¿Quién es?

—Ay, ma, no quiero hablar de eso.

—...No estaban en la misma clase, ¿verdad? —Sus cejas se fruncieron —Porque él tendría diecisiete o dieciocho, demasiado mayor para ti.

—...

—¡Leonardo Antonio!

—¡Ay, pensé que solo seríamos amigos! —Levanté mi cabeza de sus piernas para sentarme correctamente mientras veía a mi madre con una expresión de sorpresa.

—¡Y mira cómo salieron las cosas! —Tuve que aguantar la risa al verla apretar los puños —Ese mocoso te manipuló, cielo, por eso no puedes salir con gente mayor a tu edad, aún tienes cosas por vivir.

—Lo sé —le dije con una expresión pacífica, entonces bajé la mirada —Pero él...era bueno, mamá, yo lo sentía.

—Cuando uno está enamorado, se ciega —negó como una señora de ochenta años.

—Tal vez.

—¿No intentó algo contigo, verdad? Ya sabes... —negué avergonzado.

—No, nunca, solo eran besos.

—¿De película o como besos así nomás?

—Inocentes.

Ella soltó un suspiro de alivio, entonces sonrió —Bueno, al menos acabó esa relacion, y si te pones a pensar no tenía mucho futuro —Ella se levantó y siguió hablando con tranquilidad —En algún momento ese chico se habría cansado de esos besitos y te habría engañado o algo así, ¿no?

Mis ojos se llenaron de lágrimas al oírla y mi madre entró en pánico.

—¡Pero no sería tu culpa, mi niño!

—¡No quiero que se vaya con alguien más! —Empecé a llorar ante la idea de Apolo con otra persona. Me era muy intolerable.

—¡Pero dijiste que no ibas a perdonarlo!

—¡Pero eso no significa que deba engañarme!

Aquel día me pasé toda la tarde quejándome de todas las cosas que quería con mi madre, siempre habíamos tenido una buena relación y lo único que no le había mencionado hasta ese entonces era sobre el acoso ya que no quería hacerla sentir mal o incluso decepcionarla. Pero su amor me permitió abrir mi corazón fácilmente, como siempre.

—Gracias, mami —Le dije en mitad de una película que habíamos decidido ver después de tanto tiempo.

Ella no necesitó responder, con un ligero apretón en mi muñeca pude sentir todo su cariño. Solo entonces, mi mente se apaciguó.

Al menos aquella tarde en la que pude tener a mi madre de nuevo.







Perdón, los capítulos del clímax de la historia serán así, se me hace la mejor forma de explicar los sentimientos de los protagonistas ya que las notas son muy sencillas para transmitir tan complicados pensamientos.

En serio espero que no se les haga aburrida esta edición pero, en serio, es la que más me gusta y será la oficial.

Los amo con todo mi hert <3

Cayendo Por Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora