Capítulo 8

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-¿Siempre eres tan insolente con tu jefe? -

-¿Te parece que soy insolente? - pregunto ella y se quedo pensativa un momento-En ese caso sí, supongo que lo soy. Si no lo fuera no dudaría ni cinco minutos en este negocio - alzó la voz, visiblemente irritada - En cuanto a ser vanidosa, te recuerdo que estoy trabajando. ¿O crees que a la princesa le gustaría que la recibirán en vaqueros y con el pelo enmarañado? - estaba realmente furiosa -, y por cierto, aunque según tus cálculos haya llegado cinco minutos tarde, en realidad he llegado a la oficina con cuarenta y cinco minutos de adelanto. Casi todo el mundo empieza a trabajar a las nueve. Y como éste trabajo exige dar una buena imagen, eso es lo que procuró hacer - tapó el pintalabios justo cuando el chófer habría la puerta. Habiendo dicho lo que tenía que decir, sonrió y siguió cumpliendo con su deber -.

¡Vamos a recibir a la princesa!

Fernando se había dado cuenta en la oficina de que seria demasiado grosero por su parte no recibir a los invitados, por lo que debía estarle agradecido a su atolondrada secretaria por haber insistido. No solamente los visitaba la princesa, sino también el rey. Bastaría una simple crítica de sus insignes invitados para hundir Casa Colunga. De modo que se puso en movimiento y les dispensó una bienvenida formal en la Sala VIP, haciéndoles olvidar su decepción por no encontrar a Nina o Aleksi.

De vuelta en la limusina, se fijo que a Lucero se le daban muy bien las relaciones públicas. Estuvo charlando con la tímida princesa y con su madre, y muy pronto consiguió que se sintieran cómodas y relajadas. Fernando tenía que admitir que el exceso de maquillaje estaba justificado, aún así ella se vea sumamente natural, porque la familia real no esperaba menos que el glamour y la sostificación que hacían famosa a Casa Colunga.

-El equipo está impaciente por conocerla -le estaba diciendo Lucero a la princesa.

No se parecía nada a la mujer pálida y demacrada que había llegado a la oficina aquella mañana. Se había transformado en una profesional de los pies a la cabeza y fue ella quien abrió camino mientras informaba en voz baja a Fernando del protocolo a seguir.

-Ahora les presentaremos al equipo de diseño.

El rey permaneció en la limusina, con su séquito en el vehículo que los seguía, y los demás esperaron a que la comitiva real se hubiera alejado antes de entrar en el corazón del imperio Colunga.

-Gracias - dijo Lucero una vez que dejaron a la princesa en las expertas manos de los diseñadores. Habría sido impensable que no estuviera en el aeropuerto para recibir al rey

Fernando estuvo a punto de sonreír, pero se contuvo y dejó que Lucero le enseñará los trajes de novia protegidos por vitrinas y artísticamente iluminados

-Y este -le dijo señalando el más importante de la colección - es el vestido que todas quieren. El traje de novia Colunga - Él lo observo por un momento - ¿Precioso verdad?.

-Es un vestido - dijo Fernando, y ella se hecho a reír.

-¡ Es el vestido! . Se diseño para la hija Colunga, o para una de las novias de sus hijos.. O al menos esa era la intención de Nina e Iván -. no advirtió como se endureció la expresión de Fernando. - Es el vestido con el que sueñan todas las mujeres - soltó un suspiro que empaño el cristal - Yo fantaseaba con el antes de verlo.

Fernando no iba a quedarse allí, perdiendo el tiempo con una cháchara infantil sobre los trajes de novia. Sin decir nada se alejo, pero ella lo alcanzo y siguió irritandolo con su incesante verborrea.

-Cuando me dormía soñaba con mi boda, y te juro que en mis sueños llevaba ese vestido.

-¿Te dormías soñando con tu boda? - le pregunto él en tono de mofa mientras subían el ascensor.

-¡ Tenía sólo ocho años!

-¿ Y ya no sueñas con esas cosas?

- A veces - admitió ella, ligeramente ruborizada - Pero el despertador me devuelve a la realidad - le giño el ojo cuando las puertas se abrieron-Cuando no lo desconecto.

¿Lo estaría provocado deliberadamente? Fernando no lo sabía con seguridad y eso lo molestaba. La actitud abierta y desafinada de Lucero resultaba muy atrayente, pero al mismo tiempo se rodeaba con una especie de muro invisible. Y ese efecto combinado lo intrigaba.

-Tenemos mucho que hacer - dijo al entrar en la oficina - Mañana empezaremos con las entrevistas individuales, pero está tarde quiero dirigirme a todo el mundo. Ocúpate de organizarlo todo con Recursos Humanos.

-No es posible. La gente ya tiene otros compromisos programados y....

-El que no se presente será despedido - la corto él, no iba a aceptar ninguna excusa.

-¿Que día vamos a cenar con el Rey?-.

-El Miércoles, pero yo no iré -.

Lucero sacudió la cabeza.

-Mis otros jefes sólo me confiaban algún que otro viaje al aeropuerto, no.. -.

-Pues vas a tener que ocuparte de algo más -. Considéralo un ascenso-.

-No lo quiero - respondió ella de inmediato. Le encantaba su trabajo pero no quería desempeñar el cargo de Kate. Y no sólo por no estar cualificada, sino por Rachael, sus estudios, Nina... Sus obligaciones no le daban para más.

-Se te pagará bien.

-No es por el dinero... Estoy ocupada -.

-¿Demasiada ocupada para trabajar?. No te estoy ofreciendo un ascenso... Te estoy diciendo que necesito una asistente personal. O lo aceptas o te a tienes a las consecuencias -.

-¿Vas a despedirme? -.

-Si no tengo una asistente¿ que sentido tiene contratar a su ayudante? -.

Lucero se veía atrapada entre la espada y la pared, pero en vez de humillarse con una súplica, le dedico una radiante sonrisa y acepto la derrota con elegancia.

-! Enhorabuena ¡

-Perdón -.

Le encantó haberlo desconcertado

-Me encantaría aceptar el puesto, Fernando-.

-Bien. Lleva tus cosas al despacho y cancela todos tus compromisos. Se acabó tu vida social. Desde este momento tu tiempo me pertenece -.

El Diablo Se Viste De Colunga - Adaptación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora