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Diversión arruinada.

Luzbell encontró al chico haciendo sándwiches.

— Hey Matt.

El chico saltó del susto.

— Oh, Lu ¿Estás bien? Hacía sándwiches para cuando vayamos a caminar.— Matt giró su cabeza hacia ella y notó su cara algo rara.— ¿Pasa algo?

— Estaba pensando en que podrías llevar a Cinnia mejor.

El chico quedó paralizado, con los ojos abiertos como tazones de cereal.

— ¿Nos viste? ¡Carajo!— Hizo una mueca.

— ¿Ya no puedes intentar engañarla conmigo?

Luzbell estaba roja de la ira. Matt, sorprendido por las conclusiones que podía llegar a sacar, soltó el cuchillo,  y la abrazó.

— Quería que sea una sorpresa para después, pero bueno. Ella me mostró un lugar al que te quiero llevar para nuestra primera cita oficial. Ya que estás, vamos.

Terminó de hacer el sándwich, los guardó en una mochila y la tomó del brazo. Matt se guiaba de las marcas que había hecho la chica de cabello azul.

Llegaron, y la cara de Bell se hizo la representación perfecta de la felicidad.

— ¡Caballos!

Caminó hacia ellos, reteniendo su intención de correr para no asustarlos. Uno en especial le llamó la atención, y lo acarició, ganándose su confianza.

Matt tenía una mirada dulce.

— Cinnia también sabe domar a un caballo ¿Le enseñaste tú o al revés?

— Yo le enseñé ¿Montamos? Hazme pie.

El chico se colocó al costado del caballo, e impulsó a Bell para que suba a la espalda del animal. Él se ayudó de una piedra que había por ahí.

Cabalgaron al menos una hora, hasta que los caballos y ellos estaban cansados. Volvieron al lugar de inicio, comieron los sandwiches (dándoles un poco de lechuga a los caballos) y volvieron, bastante juntos.

Cinnia lo observaba todo desde un árbol, del cual casi se cae cuando notó la presencia de Rosso.

— ¿Qué quieres?— Dijo molesta por el susto que se había dado.

— No eres fría, ni mala. Ayudaste a Matt a darle el mejor momento de su vida a Luzbell.— Rosso estaba sonriendo, pero internamente deseaba que no lo tirase del árbol.

— Blah, blah, blah...— Balbuceó la chica, evitando responder a eso.

— Te he visto sonreír mucho cuando hablas con ella. Quiero llegar a eso también.

Ella lo miró a los ojos.

— Repito, blah, blah, blah...

Rosso bajó del árbol, y le hizo un gesto para que baje ella también, lo cual hizo, intrigada.

Llegaron a la cabaña de Rosso. Él se sentó en la cama, y la invitó a sentarse, pero ella se quedó parada de brazos cruzados.

— ¿Qué tramas, Peabody?

—Un juego que a ti y a las chicas les va a encantar.

Le extendió un walkitalkie. La chica alzó una ceja, aún más intrigada que antes.

— Está bien, pero... ¿Qué tiene que ver con lo que me acabas de decir?

— Ah, ¿Entonces sí te interesa?— Hizo que la blanca piel de Cinnia se tornase rosa.— Dame algo que no puedas abandonar.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2017 ⏰

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