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Ups...

Rosso cocinaba el almuerzo, mientras Lydia, como una niña, observaba, con la cara casi pegada a la carne.

— Se te van a caer los cabellos en la comida, Lydia.— Rosso le extendió una goma de cabello.

Lydia lo miró, miró la goma, y lo volvió a mirar.

— Ah, perdón. Pasas tu cabello por el medio, la das una vuelta y lo vuelves a pasar por el medio hasta que quede firme. Mira.

Rosso tomó una goma elástica, e hizo los pasos en su dedo.

Lydia no aguantó la risa.

— E-en mi tierra también se u-usan unas parec-idas...— Hablaba mientras reía. El chico no entendía por qué le daba tanta risa. Se quitó la banda elástica y siguió cocinando.

Se escucharon unos golpes en la ventana. Lydia corrió a ver, y se encontró con la niña de ayer.

— ¡Rosso! ¿No se supone que se entra por la puerta?— Lydia no entendía por qué alguien estaba en la ventana. Cinnia se tambaleó.— ¡Ay, se cae, se cae!

Rosso corrió como loco hacia la ventana, la abrió y atrajo a Cinnia hacia la casa.

— ¿¡Qué haces!? ¡Podrías haberte matado!

— ¿¡Qué haces!? ¡Podrías haberte matado!

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Cinnia sonrió un poco.

— Era para que se apuren a abrirme. Tú más que nadie sabes que tengo mucho cuidado al caminar por los edificios.

Rosso se sonrojó por segunda vez al verla, mientras ella se adentró en la cocina.

— Seré de otra tierra, pero ya entiendo todo.— Lydia sonrió, y se dirigió a la cocina, junto a Cinnia, dejando a Rosso parado y pensando en lo locas que están las mujeres.

Lydia intentaba comenzar una conversación con Cinnia, pero era una misión imposible.

— Y... ¿Te gusta la Tierra?

— No.— Respondía cortante.

— ¿Por qué?— Lydia lo volvía a intentar, pero...

— Porque no.— Cinnia seguía contestando con cuchillas en la lengua.

Cinnia miró la carne, ya lista. Como Rosso no se dignaba a venir, tomó los platos que estaban al costado y sirvió ambos pedazos. De paso, las condimentó un poco. No quería ver como escupían.

Pero Rosso en realidad sí estaba ahí, miraba a ambas chicas, pero su mente se concentraba en la de extraño cabello. Ni él entendía por qué la miraba tanto. Suponía que era por su naturaleza, no le gusta ver seria y/o triste a la gente.

Lydia puso la mesa tal y como Rosso le había enseñado, ganándose su aplauso.

Rosso y Lydia comenzaron a comer la carne, mientras Cinnia miraba a la ventana, pensando en qué estaría haciendo Bell. Luego de darle la noticia, la semirubia salió corriendo, dejando a la peliazul preocupada.

— ¿Por qué viniste, querida?— Rosso le hablaba en un tono de madre/abuela chistoso.

— Necesito saber unas cuántas cosas.— Miró a Lydia, hizo una pausa y luego miró a Rosso.— De ambos.

A Cinnia no le agradaba para nada el hecho de que se metan en su vida, pero si quería saber bien todo, debía meterse en la de los demás.

— Lo que quieras, linda.— Lydia sonrió. No le decía "linda" por algo en especial, si no porque se había olvidado el nombre de la chica.

— Soy Cinnia, ni linda, ni querida ¿Bien?— A pesar de que Cinnia era seguramente un par de años menor que ella, a Lydia no le dieron ganas de desobedecer. Rosso, en cambio, sonreía por tener a alguien a quien molestar.

— Al grano, niña preciosa de mi corazón.— Rosso seguía jugando. A Cinnia le molestaba que no le de miedo su tono de voz.

— Tú eres hijo de Hawkeye, quiero saber su historia. La tuya y la de... él.— Comenzó a bajar el tono de voz al ver la cara de confusión de Rosso.

— ¿Hawkeye? ¡Es mi favorito del grupo de los vengadores, pero no es mi papá!

911, tenemos un problema.

"¿En serio no sabe nada?" Cinnia se paró, castigándose mentalmente por lo descuidada que fue.

— ¿Cinnia...?

El tono preocupado de Rosso no impidió que la chica desaparezca por la ventana.

Cuando Cinnia entró en el cuarto de su hermano, él estaba con la cabeza apoyada en el teclado, dormido.

"Se quedó investigando desde ayer..." Pensó Cinnia. Levantó a su hermano del brazo y lo apoyó en la cama.

— No sabes la estupidez que hice hoy, Nico...— La chica susurró, sin intenciones de despertar a su hermano. Se paró, y se fue a su cuarto.

Mientras tanto, Bell estaba acostada en su cama. Se había quedado hasta tarde la noche anterior. Eran las cuatro de la tarde cuando tomó su desayuno-merienda. Ya no miraba a su papá como el mismo. El sabía que Cinnia era la hija de Stark, y nunca le dijo. Tal vez tenga sus razones, pero no se lo iba a perdonar fácil.

Esa noche decidió ir a una fiesta. Una niña rica organizó todo, y la diversión estaba asegurada.

Se puso todo un atuendo, y salió, sin escuchar los regaños de su padre

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Se puso todo un atuendo, y salió, sin escuchar los regaños de su padre. 

Sangre de Vengador [Marvel Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora