Capitulo 7

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Una nueva mañana comenzaba y ya se despertaba sin la molesta alarma. Logró acostumbrarse rápidamente al despertarse temprano, y gracias a Dios que el molesto sonido no arruinaba sus despertares.

Ya preparado para ir otra vez a, lo que esperaba, sea su lugar de trabajo por mucho tiempo. Realmente la estaba pasando bien son Bruno, y con Samuel claro.

Ambos tenían ese aire a familia, y él sabe cómo es aquello. Tiene dos padres hermoso y una hermana que le daban la vida entera. Además de tíos y primos que hacían de su vida, un mejor lugar.

En realidad no sabía nada de la vida de Bruno y Samuel. No sabía si Samuel tenía hermanos. Nunca vio a sus papás, y aquella foto de una mujer en la cocina lo había dejado pensando desde que la vio. ¿Quién será? Tenía esa duda muy palpante en su cabeza, y le daba demasiada vergüenza preguntar. No tenía la suficiente confianza. Y aunque su corazón quería que fuera su hermana o madre, su cabeza le repetía que posiblemente​ era su esposa. Que el niño tendría que haber salido de algún lugar, y bien podría ser adoptado, pero tenía tanto parecido a Samuel, que era casi imposible. Quería ser realista más allá de todo, y no entendía bien porque aquello le hacía un poco de daño a su corazón. No podría pasar lo que piensa que pasa, porque ni siquiera conoce a Samuel, pero con su sola presencia, algo ya se estaba alojando en su pequeño corazón, formando su propio huequecito.

En su pecho estaba creciendo una sensación familiar. Cada vez que entraba en aquel hogar, un ambiente dulce y lindo lo invadía por completo. Se sentía bien, a salvo, como si esa enorme casa fuera el lugar perfecto para que él trabaje. No sabía que era, no tenía ni idea, pero no quería que desaparezca. Se llenaban de aire sus pulmones al entrar a la enorme casa, al escuchar las risas de Bruno, y aunque sólo vayan un par de días, el menor le estaba compartiendo mucho y de verdad, sentía que podría llegar a querer demasiado a este pequeño.

Llegó a la casa, todavía siendo sorprendido por lo enorme que era. Si bien ya iban tres días que estaba yendo, su gigantes seguía asombrándolo. No iba a admitirlo, pero ya se había perdido más de una vez. Tocó timbre, aún no tenía la confianza como para entrar por la valla, aún cuando Samuel le había repetido que entrara con confianzas. Su timidez era mucho más fuerte que cualquier confianza que puedan otorgarle, además de que se conocían hace poco y necesitaba más que un simple "con confianza, hombre" para poder entrar sin parecer un invasor.

Vio como Samuel se asomaba por la puerta para ver quién era y le sonrió travieso cuando éste rodó los ojos, ya esperaba lo que le iba a decir.

—¿Habrá día en que te tomes las confianzas? Sin problema, hombre... en serio.— Samuel le sonrió para que Guillermo se sienta cómodo, y por alguna razón, algo se había movido en el estómago de Guillermo que lo hizo sonreírle de igual manera. Entraron ambos a la casa, el menor siendo recibido por el agradable aroma de algún rico desayuno.

Se extrañó pues pensaba que Samuel ya debería de irse, pero si se tenía que quedar más tiempo, no le molestaría en lo absoluto. Además de ser su casa, quería conocer un poco más al mayor, porqué tanto trabajo y tan poco tiempo en una sola persona no era algo que se viera todos los días.

—¿Hoy entras más tarde?— Guillermo se quitó el sacó que traía puesto, pues a pesar de ya ser primavera, el frío todavía continuaba a esas horas de la mañana.

—¿Cómo? Oh.. dime que no me olvidé de decirte otra vez— Samuel se pasó ambas manos por el rostro, cansado de su mala memoria y organización. Últimamente estaba teniendo muy poco orden en su vida y necesitaba más tiempo del que tiene.

—Sí, lo has olvidado. ¿Hoy no trabajas?—

—Lo siento, yo tengo muchas cosas en la cabeza. No, no trabajo, hubo unos problemas con unas máquinas, no lo sé, Frank se iba a encargar de eso...— Samuel agradecía a quién sea por haber hecho aparecer a Frank en su vida. Además de ser un gran amigo, era un gran compañero de trabajo. Si bien no debía encargarse de los arreglos de la empresa, se había ofrecido para que Samuel pueda pasar tiempo con su hijo, olvidándose del resto del mundo por un día. Lo agradecía, ya que encargarse de la empresa, por lo menos un día sólo, no era fácil.

Aunque seguía recibiendo mensajes de aprobación y cosas así, obvio él nunca podría dejar de ser el dueño de la empresa y esperaba no dejar de serlo nunca. En realidad, no odiaba su trabajo, le encantaba, pero con todo el lío de la competencia y los juicios, su tiempo se reducía demasiado y las horas de trabajo aumentaban. Quería quitarse todo lo que estaba pasando de una buena vez, ganar el maldito juicio y seguir con su vida normalmente. Aunque sabía que todavía quedaban varios días para que aquello ocurra.

—Estábamos por desayunar, ¿Quieres quedarte? Ya estás aquí y lo menos que puedo hacer es alimentarte— Ambos rieron ante aquel comentario y Guillermo acepto la invitación con un asentamiento. Samuel le sonrió y volvió a sentir aquello que en cualquier momento, podría empezar a aterrarle.

¡Guille!— Un pequeño cuerpo se abrazó a sus piernas al tiempo que escucharon aquel grito. Guillermo se giró para recibir el abrazo de Bruno y para estrujarlo un poquito también.

—¿Cómo anda mi niño favorito?—  Bruno rió por las pequeñas cosquillas que Guillermo había empezado a hacerle. Aquella imagen le pareció extremadamente tierna a Samuel y es que hace demasiado tiempo que no ve a Bruno tan alegre y feliz, menos a estas horas de la mañana. No sabía si era porque estaba poco tiempo en casa, o porque Guillermo le estaba haciendo realmente bien a su hijo.

En realidad le hacía realmente bien a ambos. Guillermo le daba a su hijo lo que Samuel no podía y eso simplemente era de agradecer, pero el ver a Bruno tan feliz era algo que Samuel amaba. Y si Bruno estaba feliz, él estaba feliz, por lo que Guillermo, inconscientemente estaba causando la felicidad en la vida de estos dos hombres.

¿Te quedadas a desayunar?— Samuel comenzó a encaminarse hacia la cocina.

—Sí, porque tu padre es medio pelele y se olvidó de avisarme que se quedaría él contigo—

—¡Te he escuchado, Guillermo!— Ambos chicos que se encontraban en la sala rieron, haciendo sonreír a Samuel por lo hermoso que se oía sus risas unidas.

¿Cómo dije? Por lo hermoso que se oía la risa de su hijo, la de Guillermo no hacía gran cambio en el ser de Samuel, ¿No? No es como si pudiera pasar algo, sólo se conocen hace unos días, no podía pasar nada.

¿No?

~•~•~•~

Me tardé la vida y media, i know.

Y pido disculpas por eso, la vida, la familia, el colegio... la vagancia vv: sepan perdonas a esta humilde mujer (? Ahre.

Muchas gracias por todo el apoyo que le están dando a esta historia, ya son 800 estrellitas y yo me siento el ser más feliz del mundo.

Ojalá les haya gustado, a mi me va encantando todo aisjdjabjs. Gracias de nuevo y nos leemos otro día...

Luna❤

El Niñero de Mi Hijo⚽WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora