VEINTISÉIS

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Omnisciente:

Sostenía entre sus manos lo que parece ser una caja sin importancia, tal vez era de zapatos. Lo que estaba buscando él: zapatos para ir con una de sus amantes. Al abrir esa caja negra, solo encontró papeles, con la letra de Esmeralda. Pequeños sobres blancos cerrados que poseían su nombre en el centro escritos con la letra de su esposa.
Al instante, abrió el primer sobre, estaban perfectamente acomodados del número uno hasta el veinticinco.
La verdad; él no tenía tiempo para las estupideces de su esposa. Pero de solo leer la primera parte de aquella nota, que claramente estaba dedicada a él, de solo leerla, fue consumiéndose como un cigarrilo, esos que él consume cuando termina el polvo con sus amantes, solo que ahora él se estaba consumiendo por las palabras de Esmeralda, lo que ella nunca le había dicho.

He estado buscándote tanto tiempo, te he encontrado con millones de zorras, que juegan con las sábanas de nuestra cama ¿y me dices que no es lo que parece?, que me puedes explicar, también me dices que soy tú única mujer, pero me estás mintiendo. Yo no soy tú mujer, solo me tomas como la idiota que siempre está para ti, tal vez, me pusiste en la lista de tus amantes o de tus estúpidas sirvientas, cuando debería de tener un mejor lugar siendo tú esposa. — Leyó en voz alta el castaño, recordándolo todo.

Rubén fue abriendo cada sobre, envolviéndose con la escritura que Esmeralda le dedicó, fue sintiendo lo que ella.
Las notas parecían escritas con tinta sentimental, se podía percibir la tristeza en cada una de ellas, y él no dudó en contagiarse de la misma, la culpa se apodera de él, llenándolo de lágrimas que no hacen otra cosa que distorsionar su vista, y calleron algunas sobre ese sobre vacío, y otras sobre las notas.

— ¿Cómo puedes amarme todavía, Esmeralda? —, preguntó limpiando su mejilla. Y ella no le respondió.

La culpa que sentía Rubén era inmensa.

Notas para un infiel; RubénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora