Epílogo

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Rubén y Esmeralda estaban observando aquella pequeña criatura, la cual habían concebido con tanta ilusión y amor.
Sonreían por estar felices, por sentirse amados nuevamente.
Rubén tomó la mano de su esposa la cual estaba reposada en el barandal de la cuna color rosa. La observó y solo la besó con tanta ternura. Al final, le sonrió tan lindo como siempre.

Es tan perfecta como su madre... — Dice Rubén observando a Esmeralda, quien recibe el halago con una sonrisa.

Es tan cálida como su padre. — Responde observando a la niña.

Observaron a la pequeña, que estaba feliz. Ahora se podía decir que todos lo estaban. Ahora no había amantes, solo ellos tres que estaban construyendo su vida nuevamente y le estaban dando lo mejor a su hija.

Y estaban siendo reconoensados por sus cambios, la vida les otorgó una hermosa felicidad, una que crecería junto con ellos y los mantendría juntos. Una hija.
Su matrimonio tomó conpostura y ya nada volvió a ser como antes, las cosas habían cambiado tanto que a veces Esmeralda pedía que si esto era un sueño, que por favor no la despierten jamás.

Ella después de tanto, pudo comprobar que el amor puede superar los obstáculos, y que si bien no siempre triunfa (el amor) con ellos si lo hizo, uniéndolos otra vez. Esta vez sí era para siempre, mejor dicho: hasta que la muerte los separe. Mientras tanto disfrutarían de Frances, su hermosa hija y de su matrimonio.

Fin.

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No me gustó tanto, pero quedó molón:3.
No soy buena con los finales amorosos y grandes epílogos con el tema amor:v, pero hice un esfuerzo.
Quería darles a entender que si hay amor, todo se puede, que no hay límites. Y pues...¡De kdar kdó!

Gracias por acompañarme en esta y en todas mis novelas, las amo potras.

Notas para un infiel; RubénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora