• CAPÍTULO CUATRO • "Comenzar con el pie izquierdo"

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—Golpea más duro —le ordenó el entrenador a Cameron. Se acercó y golpeó su espalda con el látigo.
Cameron contuvo el dolor apretando muy fuerte sus labios. Empezaba a acostumbrarse a recibir los golpes, aunque era el único que los recibía por ser diferente a los demás chicos con claro azul.

Cameron golpeó más fuerte el maniquí de hule espuma. Cayó al suelo. El entrenador lo observo satisfecho.

Lo hiciste bien Cameron.

No-no es necesario que me golpee con el látigo —su inocente voz, de la niñez, llena de temor habló.

¿Por qué no debería? —Inquirió su entrenador.

Porque soy el único al que golpea así. A-a los demás no —habia miedo en su temblorosa voz.

Es porque los demás son personas normales y tú no. Eres un humano con un claro azul que tiene un aura invisible. Eres diferente Cameron, mereces un trato distinto —tomó el látigo de nuevo. Cameron vió a su entrenador apretarlo, listo para usarlo en su contra—. Ahora, recibirás cinco.

Con cada látigazo las palabras de que era diferente a los demás resonaban en su mente. Eso era lo que le provocaba más dolor: saber que no era como los demás niños, solo porque su claro azul es invisible.

Sintió la primera gota de sangre deslizarse por su espalda. Estaba arrodillado, con sus manos extendidas en el frío pecho del maniquí. Lo apretaba con más fuerza mientras los latigazos seguían.

No fueron cinco latigazos, ya pronto serían quince.

Eres diferente Cameron...

Dieciséis látigazos.

No eres normal, ¿entiendes?

Lo entiendo entrenador —dijo. Las lágrimas cubriendo su rostro blanquecino.
Era más alto que los niños, no parecía alguien de siete años, parecía un niño de diez—. Soy diferente... No soy normal. Lo sé.

No vales nada Cameron. Repítelo.

No valgo nada... No valgo nada... No... —su voz se quebró.

Vete Cameron.

.

Se quitó la ropa de entrenamiento, no se sorprendió al ver la sangre extendida en la parte trasera de su playera. Simplemente se colocó la playera normal.
Sabía que si iba a la enfermería le curarían sus heridas, pero le mirarían de forma rara, porque sabía que los enfermeros pensarían que estarían curando a un humano normal. Lo cual no era así.

Caminó con la mirada en el suelo del pasillo dirección a las regaderas mientras sentía tristeza y frío.

.

Tiró la playera, que una vez fue de color blanco. Pasó un trapo mojado por su espalda, mientras salía de bañarse

No tenía ninguna clase, tampoco tenía un amigo. Sólo tenía dolor y tristeza; mismas que desahogaría al llegar a su habitación. Faltaban pocos metros para llegar a su habitación, avanzaba a ritmo rápido y las primeras lágrimas resbalaban de sus ojos azules.

"Respira." Creyó escuchar la voz calmada de su madre. Hace años que no la veía.

Cameron comienza a olvidarlos, comienza a olvidar qué es tener compañía. Ya está olvidando lo que es sentir cariño.


El chico que hablaba con sirenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora