Cuenta el narrador.
6 Meses después.
Campanas sonaban y sonaban de parte de la iglesia, ella ansiosa, con una toalla larga, en compañía de sus damas de honor, le ayudaban con su vestido.
-No puedo creer que ya te vayas a casar.- decían.
-Si tampoco yo.- hablaba la pequeña elizabeth.- además decidimos casarnos más rápido aún cuando le llegó la noticia.- le dijo entusiasmada.
Al decir esto, elizabeth dandole una gran sonrisa, se toca su vientre dando círculos en este.
-Y cuanto tiempo llevas.- dijo una dama de honor.
-Como 4 meses, al parecer son dos hermosos varones.- decía entusiasmada, ya que no dejaba de sonreír.
-Seran muchos invitados.- decía alguna mujer.
-Bueno, me pueden ayudar con mi vestido, ya creo que voy un poco tarde.-
La pobre de elizabeth se destacaba por ser perfeccionista, eso le había ayudado en varias situaciones de su vida.
Mientras unas con pinzas y secadoras de pelo, trataban de arreglarla, otras alizaban el largo vestido blanco.
Sin embargo, por otra parte, estaba Cristopher, quien no sabía cómo ponerse, si feliz por los acontecimientos que surgían, como el de formar una familia con la mujer que más quería o estar simplemente inquieto ante las situaciones que se le habían generado.
-Señor, está bién?.-
Cristopher no sabía que decir, no era el caso de la boda, que lo tenía inquieto, era más bien la carta que le había llegado.
Al parecer lo habían estado espiando no solo a el si no a su futura esposa, con malas intenciones.
-Creo... Que si... Por el momento, debemos aumentar las defensas.-
Cristopher no tenía salida, ¿y si intentaban algo en plena boda?
Lo más inquietante eran las fotos que contenían la carta, eran de el como de elizabeth, ese personaje sabía perfectamente de ellos, y al parecer sospechaba de alguien.
-Por el momento será mejor que se centre más en su boda, al parecer la llega de su heredero podría arreglar algunas situaciones.-
Era cierto aquello, sus herederos, porque eran dos, podría ser el apoyo por si algo saliera mal, además era obvio que por órdenes de la mafia, su esposa era ya parte de la misma.
Un poco más calmado, se arregla su corbatín rojo y salió despedido a la iglesia en su auto, pensando aún en todo lo que se podría venir.
Era hermoso aquel día, los pájaros cantaban, los árboles como de costumbre y el aire al aparecer daba pequeños susurros, el cielo despejado y un sol no tan fuerte iluminando las casas.
De nuevo las campanadas de la iglesia, que mencionaba la avenida de las 12 de la tarde, donde se unirían un hombre y mujer.
-Te vez preciosa.-
Le decían las damas de honor.
-Me dices la hora?.-
-Faltan 2 minutos para las doce, ¿querida a qué horas te casas?
-A LAS DOCE, CORRAN!!.
Por los largos pacillos de aquel lugar, la novia corría tratando de no caerse con sus tacones blancos, mientras las damas, levantaban la cola del vestido para que no se ensuciara, subieron todas a la limosina, y el chófer manejaba a todo poder.
Todos ya estaban reunidos en aquel recinto, Cristopher sudaba frío en pleno altar al ver que su prometida no llegaba y la mayoría balbuceaba, mientras camarógrafos esperaban a la salida.
-Se ha retrasado, debo empezar la misa.
Cristopher se le congelaba la sangre, estaba nervioso.
¿y si fue un engaño o algo le pasó por aquella carta?
Eran cosas que rondaban por la cabeza de aquel hombre impaciente.
Impactado al oír el organo, con la clásica acústica de boda, giro su cabeza rápidamente y la vio allí, entrar poco a poco con un ramo de flores y detrás de ella una mujer ayudándole, dos niños tirando flores y otro con los anillos.
Sabía que era el día perfecto para unirse, sus preocupaciones se acabaron, sus temores se esfumaron solo eran los dos, a punto de cruzar sus caminos.
Mientras la misa continuaba, por la cabeza de ambos, pasaban los recuerdos de esos dias, cuando la vio por primera vez en aquel callejon, cuando la invitó a casa, cuando durmió con el, los momentos malos y felices.
Se miraron cada uno a los ojos.
-Elizabeth, aceptas a este hombre como esposo, para quererlo y adorarlo por toda la eternidad en la salud y en la enfermedad?.-
-Acepto.-
-Y tu Cristopher, aceptas a elizabeth como esposa, para cuidarla, amarla y respetarla por toda la eternidad?.-
-Acepto.-
-Por el poder que se me a dado, yo declaro marido y mujer a esta pareja hasta que la muerte los separe, puede besar a la novia.-
Fue la mejor sensación, pensabas Cristopher, mientras los aplausos inundaban el lugar, el solo pensaba en la buena decisión que había tomado, salieron de la mano corriendo.
Todas las mujeres desesperadas por el ramo, mientras esté giraba por los aires, cuando cayó al piso, cada una gritaba por buscarlo.
Se reían apenas, mientras algunas parejas rezaban para que no lo encontrara.
Se subieron al auto, un beso más y luego fueron a casa, a vivir como una pareja normal.
Fin
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Casada Con El Jefe De Mi padre.
RomanceEstá, es la historia de una chica de preparatoria, que tuvo por parte de sus padres un trágico destino. Después de la muerte de su madre, su padre debe tomar el control de la casa, sin embargo, las múltiples deudas que se le habían acumulado, hacen...