Capítulo 4

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Narra Lauren

Tengo que admitir que Camila es ingeniosa, probablemente si fuera un hombre el que me dice esas cosas, pensaría que es un idiota, o un mujeriego que le dice lo mismo a todas, pero con ella me parece un poco adorable. Quizás ella también lo sea y le diga lo mismo a todas pero quiero creer que no. No puedo negar que siempre me saca una sonrisa y a veces es algo que necesito y que me baje de ese mundo de superficialidad en el que a veces me muevo cuando salgo de mis clases y mis libros. Jason es un importante ejecutivo y en muchas ocasiones tengo que acompañarle como su mujer a cenas de negocios, donde solo soy su trofeo, su guapa y sin cerebro mujer, ya que no puedo ni hablar. Es algo que odio, soy su "preciosa" mujer solo ahí delante de sus compañeros porque hace mucho tiempo que no me lo dice a mí, aunque sé que en gran parte es mi culpa.

- La nueva está muy buena – dijo Shawn, sacándome de mis pensamientos.

- Sí, aunque creo que tiene otros intereses... - contestó Dinah mirándome a mí.

- ¿Qué? – preguntó Shawn.

- Que le interesa más cierta morena de ojos verdes – le respondió Dinah.

- No me puedo creer que le gusten las mujeres, eso es aún más sexy. Bueno quizás también le gusten los hombres, yo lo pienso intentar ¿habéis visto que culo tiene? – preguntó Shawn.

- Claro que lo he visto, si sobresale más que ella misma – dijo Dinah – y suerte con eso...

Yo también me había dado cuenta, la chica tenía un cuerpo envidiable y tengo que admitir que la idea de Camila con Shawn no me gustaba ni un poco. No sé si el loco de Shawn tendrá alguna oportunidad, lo único que sabemos de Camila es que tontea conmigo pero ni si quiera sé si es en serio.

- Bueno chicos yo también me voy, nos vemos mañana.

- Hasta mañana – respondieron los dos.

Me dirigí a coger mi bici y me fui hasta mi casa. Siempre me ha gustado montar en bici y que me dé el viento en la cara, me gusta esa sensación de libertad y bueno también me sirve como algo de ejercicio para mantenerme en forma. Llegué a casa y Jason aún no había llegado así que me puse a preparar algo de comer, decidí hacer pasta que es algo rápido y yo moría de hambre. Terminé de cocinar y me dispuse a comer mientras miraba la tele, aunque en verdad estaba perdida en mis pensamientos. Jason fue mi primer novio, nos conocimos en el instituto y realmente en ese momento moría por él, era mi primer amor y con él descubrí muchas cosas. Todo cambio tras la muerte de mi padre, fue algo muy doloroso y yo entré en una especie de depresión. Jason estuvo a mi lado en todo el proceso y cuando terminamos la universidad me pidió matrimonio. Yo no estaba segura de nada, ni de querer casarme pero se lo debía, él estuvo conmigo en mis malos momentos y me ayudó a salir de ahí pero realmente nunca volvimos al principio. La puerta se abrió sacándome de mis pensamientos.

- Cariño, ¿dónde estás? – me preguntó él.

- Aquí – contesté mientras él venía y me dejaba un beso en los labios.

- Te he comprado un vestido para la cena de esta noche – me dijo Jason

- No me acordaba de la cena, estoy muy cansada después del día de hoy y no me encuentro muy bien – le respondí yo.

- Lauren no me jodas, no te pido nunca nada. La cena de esta noche es muy importante y necesito que vengas conmigo – me imploró él.

- Está bien... - le contesté.

No me apetecía absolutamente nada ir con él a esa cena pero no me quedaba más remedio. Me subí al cuarto y me metí en la ducha. Necesitaba relajarme y alejar los pensamientos de mi mente. El agua caliente sobre mi cuerpo realmente ayudaba. Tenía 26 años y trabajaba en algo que me apasionaba pero mi relación con Jason cada vez era peor, hace mucho que me di cuenta de que no estaba enamorada de él y que esto no iba a funcionar pero no podía hacerle eso, no después de todo lo que él ha hecho por mí. Así que lo más fácil es seguir como estoy, viviendo una mentira, complaciéndole en la medida de mis posibilidades y refugiándome en mis libros y mi mundo de fantasía. Cerré el grifo del agua y salí de la ducha, necesitaba dejar de pensar, así que puse música mientras me arreglaba. Me maquillé y empecé a convertirme en la muñequita de porcelana sin cerebro, realmente ya lo había hecho tantas veces que me salía de forma automática. Terminé de arreglarme y bajé al salón donde Jason ya me esperaba.

- Vamos o llegaremos tarde – me dijo él fríamente, subimos al coche.

- ¿Dónde es la cena? – le pregunté.

- En un restaurante cerca de la playa, es nuevo – me contestó él.

Tras unos diez minutos de trayecto, por fin aparcó y yo me bajé del coche. Hacía una temperatura ideal y miré a la playa antes de dirigirme al restaurante. No había mucha gente pero a lo lejos descubrí a una chica morena en bikini que daba saltitos y jugaba con las olas y puedo jurar que era Camila. Se la veía tan tranquila, tan feliz, ella sola y no necesitaba nada más y yo me moría por poder unirme a ella, en vez de meterme en un restaurante con una panda de machistas que solo piensan en quién la tiene más grande. Pero esta era mi vida, la que yo me había buscado. Desde afuera éramos la pareja perfecta, yo profesora y el ejecutivo, los dos guapos y jóvenes, pero nada más lejos de la realidad. La cena se me pasó eterna, no abrí la boca ni una sola vez. Al menos por fin había terminado, y podía volver a casa y descansar, que mañana tendría que madrugar para ir al trabajo de nuevo.

El despertador sonó sacándome de mi profundo sueño, me arreglé y bajé a desayunar, por suerte Jason aún no tenía que levantarse, así no tenía que encontrarme con él. Cogí mi mochila con mis libros y mis apuntes y me fui en bici al instituto. Por en medio del camino, vi como un coche grande y rojo se ponía a mi altura y bajaba la ventanilla.

- Preciosa, ¿cuándo me vas a dar una vuelta en ese maravilloso vehículo? – me preguntó, era Camila.

- No te rías de mi pequeña – le dije yo.

- No me estoy riendo, realmente me encanta y te lo preguntó en serio – me dijo ella.

- Cuando quieras – le contesté yo – ¿pero qué interés tienes en montar en mi pequeña teniendo semejante mastodonte?

- Bueno el interés realmente lo tengo más en la dueña y así te puedo abrazar por la cintura mientras me llevas en tu bicicleta pero me encanta la sensación del aire en la cara – me dijo ella con las cejas en alto.

- Eres una idiota – le dije yo riéndome.

- Te veo ahora en el insti, preciosa – me respondió guiñándome un ojo y yéndose con su coche.

Camila estaba despertando una curiosidad en mí que nunca antes había tenido y no podía negarlo más.


PROFESORAS (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora