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Valeria Collins.

—Valeria, Val, hija, ¡eh! -mi madre chasquea los dedos delante de mi cara.

—¿Qué? Ah, sí, sí, estoy aquí. -sonrío.

Vale, admito que Daniel me ha distraído. Solo un poco.

Antes de sentarnos, todos nos saludamos.

—¡Daniel cielo! -dice mi madre- Ven aquí, qué mayor estás y qué guapo -ella me mira y me guiña un ojo.

Mamá quiéreme por favor.

—¡Val! -escucho mi nombre, es mamá.

—¿Sí mamá? -me acerco.

—Ven, te presento a Eva.

—Hola, soy Valeria Collins, encantada. -sonrío.

—Hola cariño, yo soy Eva, un placer. -me da dos besos.

Por la otra banda, se acerca el pesado.

—Dios mío, nuestros niños juntos otra vez, como en los viejos tiempos. -le dice mi madre a Eva.

¿En serio me está pasando esto a mí?

Sí bueno -carraspeo- ¿Nos sentamos?

—Sí, claro, mejor así. -dice Daniel.

—No eres el único que quiere coger la puerta e irse de aquí. -le susurro.

—¿Tienes miedo a perder, Collins?

—Eres el blanco perfecto, absolutamente no. -nos sentamos al lado, obligados.

—¿Qué pasa si no consigues esa beca? Digo, eso pasará seguro. -él pregunta.

—No tengo tiempo para pensar en cosas absurdas, cállate ya Oviedo.

(...)

Tin, tin, tin era el sonido de la cucharilla en la copa.

—¿Un brindis por Valeria Collins y Daniel Oviedo? -pregunta la directora.

—¡Sí! -dicen los invitados al unísono.

Adiós vida.

Todas las copas se juntaron al brindar, nosotros sonreíamos por no quedar mal.

—¿Algo que decir, chicos? -pregunta de nuevo la directora.

Nos miramos a la vez y yo le miré dando a entender que esta vez tendría que empezar él a hablar.

—¿Qué decir? -ríe por nervios- Es un placer tener que compartir esta experiencia con una persona tan -hizo una pausa- excelente como es Valeria. Solo puedo dar las gracias. -sonríe falso.

Vaya, le costó decirlo.
Todos aplauden.

—Deberías pensar en meterte en una escuela de teatro. -digo entre dientes.

—De nada por el halago.

—Oh claro, fue tan creíble. -digo irónica.

—Pero si eres excelente. -ríe con sarcasmo.

—Idiota. -le piso el pie por debajo de la mesa y él se queja.

(...)

La cena llegó a su fin, pero mi madre quería charlar más y más con Eva.
Ya estoy cansada de estar de pie hablando y respondiendo preguntas que tienen que ver con la beca, la universidad y las notas.
Yo solo quiero dormir, ¿tanto pido?

Me acerco a mi madre.

—Oye, voy a ir yendo a casa, me caigo de sueño. -susurro para que nadie escuche.

—¿Caminando? ¿A estas horas? ¿Y con este fresco de madrugada? -me mira no muy convincente.

—Mamá por dios, que voy a cumplir dieciocho años.

—Claro, está bien. -se despide y me voy.

Mamá.

—Permíteme un momento, Eva.

—Claro, te espero aquí. -sonríe.

Me dirijo a Daniel, que está hablando con un grupo de gente.
Le hago una seña para que se acerque a mí.

—Hola. -me sonríe.

—Cariño, Valeria se va y aunque diga que ya es mayorcita, me gustaría que le echases el ojo por si... ya sabes, porque me preocupo.

—¿Está de camino a casa?

—Así es.

No parece convencido.

—Por ti lo que haga falta, pero me debes esas tortitas que hacías al desayuno. -ríe.

—Hecho. -guiño un ojo.


Uh, ¿acompañará Daniel a Valeria? ¿Pasará algo? ¿Intriga?
Por cierto, el número de lecturas está mal, pero bueno:(
Buenas noches/días/tardes

CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora