Valeria Collins.
Cuando llego al último escalón de la parte de abajo de la casa, me detengo y observo.
Todo despejado Valeria, puedes desayunar en paz y tranquilidad.
Ventajas de despertarse "temprano". Pensé.Entro en la cocina y veo una nota de mi madre aplastada por un imán en la puerta de la nevera.
'Cariño, voy a pasar el finde fuera con amigas. Así estarás más a gusto con toda la tropa en casa.
No desordenes, lo digo por los chicos, ya que tú no tienes problema. Y asegúrate que nadie entre en mi baño, ya sabes, es sagrado.
Te quiero.'Me río tras leer lo último.
Tiro la nota porque esa información se queda en mi cabeza. Me dispongo a hacerme un zumo de naranja y un par de tostadas.
Huele a... .—Supongo que hoy no podré desayunar en paz y tranquilidad. -digo.
Mi olfato no falla.
Daniel entra en la cocina tosiendo. Esa tos es suya, así que me lanzo y digo:
—¿Qué tal la noche Daniel? Disfrútala porque cada noche que pasa, es una menos para que te vayas. -me chupo el dedo, tiene aceite.
Él ríe y niega con la cabeza a la vez que se sirve un vaso de agua.
—Buenos días a ti también.
Estoy dándole la espalda, pero sé que ahora mismo está enarcando las cejas y sonriendo de lado.
Es el típico gesto de chico sobrado.No quiero darme la vuelta, me voy a poner nerviosa y tengo la certeza de que me va a salir la sonrisa tonta.
Solo estoy deseando que baje Jesús o Amalia.—No quiero ponerte de mal humor, pero he oído decir a Jesús que piensa irse con tu mejor amiga unos días.
Dejo de untar mermelada en las tostadas y me doy la vuelta.
—¿Qué? -exagero.
Él se muerde el labio inferior.
—Lo que oyes. -abre mucho los ojos.
¿Me esperan días conviviendo con Daniel? ¿Los dos solos? ¿Qué está pasando?
Jelou reinassss y reyes.
Espero que os esté yendo todo genial.
Recordad algo: no perdáis tiempo en nada ni nadie que no valga la pena, vale?