Valeria Collins.
—Pues Daniel tiene un mal día... Ni caso. -aflojo el tema.
—¿Tan mal día tiene después de irse a un parque de atracciones? -mamá se cruza de brazos.
—De verdad, a veces es así de raro. -dice Jesús.
—Mmm... -piensa- bueno, os he dejado comida preparada en la mesa por si queréis picotear.
Mi madre se va y Jesús y yo entramos en casa.
Al rato comimos algo mientras comentábamos cosas del día y de personajes de televisión.—No tienes buen gusto para las películas. -le digo.
—Lo mismo digo. -ríe.
Dejo de comer cuando me doy cuenta de que Dani tarda mucho en bajar y en tener hambre.
—Oye, voy a subir a ver qué hace. -Jesús asiente y yo subo.
Camino despacio y con un poco de nerviosismo debido a que no sé cómo será la reacción de Dani. Nunca lo había visto así de enfadado.
Llego a la puerta de la habitación, que está arrimada. Con un ligero golpecito, logró abrirla del todo.
Lo veo tirado boca abajo en su cama.—Hola. -digo bajito aún en la puerta.
Suspira muy largo.
—Qué quieres. Qué queréis todos ahora.
—¿Saber qué narices te pasa? -pregunto obviando.
—¿Nada? -responde igual.
—Eres un borde y un gruñón. -me adentro en el cuarto.
Se da la vuelta y se incorpora, sentándose así a los pies de la cama. Apoya sus brazos en las rodillas y entrelaza sus manos.
—¿Te gusta mi hermano, Valeria?
—Perdona, ¿qué? -se me escapa una risilla.
—Que si sientes algo por mi hermano. -repite frío y seco.
—¿Pero te has vuelto loco? ¿A qué viene todo esto? -frunzo el ceño y lo miro.
—De verdad, no hay problema si te gusta. Además, te lo puedo conseguir. -se levanta y sonríe raro.
—Mejor voy a bajar a ver una serie o alguna película con Jesús, cuando se te pase la tontería puedes venir. -me pongo seria y me voy.
Me parece estúpido e inmaduro lo que acaba de decir. Tampoco sé a qué vino ni a qué se refería. En todo caso, sobraba.
La cosa se pone tensa, me encanta.
Ahora le he cogido gusto a escribir en la madrugada.
Buenos días otro día más bellos y bellas que sois. ❤