—Entonces, tu nombre es Glen, ¿no es así? —El hombre pelinegro se alejó de la ventana y tomó asiento en su escritorio, enfrente del cual habían dos sillas. Glen permaneció inmóvil, sintiendo como el corazón le golpeaba el pecho—. Puedes sentarte, si gustas. —Ofreció el sujeto señalándole una de las sillas, pero ella no se movió. ¿Qué era todo aquello? ¿Qué planeaban hacer con ella? Y en definitiva, ¿qué querían en concreto aquellos sujetos?—. Oh, allí estas Mael. ¿Qué tienes?
Solo entonces Glen medio se movió. La puerta por la que había ingresado permanecía abierta, a su costado estaba la mujer pelirroja que la escoltó hasta allí y por la puerta ingresaba el sujeto que le extrajo sangre un poco más temprano y que por lo visto respondía al nombre Mael. El joven caminó hasta detenerse a su lado y miró al sujeto del escritorio con lo que a Glen le pareció era respeto y algo de temor.
—Señor, como sabe hice dos pruebas. La más eficiente aún no ha arrojado resultados, pero la más rápida sí, salió positivo.
Hubo un pequeño silencio, Glen no entendía nada y tampoco era que le interesara mucho entender, lo único que deseaba era ver a Bastiaan y salir de ese lugar. Como si las estrellas hubieran escuchado sus deseos, Glen escuchó el sonido de unas botas tras de sí, se giró contemplando la puerta abierta. Era Bastiaan, usando pantalones grises lisos, una playera negra simple y sus botas negras de soldado. Pero algo no andaba bien, él no la miró, caminó hacia adelante, situándose al lado de Mael y miró al tipo del escritorio.
—¿Escuchaste Bastiaan? La prueba rápida dio positivo. —Glen miró a Bastiaan. El muchacho se veía tranquilo, como si entendiera a la perfección todo lo que estaba pasando mientras que ella a cada segundo que pasaba estaba más confundida.
—Le recuerdo que para mejores resultados, es mejor esperar a la prueba más eficiente. Es más segura —comentó Mael, el sujeto del escritorio sonrió.
—Sí, lo sé Mael. Muchas gracias, retírate por favor. Recuerda que estas encargado de este caso. Dame informes conforme avances.
—Permiso, señor. —El muchacho se retiró, dejando un espacio entre Bastiaan y Glen que esta última parecía querer acortar con una mirada, pero el soldado Fuego parecía renuente a complacerla.
—Muy bien. Bastiaan, debo decir que estoy impresionado. Por un lado hiciste un gran trabajo al traer al muchacho, por el otro, recuerdo que se te dieron ordenes de deshacerte del civil y en su lugar trajiste dos.
—Si me permite señor. Sospechaba de las dos, y según nuestro código no podía prescindir de ninguna sin estar seguro. —El tipo sonrió, como si estuviera satisfecho con la respuesta.
—Bien, en cuanto a la niña no hay duda, sin embargo, en cuanto a la muchacha. Aun no estoy convencido. —¿Niña? Glen pensó de inmediato en Monna, y en cuanto al muchacho, ¿podrían estar acaso hablando de Ian? Pero ¿qué querían con todos ellos? Con cada minuto que pasaba Glen se convencía de que no deseaba terminar de averiguar por qué ocurría todo lo que estaba pasando.
—Señor, ha habido muchos casos de híbridos con poderes tardíos. Algunos incluso solo presentan su poder en momentos desesperados. —Glen pudo ver un pequeño destello pasar por el rostro de hombre. Fue como una ligera elevación de las cejas y luego un ligero fruncir de ceño. Todo ello mientras observaba a Bastiaan, para luego centrar su atención en ella.
—Jovencita, ¿alguna vez has sido capaz de dominar fuego? —Todo se silenció por un instante. Glen miraba con desconcierto al sujeto que parecía mirarla con real interés. ¿Controlar el fuego? ¿Cómo podría ella llegar a lograr eso sí solo era una simple chica Tierra?
—No entiendo la pregunta —era lo primero que decía desde que despertara en aquel lugar, y la verdad era que eso resumía bastante bien lo que pasaba por su cabeza. No entendía, ni la pregunta, ni porqué estaba allí, ni qué querían de ella, ni lo que Bastiaan tenía en realidad en su cabeza. Pero el hombre no pareció molestarse, porque ladeó una sonrisa.
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Voluntad de Tierra [Razas #1]
Science FictionPRIMERA PARTE DE RAZAS. El planeta Tierra no es el único habitado y forma parte de una organización llamada La Hermandad, que se encarga de mantener el orden entre los habitantes de los cuatro planetas que la conforman, con reglas muy específicas: L...