Shannen estaba practicando una nueva técnica cuando su madre le pidió que se encargara de la organización de la celebración anual que se hacía en Talamh a pocas semanas de finalizar el año. Era un encargo sencillo, e incluso podría llegar a ser algo divertido de hacer, lo que a Shannen le molestaba no era realizar el trabajo, sino el motivo de la fiesta.
En años anteriores había asistido con su familia y no podía negar que a veces resultaba divertido, pero eso no afectaba en nada lo que ella pensaba de los habitantes de Tierra. No le gustaba la gente Tierra, aunque a veces ni siquiera estaba segura del porqué, era algo en ellos. En sus formas de hablar y sus ademanes, en sus costumbres y modismo. O quizás, era solo porque había crecido en la Uisce, en donde rara vez se les veía y en donde la mayoría de sus habitantes pensaban igual que ella.
Como fuera, no podía negarse a una petición de su madre. Porque a pesar de que Kenna nunca era mandona o intimidante, sí era una madre estricta que esperaba siempre la excelencia. Además, a lo largo de los años ella había visto a su hermano Ian esforzarse por ser el mejor en todo, y ella no pensaba quedarse atrás. Las últimas semanas él se había convertido en la mano derecha de su madre. El chico en realidad estaba aprendiendo cosas sobre política y asuntos de la ciudad. Incluso ya no le veía tanto como antes y ella comenzaba a sentir que se quedaba atrás, era ese otro motivo para no rechazar la petición de su madre.
La fiesta de La Unión era un importante evento en la Tierra. Se celebraba la unión del planeta a la organización de La Hermandad y se propagaba el espíritu de integración. Para aquella fiesta siempre venía alguna personalidad de los otros planetas, en realidad, siempre era un embajador Sueño que se presentaba para representar el espíritu de unión. Pero Shannen sabía que la fiesta de ese año tenía una importancia distinta a las otras y eso era gracias a la presencia de los soldados Fuego. Con anterioridad nunca había ido nadie de ese planeta y entonces tenían a tantos de ellos allí. En definitiva, era un buen momento para convertirse en la organizadora de tremendo evento.
Pero aun así necesitaba apoyo, consejo o siquiera alguien que la escuchara, y como no consideraba precisamente como amigas a las chicas de la Uisce y creía que Urien y Mika eran muy blandos con la gente Tierra, fue con la única otra persona que sabía que la comprendería. Ian estaba tumbado en su cama, tenía la tableta encendida sobre el estómago y miraba hacia el techo, con los brazos cruzados tras el cuello. Ella entró y se sentó a su lado, observó la tableta y se encontró con una partida a medio jugar de Cogadh.
—Odio este juego —dijo, pulsando a una de las figuras y haciéndola avanzar tres pasos. Una llamarada apareció y la figurita desapareció. La tableta se movió bajo la risa de Ian.
—Eres mejor en otras cosas, ¿cómo va la técnica nueva?
—En proceso. ¿Sabes que mamá me pidió que organizara la fiesta de La Unión? —Él asintió.
—Un gran honor. Tengo entendido que eres la primera chica de diecisiete años en ser escogida para eso. Así que deberías prepararte para las habladurías.
—¿Cuáles habladurías?
—Bueno ya sabes, a la gente le gusta hablar y como eres la hija de la Ceann, pueden llegar a decir que no lo ganaste por mérito, sino por favoritismo. Lo cual puede no llegar a ser del todo falso, pero, sí algo sé es que tienes un excelente gusto y harás un trabajo que le cierre la boca a todos.
—Eres cruel.
—Lo sé. —Ambos rieron, él con suficiencia, ella porque adoraba el humor cruel de su hermano, luego soltó un suspiro de molestia.
ESTÁS LEYENDO
Voluntad de Tierra [Razas #1]
Science FictionPRIMERA PARTE DE RAZAS. El planeta Tierra no es el único habitado y forma parte de una organización llamada La Hermandad, que se encarga de mantener el orden entre los habitantes de los cuatro planetas que la conforman, con reglas muy específicas: L...