Ian estaba en el jardín de su casa, sentado en los escalones a la sombra. Shannen cerca de la fuente, jugaba con el agua que salía de ella. La hacia bailar a su alrededor, la ondulaba, la convertía en finas gotas y luego la alargaba y la juntaba de nuevo. Ambos esperaban a Urien, que por millonésima vez estaba retrasado. Ian soltó un suspiro, al tiempo que la puerta tras él se abría.
—Hola, lamento el retraso. —Urien caminó hacia Shannen, dejando su chaqueta verde colgada del barandal al lado de Ian.
—¿Qué te quedaste haciendo? —Ian se acercó. Ambos chicos comenzaron un calentamiento, e Ian notó como Urien le rehuía la mirada.
—Es que, el lavandero tenía varios clientes.
—Uh, ¿qué hay de lo nuestro?
—Todavía no está listo.
Ian miró hacia su hermana, que le correspondió a la mirada. Ambos lo sabían, algo estaba pasando. Pero Ian no pudo indagar más como hubiera querido, pues mientras Urien tomaba agua de la fuente y la arrojaba hacia Shannen que intentaba bloquearla, dijo.
—Por cierto, ¿a que no adivinan a quien me encontré en Talamh?
Se movían por el jardín, en una pequeña batalla de agua. Ian permanecía quieto, observándolos, sin riesgo de ser tocado por sus proyectiles. No solo porque Shannen era muy diestra con el agua, sino que él lo era más, de percibir cualquier movimiento en su dirección, reaccionaria al instante.
—Dudo que a alguien importante —contestó Shannen—. No hay nadie en ese pueblucho que valga la pena. —Ian notó algo en ese instante. Algo que su hermana no. Y era que a sus palabras, una sombra había surcado el rostro de Urien, como si no estuviera de acuerdo en con tal afirmación, pero no se animara a decirlo—. Estoy cansada —dijo Shannen de pronto, el agua que iba y venía cayó al suelo—. Sigan ustedes, ¿bien?
La rubia le dio un beso a su hermano en la mejilla y se adentró en la casa, Urien tenía una ceja alzada.
—¿Tanto me tardé?
—Sí, de hecho sí. ¿Hace falta que diga lo mal que esta eso? Aun te falta entrenamiento, a tu edad ya deberías manejar más que bien las técnicas fundamentales.
—Ey, ya las manejo. —Como queriendo demostrar que no, Ian movió la mano derecha, sin levantarla, sin apuntar, y en un segundo Urien era atacado por la espalda con un proyectil de agua. Soltó una exclamación e Ian sonrió.
—¿Lo ves? Dime, ¿qué te quedaste haciendo?
—Ya te dije, el lavandero estaba muy ocupado.
—¿Sabes? Hay algo que no entiendo. ¿Por qué sigues yendo con ese señor? Aquí en la Uisce tenemos también uno.
—Sí, pero es que ese señor es muy bueno en su oficio, tú mismo lo dijiste.
—Dije que para ser Tierra, hacia un muy buen trabajo. —Ian intentó atacarlo de nuevo, pero en esa ocasión Urien pudo bloquear el ataque, sonrió, pero no por mucho, Ian atacó de nuevo, teniendo éxito. Urien intentó contener su frustración, ya estaba todo empapado mientras que Ian permanecía seco. Eso en el entrenamiento Agua, decía mucho.
—¿Sabes? Nunca he entendido porqué los juzgamos a todos por igual. Que sean Tierra no los hace menos que nosotros. —Ian alzó una ceja, sorprendido por tal aseveración.
—¿Estas follando con alguien de la Tierra? —lo dijo en tono de burla, pero supo de inmediato la respuesta a su pregunta, pues Urien no solo enmudeció, sino que le desvió la mirada, para luego intentar taparlo todo.
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Voluntad de Tierra [Razas #1]
Science FictionPRIMERA PARTE DE RAZAS. El planeta Tierra no es el único habitado y forma parte de una organización llamada La Hermandad, que se encarga de mantener el orden entre los habitantes de los cuatro planetas que la conforman, con reglas muy específicas: L...