Capitulo XVIII: ALGUNAS REVELACIONES

29.1K 1.5K 152
                                    

Ian volvió tarde a casa. Se quedó en el bosquecillo pensando en su arrebato sincero. ¿Cómo se le pudo ocurrir soltarle esas cosas a Glen? Se sentía idiota, se sentía como un loco imprudente, algo que él nunca era. Ian siempre estudiaba y detallaba todas las situaciones que enfrentaba a diario, pero en ese instante teniéndola a ella enfrente se sintió impulsivo y luego de verla irse se sintió mal, porque él no era así.

Estaba molesto, desde que descubriera que Urien andaba en algo extraño no había actuado como de costumbre. ¿Cómo se le ocurrió pensar que Urien podía estar teniendo algo con el animalito de Glen Stevarius? Soltó una risilla sarcástica mientras se encaminaba a su casa por las calles de Talamh. Por supuesto había muchas cosas que le hicieron pensar en eso.

Como cuando Urien les contó a él y Shannen que se la había encontrado en la ciudad y luego la forma en que siempre acudía a la lavandería, él bien sabía que Glen no vivía allí por aquel tiempo, pero la muchacha siempre rondaba la zona y cuando supo del desalojo de El Valle y de que Glen había encontrado hogar en dicha lavandería fue otra prueba de que el affair de Urien era con ella y como estocada final, la mirada de reconocimiento entre Mika y la muchacha. Pero se había equivocado. Lo descubrió una tarde, en un paseo para nada programado.

Se había zafado de los deberes con su madre y se escabulló a un lugar en donde sabía nadie le encontraría: aquel bosque que bordeaba los límites de la ciudad de la gente Tierra. Lo recorrió largo rato hasta que encontró un árbol que parecía lo suficientemente cómodo, se sentó entre sus gruesas raíces y se quedó allí hundido un instante, para luego sacar su tabla eléctrica y ponerse a jugar Cogadh, minutos después le llegaron las risas.

Detuvo el juego y escuchó sin levantarse, la voz del chico resultando extrañamente familiar y entonces espió con cuidado y los vio. Urien estaba con aquella morena que él había visto antes, la hija del lavandero y la amiga del animalito. Ian recordó que sonrió al verlos y no terminaba de comprender el porqué de esa sonrisa, pero sabía que le aliviaba al fin conocer la verdad pues podría actuar en consecuencia.

Su primer pensamiento fue atormentar a Urien. Fingir demencia, como si él aun no estuviera al tanto de nada y así burlarse de su hermano adoptivo a sus anchas, pero entonces llegó la noche y su llegada a casa y con eso una conversación pendiente con su madre.

Estaba llegando a la Uisce, cuando retazos de la conversación de esa noche volvían a desarrollarse en sus recuerdos. Recordó que Shannen estaba dándose un baño y su madre le pidió que la acompañara al despacho. Estaba rara, Ian supo. Sus ojos se veían cansados y su voz era aprensiva.

—Pensé que era mejor hacer esto gradualmente que soltar toda la información de golpe a los tres —comenzó su madre mientras tomaba asiento en la silla de su escritorio y con un movimiento le indicaba a él hacer lo mismo—. Y sabes que confió en tu buen juicio, hijo. Sé que llegado el momento tú me ayudarás con tus hermanos, no es fácil de procesar lo que tengo para decirte.

Ian se sentía contrariado. No entendía qué podía llegar a ser tan difícil de contar como para que su madre se pusiera de esa forma. Pero él la obedeció, se sentó delante de ella y escuchó con atención. Al principio no sabía qué decir, supo que estaba en estado de shock, de escuchar tantas verdades inquietantes juntas. Verdades que aclaraban muchas dudas que había tenido con el pasar de los años pero que nunca se atrevió realmente a satisfacer. Esa noche, habían quedado muchas de sus preguntas respondidas. La foto en el escritorio de Melvin cobró sentido, la explicación del porqué aquellos pelirrojos estaban en Tierra le fue revelada, además del verdadero motivo por el que su padre había muerto cuando él era solo un bebé.

Voluntad de Tierra [Razas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora