-No lo entiendo. -Yosano daba vueltas por la clínica como si fuese un animal salvaje confinado en una jaula demasiado estrecha. Sentado en el mismo incómodo taburete de siempre, Kunikida se limitaba a despeinarse el cabello al pasar la mano por entre sus rubios mechones-. No le gustan las flores, no le gusta el chocolate... ¿Qué demonios le pasa a Dazai en la cabeza?
-Yo también me lo pregunto, aunque no por sus gustos retorcidos precisamente.
Akiko miró al idealista frunciendo el ceño. No parecía desanimado, pero tampoco alegre. Estaba neutral, serio, casi inexpresivo. Tenía esa clase de cara que se pone cuando piensas en algo con mucha intensidad. La doctora dedujo fácilmente que le estaría dando vueltas lo sucedido en casa del suicida como si de un problema de optimización se tratase.
-¿Y dices que fue borde contigo cuando fuiste ayer?
-Quizá borde es demasiado fuerte. Pero estaba taciturno y a la defensiva. Creo que sólo lo he visto así cuando pactamos la tregua con la Port Mafia. Aunque ahí se mostró más arisco.
-Quizá oculte más cosas bajo las vendas que únicamente cicatrices.
-¿A qué te refieres?
-Estamos hablando de Dazai, ¿no? De cómo es en realidad no sabemos nada. Lo más probable es que oculte su personalidad tan celosamente como sus heridas. Y tú viste algo que guardaba en secreto. Lo que más me sorprende es que no te echase a patadas.
-Creo que por un momento quiso hacerlo, me vi recibiendo un portazo en la cara.
-¿Sigues enamorado de él después de lo de ayer?
-Más todavía si cabe. -Afirmó el idealista sin titubear. Yosano contuvo una sonrisita, satisfecha por esa respuesta.
-¿Por qué?
-No estoy seguro. Pero soy un detective y un matemático, las dos al mismo tiempo. Dazai es como ese enigma, ese problema que parece imposible de resolver. Es ese caso que hace que te tires de los pelos por su nivel de dificultad. Y cada cosa que descubro de él, cada pista que me acerca a la solución, me atrapa todavía más.
-Y por eso dicen que el amor es incomprensible... -Suspiró la doctora.
-¿Vas a seguir ayudándome?
-¡Por supuesto! Me niego a echarme para atrás ahora. Además, si te dejase conquistarlo solo o lograría suicidarse antes de que te confesases o seguiríais eternamente en la parte del sexo sin compromiso.
-¿Se supone que ya hemos salido de ella?
-Es posible. ¿Hace cuanto que no folláis?
-¿No podrías ser un poco más fina, Yosano-sensei? ¿Y desde cuándo importa tanto nuestra vida sexual?
-Desde que vuestra relación se basa en sexo. Vamos, que desde el principio. Ahora contesta.
-Pues... entre unas cosas y otras, casi una semana. Ayer me marché de su casa a dos velas porque no estaba el ambiente como para hacer nada. Es más, creo que me invitó amablemente a largarme.
-Entonces, ha llegado el momento.
-¿Qué momento?
-¡El de pedirle una cita!
-¡¿Eh?!
***
En la cafetería bajo la Agencia, Kunikida se encontró a Tanizaki y a Dazai tirados sobre una de las mesas. Literalmente, ambos estaban con la mitad superior del cuerpo sobre la madera. Al lado del estudiante y del suicida respectivamente descansaban un vaso de zumo de naranja y un café. Los hielos de ambas bebidas parecían próximos a derretirse. La presencia de la cafeína causó en Doppo el recuerdo del chocolate y de la noche anterior. Quiso pensar que la cara le ardía por el calor y no por la vergüenza.
-¡Hola, Kunikida-kun! -Con una enorme y falsa sonrisa, como si el episodio de las vendas jamás hubiera sucedido, Osamu se incorporó en su asiento nada más verlo entrar.
-Hola, Tanizaki, Dazai.
-Buenos días, Kunikida-san... -Murmuró el muchacho. Tan agotado estaba por el apabullante calor que no parecía tener ganas ni de respirar.
-Dazai, ¿podemos salir y hablar un minuto?
-¿Fuera? -Se quejó-. Hace demasiado calor, no quiero.
-Dazai...
El idealista frunció tanto el ceño que sus cejas formaron una V perfecta. Con una mano agitaba amenazante su libreta. Ya bastante le había costado armarse de valor para dar aquel paso. Nada se interpondría, ni siquiera la naturaleza perezosa del ex mafioso.
Ante tal intimidante mirada, Dazai no pudo hacer más que tragar saliva. Chuuya en modo corrupción no le imponía tanto. Su sonrisita petulante se llenó de tintes nerviosos, antes de ceder y levantarse para seguir al rubio fuera del local. Cuando se hallaron "a solas" en la transitada calle, Kunikida empezó a sentirse ansioso de nuevo. No entendía por qué. ¡Se estaba comportando como un maldito prepúber enamorado! Y vale que la parte del enamoramiento la tuviese, pero él ya había dejado atrás aquella asquerosa etapa en la que estás lleno de espinillas y las hormonas tiran de ti en todas las direcciones y juegan contigo como les da la gana.
Y por si fuera poco, a eso se le sumaba la enorme frustración. Osamu parecía tan condenadamente tranquilo y alegre como siempre, a pesar de que pudiera ser esto o no verdad. ¿Cómo lo hacía? ¿Qué grupo de teatro frecuentaba o a qué clases de interpretación había ido? ¿Tenía un grado en Artes Escénicas acaso? ¿O es que simplemente no había ningún papel que representar porque no había sentimientos que esconder?
-¿Qué querías decirme?
Doppo se obligó a mirar a su compañero a los ojos en cuanto escuchó aquella pregunta pronunciada en tono sosegado. Estaba imperturbable y sereno, perfectamente calmado. En sus finos labios dibujaba una sonrisa que el rubio no sabía muy bien cómo describir. Dudaba de si esa dulce y discreta inclinación en sus comisuras le daba la vida o si sus ganas casi famélicas de besarlo lo mataban. La cuestión del "ser o no ser" se quedaba corta en comparación a sus incógnitas. Ya le gustaría a él haberlo tenido tan fácil como Hamlet.
-¿Tendrías una cita conmigo? -Soltó, como si le tirase un jarrón lleno de agua helada a la cara.
-Em... sabes que puedes venir a mi casa cuando quieras, ¿verdad? No hace falta ser tan formal.
-No me refiero a eso. Hablo de tener una cita como personas normales.
-Pero no somos personas normales.
-Ya sabes a dónde quiero ir a parar. El próximo sábado tenemos el día libre. Sal conmigo, paseemos, cenemos algo... hagamos lo que se hace en una cita.
-¿Hablas en serio? ¿Quieres verme fuera del trabajo y no para tener sexo?
-Mi vida no se basa en querer acostarme contigo. ¿Tan raro te parece que quiera disfrutar de tu compañía sin una cama y un condón de por medio?
-Pues sí, bastante.
-¿En qué estima te tienes, Dazai?
-En una muy baja, aunque creo que eso ya te lo imaginabas. -Con las manos escondidas en los bolsillos del pantalón y manteniendo indolente su sonrisa,Osamu aceptó-. Está bien. ¿Nos vemos el sábado a las seis?
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Cómo conquistar a un suicida [Kunikidazai] [BSD fanfic yaoi]
Fanfiction¿Eres un profesor de matemáticas que está locamente enamorado de un adorable suicida y no sabes qué hacer? ¿Te tiras de los pelos hasta deshacerte la coleta porque vuestra relación no va ni para atrás ni para delante? ¿Quieres gritarle lo que siente...