Epílogo: ¿Sabes? Ese suicida estaba loquito por ti

2.7K 324 68
                                    

Dazai se despertó tarde a la mañana siguiente, bastante tarde. Sin embargo, Kunikida aún seguía en el mundo de los sueños cuando él abrió los ojos. El moreno sonrió, contemplando a su durmiente amante. Aquella había sido, sin lugar a dudas, la mejor noche de toda su corta y triste existencia. Se sentía renovado, querido y en perfectas condiciones. Era maravilloso. Estaba seguro de no haber disfrutado nunca tanto como la velada anterior. Lo que tienen los matices a la hora del sexo, pensó.

Raudo y hábil, Osamu se escabulló de la prisión en la que había descansado tras caer casi inconsciente, esa que conformaban los fuertes y cálidos brazos de su, ahora, pareja. El suicida se vistió con una de las camisas del más alto, sonrojándose levemente. Siempre había querido hacer aquello, ponerse la prenda negra que le llegaba por los muslos y escondía parte de sus manos, viéndose envuelto por el aroma a celulosa y tinta que impregnaba la piel y la ropa del otro detective. Con ese feliz pensamiento en mente, tomó su móvil y salió fuera del cuarto, todo esto sin despertar a Doppo. Una vez fuera, llamó a Naomi. La becaria no tardó más de cinco segundos en contestar a su llamada, inevitablemente ilusionada. Estaba tan o más eufórica que él.

-¿Qué tal ha ido, Dazai-san?

-Todo según el plan. Creo que estamos saliendo.

-¿Crees?

-Vale, lo estamos. -Incapaz de contenerse, Dazai esbozó una enorme sonrisa, propia del idiota enamorado que era-. Dile a Yosano-sensei que por fin ha funcionado.

-Eso está hecho. Creo que Akiko dará saltos cuando lo sepa. Kunikida-san lograba desesperarla.

-Normal, me desesperaba hasta a mí.

-Seguramente, tu caso fue el peor. -La adolescente dejó escapar una risita contenida-. ¿Cómo reaccionará Kunikida-san al saber que en realidad te estábamos ayudando a ti?

-Lo que no sepa, no le hará daño. -Bromeó el suicida-. En fin, muchas gracias a las dos, no sé que hubiera hecho sin vosotras.

-Arreglártelas, y lo sabes.

-Pero hubiese sido menos divertido.

-Fijo. En fin, ha sido todo un placer, Dazai-san.

Tras esa corta pero contundente conversación en la que la alegría del ex mafioso fue más que obvia, Osamu costó la llamada y volvió al cuarto del rubio, tan feliz como un niño pequeño que acaba de aprender a reír. Dejó su móvil apagado para que nadie los molestara y, preso de la curiosidad y una inquietud natural derivada de la hiperactividad que solía fingir, se puso a ojear las estanterías de Kunikida. Todos sus libros hablaban de matemáticas, todos. Los que no eran de texto eran novelas que de una u otra forma tenían algo que ver con números. Parecía seriamente obsesionado por el tema. Aunque él no era quién para reprochar nada, no siendo su biblioteca la llena de obras de estrategia y de escritos de filósofos franceses.

-¿Alguno de mis libros es de tu agrado? -Cuestionó un adormilado Doppo. Dazai se encontró a sí mismo sorprendiéndose al constatar algo que no se esperaba. El despertar del idealista era increíblemente cariñoso. Incluso de erótico podría tildarse. Al fin y al cabo, no debía ni quería ignorar los besos con los que llenaba su mejilla y su cuello. Y, a pesar de estarlo abrazando por la espalda, esas manos y esas caricias tenían unas claras intenciones traviesas.

-Siendo sincero, prefiero otra clase de géneros. Aunque debo admitir que Las matemáticas de la vida -habló, en referencia al libro que sujetaba entre sus manos, ese que había tomado al azar-, suena mucho más interesante e incomprensible que muchos de los títulos que hay en mi casa.

-Quizá lo sea, o quizá no. Pero si quieres comprenderlo, siempre puedo darte una clase de matemáticas.

-¿Ahora te ponen los roles en la cama? ¿Qué quieres, que te llame profesor?

Kunikida no respondió instantáneamente. Su adormilado cerebro le dio vueltas por unos momentos a la tentadora propuesta del suicida, pero prefirió dejarla para otro día. En vez de contestar, optó por hacer que se diese la vuelta y robarle un intenso beso en los labios que los dejó sin respiración. Si les preguntasen, ambos jurarían que felicidad era exactamente lo que estaban haciendo en ese momento: descubrir todos los tipos de besos que el contrario pudiese darles y los mil gustos de estos. Porque sus bocas sabían a mañana y a despertar, pero luego esa esencia se intercambiaría con la del café recién hecho y, más tarde, con la del dentífrico de menta. Y así hasta el infinito, hasta encontrar y jugar con todas las posibilidades del contrario, haciendo que una única mañana mutase en una vida en la que aprender a convivir y sobrevivir juntos.

-Y dime, Dazai, ¿qué te apetece desayunar?

Nota de la autora:
Muchas gracias a todos los que habéis gastado un poquito de vuestro tiempo leyendo este fic. Quizá (dependiendo de la aceptación de la historia), haya una segunda parte en algún momento, del mismo estilo que esta. Ah, y si os ha gustado este fanfic, no dejéis de pasaros por Cómo conquistar a tu crush, de mi querida AlbafikaCinderella, un divertidísimo FukuRanpo inspirado en esta historia. Nos leemos.

Ekaterina Kurae

Cómo conquistar a un suicida [Kunikidazai] [BSD fanfic yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora