Capítulo 2: ¿Por qué quieres ayudarme?

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–Ya no quiero estar aquí

–Yo tampoco. –Sonreí con los ojos inundados en lágrimas –. Pero debo luchar, debemos ser fuertes -pestañé para controlar las lágrimas que estaban a punto de salir.

–No creo ser fuerte tanto tiempo, he aguantado todo, toda la vida, estoy cansada, estoy harta de todo, ya no quiero estar aquí. –la miré y le recogí sobre la oreja el cabello que caía sobre su rostro.

–Déjame ayudarte...

NARRA CAROLINE:

Miré al chico, me tomaba de la mano y no me dejaba ir… sus ojos me demostraban calidez, cariño, se notaba que él también había sufrido.

– ¿Por qué quieres ayudarme? –Dije.

–Porque sé que aunque las cosas estén mal debes enfrentarlas, tú eres la solución y el tropiezo de tus problemas, en ti está si quieres que tu vida cambié. Puedes hacerlo. –me sonrió y asentí. Él me tomó por la cintura para ayudarme a pasar del otro lado del barandal y me abrazó, empecé a llorar porque en verdad quería hacerlo, pero él tenía razón; yo soy la solución de mis problemas…

NARRA VIC:

La chica me sonrió y asentí ligeramente con la cabeza, la ayude a pasar del otro lado del barandal y la abracé lo más fuerte que pude cuando empezó a llorar. La tranquilicé y la invité a cenar algo para que se sintiera mejor y así fue, acepto y fuimos a cenar pizza a un restaurante.

No deje de verla en todo ese tiempo, ella tenía algo… algo especial que hacía que me pusiera como loco, que me comportara como todo un idiota descontrolado.

Pagué la cuenta después de acabar de cenar y salimos del restaurante caminando hacia la cuadra siguiente, ya que por ahí había dejado el auto estacionado.

–Gracias por todo –me dijo al cabo de unos segundos de haber salido del restaurante.

–Por nada, ¿quieres que te lleve a ver a tu madre? –pregunté dudoso. Ella suspiró cansada y cerró los ojos para tratar de no llorar.

–No, no quiero estar ahí cuando pase lo que tenga que pasar… –la miré a los ojos deteniendo el paso.

–Tienes que estar con ella –negó con la cabeza –ella te necesita.

–Lo sé, es sólo que… me duele verla en el estado en que se encuentra, es demasiado para mí –suspiré.

–Sé que debe ser duro, pero tú eres fuerte, hay que tener esperanzas. Tienes que estar con ella aun en los momentos más difíciles –me hundí en hombros.

–Está bien.

Nos adentramos en mi auto y me dio la dirección del hospital en que estaba su madre.

– ¿Cómo te llamas? –le pregunté apartando un poco la vista del camino para poder contemplarla a ella. Me dio la impresión de que me veía como un idiota ante ella.

–Caroline…  –dijo sin mirarme.

–Bonito nombre… –me mordí la lengua.

– ¿Y tú? –volvió a verme y nos miramos por unos segundos.

–Me llamo Víctor, pero todos me dicen Vic –sonreí, hundiéndome en hombros.

–Está bien, Vic –sonrió y aparte la vista de ella ya que me miraba tan fijamente que empecé a sentirme nervioso.

Estacioné el auto y subimos por el ascensor hasta el piso catorce en la habitación 209, era… el piso de cáncer terminal…

Vi a Caroline entrar con cautela y se acercó a la señora que sin duda era su madre, se sentó en un sofá reclinable que estaba cerca de la camilla y le tomó la mano a su madre y la besó.

La señora no se despertó, ni siquiera se movía; se veía pálida, tenía los parpados y el contorno de los ojos hinchados y las mejillas regordetas. Tenía muy poco cabello… a decir verdad se veía muy mal, aquella vez fue la primera vez que vi a una persona en tan malas condiciones.

Yo me quedé en la entrada, recargándome en el marco de la puerta.

 –Perdón mamá…  –Caroline empezó a sollozar y di unos pasos hacia ella, pero dude en acercarme más y me quedé unos segundos mirándola –No sé qué me pasa… tengo miedo… mamá –la miró a la cara, pero la señora estaba tan dormida por el tratamiento que no respondía y Caroline se estaba tensando y lloraba cada vez más fuerte. Se me formó un nudo en la garganta y tragué saliva provocando que me doliera más y los ojos se me inundaran –No me dejes… –me acerqué a ella y le tomé del brazo, me volvió a ver… sus ojos, su mirada era más triste que hace un rato en el callejón. Estaban hinchados y rojos, al igual que su nariz y sus mejillas.

–Tranquila… –fue lo único que pude decir.

– ¿Quién coño eres tú? –gritó una voz por detrás de mí.

NARRA CAROLINE:

Entendí que yo era la solución de mis problemas y se podría decir que recapacité. El chico me ayudo a pasar del otro lado del puente y por alguna razón desconocida para mí, lo abracé y me eché a llorar en su regazo.

Me ayudó a tranquilizarme y después de un rato me invitó a cenar algo, acepté cansada y me llevó a comer pizza.

Algo que pude notar es que el chico no me quitó la mirada de encima en toda la cena, y me sentí nerviosa ya que ni siquiera disimulaba estarme viendo.

Al salir le di las gracias, tenía que ir a ver a mi madre, quería despedirme de ella, porque aunque me dolía en toda el alma, sabía que si no lo hacía en ese momento, después sería demasiado tarde, pero no quería ir, no quería verla en ese estado, me dolía tanto verla tirada en una cama sin poder hacer nada. 

–Por nada, ¿quieres que te lleve a ver a tu madre? –me preguntó, suspiré cansada y cerré los ojos para no llorar, ya que sentía que el dolor en el pecho venía de vuelta.

–No, no quiero estar ahí cuando pase lo que tenga que pasar… –Él detuvo el paso.

–Tienes que estar con ella –negué ligeramente con la cabeza –. Ella te necesita.

–Lo sé, es sólo que… me duele verla en el estado en que se encuentra, es demasiado para mí –suspiró.

–Sé que debe ser duro, pero tú eres fuerte, hay que tener esperanzas. Tienes que estar con ella aun en los momentos más difíciles –Se hundió en hombros.

–Está bien. –Dije sin ánimos.

Entramos en su auto y le di la dirección del hospital.

– ¿Cómo te llamas? –me preguntó a medio camino, y miré por el rabillo del ojo que estaba mirándome nuevamente.

–Caroline…  –dije sin mirarlo.

–Bonito nombre…

– ¿Y tú? –pregunté mirándolo esta vez.

–Me llamo Víctor, pero todos me dicen Vic –sonrió, hundiéndose de hombros y lo miré divertida.

–Está bien, Vic –dejó de mirarme.

Estacionó el auto y entramos en el elevador, Vic detrás de mí.

Entré en la habitación donde estaba mi madre, para mi suerte no había nadie, sólo ella… Sarah…

Me senté a su lado y la tomé de la mano, le brindé un pequeño beso en esta y la sostuve con cuidado y cariño. Me era inevitable verla y no empezar a llorar. Tenía tanto miedo…

Se veía más pálida que en la tarde, se veía peor, no se movía, apenas respiraba por si sola. Sus ojos estaban tan hinchados y demostraban que ella estaba triste.

Miré a Vic, no había entrado, me sentí mejor así.

–Perdón mamá…  –empecé a llorar –. No sé qué me pasa… tengo miedo… mamá –la miré a la cara –. No me dejes… –Vic se acercó a mí y sentí su mano tocar mi hombro. Lo miré a los ojos y suspiré agotada.

-Tranquila… –me dijo.

– ¿Quién coño eres tú? –>>No, no, ¿por qué otra vez él? << -Pensé y me puse de pie frente a Vic, interponiéndome en el camino de mi padre...

Holas, ¿la sigo? -n-

Hold on till may / Vic FuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora