Pie de limón

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Gumball no de tomo a bien, el hecho de que Marceline haya terminado con su prima, es más, se llevó a Bonnibel ignorando a Marshall lee.

Desde ese día en adelante, Gumball ignora a Marshall lee, hasta llegó a lanzarle miradas asesinas. Habiendo transcurrido una semana, Marshall lee llegó al nivel de la desesperación, necesitaba a su chicle, el chico de cabellos rosas con olor a crema pastelera, con aquellos trajes ridículamente gay's, con aquella voz excesivamente dulce y ojos brillantes cual luceros. Debía volver sentirlo entre sus brazos, o su cabeza explotaría.

Solo quedaba una cosa por hacer.

De una patada derribó –si, derribó, no abrió, sino la derribó– la puerta de madera que lleva al interior de la casa de Marceline. Aunque su mueca de enojó pasó a una combinación de ascó y sorpresa. Si antes la casa de Marceline era desagradable a la vista, ahora debería llamar a salubridad para que de llevará a la azabache a prisión. Había montañas de basura cubiertas de restos de comidas por todos lados y casi no se veía el suelo, en el techó hay comida pegada de un asqueroso tono verde y gris mientras moscas revoloteaban alrededor, miró de reojo la entrada que llevaba a la cocina, se podía ver platos sucios amontonados en el lavaplatos y parte del horno incluso con restos de comida, pero lo más asqueroso era ver a Marceline echada en el sofá, con solo una franelilla cubierta de manchas de salsa y restos de frituras, sosteniendo su preciado bajo mientras miraba la televisión. Su cabello negro estaba mucho mas alborotado de lo normal llegando a tener nudos que se ven a kilómetros, su cara estaba cubierta de migas de comida y bajo sus ojos dos sacos de ojeras profundas de un terrible color violeta casi llegando a negro. Marshall lee tuvo que tapar su boca para no vomitar cuando un horrendo olor se coló por su nariz y boca, casi asfixiándolo

— ¡Marceline! — gritó con su mano cubrió su boca, la azabache gira su cabeza lentamente

— ... Que bueno que llegas — su brazo se levantó con dificultad, mientras su dedo índice apunta a un rincón donde ahí, lo que al parecer de Marshall lee es, una bolsa de carne amarilla —, así alguien sacará a Jake —

El rostros de Marshall palidece ¿Jake? ¿La mascota de Finn?, trago en seco mientras rogaba porque el perro estuviera en buena condiciones. Pero no, el animal estaba echado sobre un montón de basura, una bandada de mosca lo rodeaban y apenas se movía...

Marshall se horrorizó, si Finn se llegase a enterar que Jake murió al cuidado de Marceline... Oh demonios. Corrió a socorrer al animal qué, por ahora, seguía vivo e un pulso débil. Lo levantó con cuidado y miró a Marceline con desaprobación

— Das ascó — dijo dirigiéndose a la salida, Marceline murmuró un inaudible "lo sé..." si despegar su vista de la tv

Marshall llevó a Jake al veterinario, ahí se dio cuenta que Marceline no le ayudaría a resolver su problema. Debería hacerlo solo. Aunque si algo quieres que salga bien, es mejor hacerlo tu mismo.

Pasemos a casa de Gumball, el cuál estaba tirado boca abajo en su sofá soltando gruñidos bajos.

[Bonnibebe: si quieres ver a Marshall, no tengo problemas

Él y su hermana son idiotas Bonnibel
✔✔

B

onnibebe: pero tu lo amas... Así como yo a Marceline...]

Esos mensajes le traían una tremenda rabia, porque era verdad.

Tuvo que dejar sus quejas, para levantarse a atender la puerta.

Se trataba de su vecino, Starchy, que le pidió azúcar.

— A si, un joven lo busca abajo —

Gumball entrecerro los ojos, suspiro sabiendo que al bajar los cuatros pisos, pasar por el pasillo principal y abrir la puerta de vidrio que lo llevaba fuera de su departamento. Encontraría a Marshall, lo que no esperó es que le tendiera una bolsa plástica

— ¿Y esto? — dijo sin tomarla

— Pie de limón — ese era uno de los pocos dulces que Marshall adoraba, Gumball observó la bolsa

— Odió el pie de limón — y a su vez, uno de los pocos Dulces que Gumball detestaba

— ¡Como sea! Debes escucharme —

— No hay de que hablar Marshall —

— Si, si hay. No puedes evitarme solo porqué mi hermana es una imbécil —

— ¿Como no sé que me intentaras lastimar, así como Marceline a Bonnibel? Tu y ella son igual de imbéciles —

— Gumball entiende, no estoy jugando yo de verdad... — mordió su labio inferior con duda, la ceja de Gumball se levanta —, yo de verdad... De verdad... No me hagas decirlo frente a esa niña — Gumball giró su cabeza, una chica castaña los observa con atención aún cuando un azabache la jalaba para llevársela regañándola por ser tan impertinente. Gumball regreso su vista a Marshall y se cruza de brazos

— Di lo que tengas de decir, o me largó —

Marshall abrió su boca y la volvió a cerrar, giró sus ojos. Se preparó mentalmente respirando miles de veces.

— Yo te amo ¿si? — 

Gumball se impresionó, sus mejillas se pintan de rojo al igual que las de Marshall.

— ... Con un "me gustas, webon" me hubiese conformado, pero esto es mejor — sonríe de lado aún con las mejillas rojas. El también ama a Marshall

Cake - [Marshall Lee × Gumball Week]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora