Lo observaba caminar detrás de él. Un paso tan tranquilo, que ni te creerías que acababa de escapar de la prisión.
Tiré de los costados de mi chaqueta y me puse la capucha del abrigo azúl sobre mi cabello enmarañado.
—¿Qué haz hecho, Frank? —Pregunté.
—Te he besado para que creyeran que éramos una pareja. Lo siento si te molestó...—Contestó en total confusión con lo que había preguntado—En realidad no, tú siempre me besas cuando quieres. Era mi turno, ¿no? Y dime... ¿Qué tal estuve, eh? ¿Qué tal soy dando la iniciativa?
—En realidad...—Bien, estuvo muy bien—Yo me refería a qué le hiciste a los tipos aquellos, ya sabes, salimos corriendo...
—Ah. Sí. Les he robado dinero, no estaban por darse cuenta hasta que, sí se dieron y no tuve otra que retirarme a la mierda.
—¿Dices que contamos con dinero ahora mismo?
—Setecientos billetes.—Contestó. Me arrimé al borde de la calle, queriendo huir por un momento de su inquietante presencia, y levanté mi mano en señal de solicitar el servicio del taxi que se aproximaba por la desierta avenida.
El vehículo paró y abrí la puerta, me adentré primero y Frank luego. Los dos nos hicimos de lado hacia la ventana, al parecer teníamos un pensamiento mutuo sobre que no se veían tanto nuestros rostros y que la poca iluminación del coche ayudaba.
—¿Para dónde nos vamos? —Preguntó el hombre mirando a través de los cristales de sus anteojos al espejo, intentando conectar de algún modo a mis ojos.
—Vamos a pretty bitch.—Tan solo con oír el nombre, el señor en un intento de lucir disimulado elevó las cejas, se acomodó el marco de los anteojos y apretó el manubrio para junto con su vista en el camino comenzar a conducir.
Lo bueno de haber atravezado dos ciudades en el transcurso de la caótica noche, era que justo habíamos parado en una de las que más conocía.
...
—¿Entonces esto es un puterío? ¿Donde hay putas?—Preguntó admirando las paredes rojas y terciopeladas de la recepción.
—¿La palabra no te lo dice, Frank?—Pregunté. Él tan solo siguió mirando por aquí y allá como si estuviera impresionado, o por la contraria, el lugar no le agradara. Nunca se podrá saber.
—Buenas noches, chicos.—Nos dijo una chica allí, podía jurar que su cabello era dorado y su rostro pálido. La también luz roja no me dejaba distinguirla del todo bien.—¿Cuántas van a querer?
—Una y una habitación, por favor.
—¿Preferencia?
—La que sea.
Giré en mis tobillos en dirección a Frank, le extendí la palma y al entender el gesto me otorgó el dinero. La chica nos entregó una llave con un número y dos condones. Cuando entramos a la habitación, le pasé uno a Frank para molestarlo, pero no le causó gracia.
—Gerard, ¿por qué se te ocurrió venir justamente a un prostíbulo? Mira, yo entiendo que tal vez estés confundido y...
—Espera.—Interrumpí—¡Espera, espera! ¿Creíste que, en medio de una fuga tendría ganas de tener sexo porque creo que soy...?—Entreabrí un poco mi boca, indignado—Creí que tú eras el inteligente. Piensa, si nos están buscando, ¿crees que éste sería el primer lugar en el que pensarán que estamos?

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2.Free Now [Frerard] ✔
Fanfiction[LIBRO 2/3] Gerard y Frank ahora se encuentran dentro de una realidad pintada del azúl y rojo de las patrullas. Sus vidas ahora transcurren con una velocidad imposible de disminuir, sin un lugar específico al que llamar hogar y transitando distintos...