#8.

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Abrí mis ojos y despejé mi cuerpo, mi cuello estaba duro a causa del incómodo asiento.

—Frank... Frank despierta.—Dije con una voz terrible, a la vez que movía su hombro.

Se removió en su lugar y dio un débil berrinche inconsciente, no quería levantarse, siempre batallaba cuando alguien lo despertaba. Aquello me agradaba.

Abrió también sus ojos y miró a través del cristal del auto, sus ojos se enfocaron con el sol y parecieron, incluso, más claros, más luminosos. Como si aquél par fueran brillantes lámparas, las únicas que podrían iluminar mi camino.

En la mañana, cuando Frank lucía su esencia más natural, era cuando me gustaba observarlo.

—Luces bien.—Dije, sonriendo apenas.

—Estoy horrible.—Confesó—En cambio a ti, el negro te sienta genial.

Me hundí de hombros y toqué mi cabello, cuyo color rojo ya no existía. Pero me había visto obligado a tintarlo por cuestiones de aspecto, en cambio Frank se había dejado crecer el cabello junto a la barba, lo que no le había costado trabajo.

—Es como si volviera a mi etapa de adolescente enojado, muy fuck the system.

Frank rió por el comentario y giró la llave del auto, en cuanto estaba por impulsar el cambio, puse mi mano sobre la suya para detenerlo. Me miró, curioso.

—Puedo conducir yo por un rato.—Sugerí. Él aceptó e intercambiamos los asientos.

Comencé a conducir a través de esa ciudad desierta.

—Estás consciente de lo que haremos hoy, ¿verdad?—Preguntó desde su lugar, aún inseguro.

—Saldremos del país, sí, ya sé. ¿Qué con eso?

—Tan solo decía, es un viaje largo, y cuando lleguemos a México...

—Me encantaría que vivamos juntos.—Completé.

Él asintió, y ya no dijo más nada, permitiendo que el viaje transcurra en silencio.

Mi vida, nuestras vidas, iban muy rápido. Si miro sobre mi hombro, aún estaba encerrado, sin ninguna esperanza. Pensando que moriría al primer momento de intentar rehacer mi vida.

Doblé a la derecha, evitando la carretera y en su lugar metiéndome por un camino estrecho de tierra que pronto nos dejó por otro deshabitado asfalto.

El viaje sería muy largo.

Pero buscábamos comenzar de cero.

No sé cuántas horas conducí, tal vez tres, no podía tomar en cuenta el tiempo apropiadamente cuando todo lo que llevaba haciéndolo era lo mismo, como si diera fuera en círculos, encontrándome con el mismo pobre asfalto solitario y desgastado que solo me guiaba derecho. Por el retrovisor divisé a un auto negro detrás nuestro, no me alarmé, pero sí me intrigué de adónde estarían yendo.

Pero no era mi asunto siempre y cuando no fuera una patrulla.

Miré una vez más el espejo, el auto tomaba velocidad. Apreté un poco el acelerador a la vez que miré a mi costado, para encontrarme con Frank durmiendo nuevamente.

Oía el sonido del motor, la calle perdía su forma, intentaba llegar a la punta rápido. Nuevamente observé el espejo retrovisor y una mano salía por una de las ventanillas, señalando que esperara. ¿Me creía tan idiota?

—¡Frank! ¡Frank!—Lo llamé—¡Despierta, rápido!

—¿Qué... Pasa?

—Creo que nos están siguiendo, mira atrás.—Dije, apuntando el cristal trasero. Frank giró en su asiento y observó.—¿El auto negro aún sigue ahí?

—Sí, y quiere que paremos. Ve más rápido, Gerard.

Aumenté más la velocidad. Pronto sentí un fuerte estallido y sentí las pequeñas piezas de vidrio rozar mi rostro y esparcirse por todo el coche.

—¡Se están acercando, Gerard!

Giré el manubrio y me adentré otra vez a la calle de tierra, esperando lograr perder a quien nos seguía por alguna razón.  Tal vez eran policías en un coche indiscreto, a lo mejor eran personas que nos reconocieron y querían entregarnos o tal vez no eran nadie, pero mejor no arriesgarse.

Aunque en el caso de que no fueran nadie, eso de huir sería de todos modos muy sospechoso. Pero, ¿nadie nos dispararía porque sí? Golpeé el centro del volante por los miles de reprochantes pensamientos, generando que la bocina sonara y me asusté. Qué idiota.

—¿Siguen atrás?—Pregunté.

—Creo que no, ya no los veo. Se levantó mucha tierra en el aire y no puedo ver mucho.

Un sonido de un motor rugiente, que no era el nuestro, nuevamente se hizo oír detrás nuestro. Me maldecí por haber disminuido la velocidad, pero el lugar era bastante estrecho.

Definitivamente estaban detrás nuestro otra vez. Pero ésta vez mucho más cerca, y me fue imposible tomar distancia del auto de nuevo. Si volteaba, podía ver a las dos personas dentro del auto que nos seguían.

Y también me fue imposible evitar que se pusieran a nuestra par en el camino y que volcaran su auto a un costado, golpeando el nuestro y haciéndonos chocar contra uno de los árboles. Haciéndome dormir.

2.Free Now  [Frerard] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora