Las ruedas de la motocicleta, luego de a mi parecer un muy largo viaje, nos dejaron frente a un hotelucho de los barrios bajos cuyo nombre me llamaban la atención. Hotel Bella Muerte.
Dejó el transporte detrás del corto edificio y prosiguió a caminar hasta llegar a la puerta. Ya dentro, invirtió lo que quedaba de dinero en la habitación con la estadía de solo una noche y algunas horas de la mañana.
No había ventanas, las paredes daban un ambiente depresivo junto a sus desgastada pintura, y la pobre cucheta con suerte estaba limpia.
Me quedé viendo, en silencio, los alrededores de la habitación sin poder observar mucho, realmente. Detrás de mí oí como Frank cerraba la puerta con llave.
Y como si de una telenstraportación se tratara, Frank se encontraba detrás de mí, rozando con sus dedos mis caderas. Me volteé por el inoportuno tacto, no me la esperaba.
Violentamente se acercó a mis labios, para capturar las palabras que estaba por decir en los suyos, condenándolas al silencio en un bello abismo. Sus manos que aún seguían en mis lados, fueron delicadamente subiendo y poco a poco, retirando el abrigo de mi cuerpo. Mi corazón comenzó a latir como si fuera un arma, disparando sin parar.
Con su pecho fue empujándome hacia atrás, haciéndome dar pasos en reversa en lo que él los daba hacia adelante. Sin dejar ni un segundo mis labios.
Caímos en el delgado colchón, el impacto contra mi espalda fue casi indoloro porque la suavidad de los dedos de Frank alrededor de mi torso me producía algo tan misteriosamente fuerte que casi no pude sentirlo.
No hace falta decir en qué momento ambos quedamos expuestos al cuerpo del otro, rozando piel contra piel, porque mi cabeza ni siquiera podía recordarlo.
Frank separó nuestras bocas y aún encima de mí, con simpleza me miró. Tal vez, preguntando algo a través de su mirada avellana. Sus labios ahora rojos estaban encorvados a un lado, su gesto no se deshacía. Hizo su cabeza de lado, mostrándome de costado a su oído. Realmente esperando a que dijera algo.
-No lo sé. Yo no sé mucho de esto, tú eres el marica.-Contesté finalmente. No lo había dicho del todo cuerdo. Mi cuerpo se encontraba experimentando tantas cosas, que mi sentido común quedaba fuera del juego.
Creí, por un momento, que se molestaría conmigo y tendría que matarlo antes de que él intentara matarme a mí primero. Pero no fue así, en cambio, su sonrisa se ensanchó.
-Tal vez, tienes una muy mala idea del término, Gerard...-Contestó. Se separó un poco y golpeó un poco un costado mío, para que me volteara. Mi corazón disparó a todos lados de nuevo.
Una vez que él decidió unirnos en su, a lo mejor, pacto de amor, quedé expuesto a un mar de sensaciones nuevas, en mi cuerpo y corazón. Mis oídos canturreaban de alegría cada vez que se acercaba a ellos para susurrarme una y otra vez lo mismo, aquellas palabras que no voy a poder olvidar.
Sentía como que el camino hacia casa era él, cuando antes no había lugar al que darle ése nombre. Ya no me sentía en la oscuridad, en el eterno pecado, sintiendo las futuras llamas en píes. Era como si reviviera a mi rendido corazón en cada uno de sus movimientos, como si me diera vida.
No tuve noción del tiempo de cuánto tiempo lo hicimos, pareció una eternidad, pero luego pareció nada cuando se acostó a mi lado, otra vez observándome y yo a él.
Y así, en un pacífico silencio, perdidos en la eternidad de nuestras miradas casi iguales, caímos dormidos.
Eres mi hogar, Frank Iero...
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2.Free Now [Frerard] ✔
Fanfiction[LIBRO 2/3] Gerard y Frank ahora se encuentran dentro de una realidad pintada del azúl y rojo de las patrullas. Sus vidas ahora transcurren con una velocidad imposible de disminuir, sin un lugar específico al que llamar hogar y transitando distintos...