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Movía mis pies debajo de las cobijas tratando de calentar mis piernas, pasó un tiempo y no noté cuando mis ojos se habían cerrado sumiéndome en la oscuridad. Sentí que pasaron horas y el cuerpo me dolía por estar acostada tanto tiempo .

Me levante y aún seguía sintiendo frío, no soportaba tanto frío, así que salí al patio aprovechando que el sol ya había salido. Me acorde que no había almorzado por lo que entré a la cocina para ver que podía preparar de almorzar, sentí una punzada en la cabeza y un recuerdo apareció en mi cabeza de cuando mi novio me regañaba por almorzar demasiado tarde.- Mierda.- Corrí a mi cuarto a buscar mi celular para mandarle un mensaje,  pero no lo encontraba por ningún lado.  Camine al cuarto de mis papás para preguntarle a mamá  si lo había visto, pero ella no estaba, subí al cuarto de mi hermana para preguntarle a ella, pero tampoco estaba. Todo era tan extraño, mi hermana siempre me avisaba cuando salía, incluso cuando solo iba a la tienda.

No había nadie en casa y yo no encontraba mi celular para poder llamar a papá o a mamá, ni siquiera para chatear con mi novio, seguro se ha enojado porque no le he contestado los WhatsApp.

Frustrada camine hacia el  patio trasero  y subí a la azotea, eso hacia cada vez que estaba enojada o frustrada para no desquitarme con mi familia o romper algo.

Estuve ahí unos minutos hasta que vi que mi familia, excepto mi hermano mayor venían hacia la casa. Espere hasta que se dieran cuenta de que no estaba en casa  y comenzaran a gritar que bajara de la azotea como siempre lo hacían.

Pasaron 10 minutos y aun no se daban cuenta, me aburrí y baje.

LeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora