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Mi hermana soltó el aire que había estado sosteniendo y le pidió que pasara. Caminaron hasta la cocina y yo detrás de ellos.-Buenas tardes.- Saludo mi novio en cuanto entro a la cocina.

-Buenas tardes James siéntate por favor.- Dijo mi padre con voz tranquila.

-¿Pasó algo?.-Preguntó James a la vez que se sentaba junto a papá.

-James. Lea está...- Mi padre hizo una pausa para tomar aire y después volvió a hablar.- Ella está desaparecida desde anoche,  nadie sabe nada de ella. La policía  ya la está buscando así que me gustaría que nos dijeras si sabes algo de ella o, saber si se pelearon para que ella saliera de casa. Algo que nos pueda ayudar a encontrarla..- James se quedó en silencio unos segundos y después habló.

-No, no peleamos. Anoche estuvimos platicando y después le dije que ya me iría a dormir y eso fue todo. Hoy por la mañana no me contesto los mensajes y pensé que me estaba ignorando.

Todos se quedaron en silencio. Comenzaba a odiar ese maldito silencio, a pesar de que antes me quejaba de que eran muy ruidosos.

Mis padres le contaron todo lo que sabían a James y el se comprometió a ayudar a buscarme por todos lados.

Mi familia continuo haciendo lo cotidiano, limpiar, preparar la comida. 

Mi hermano se tuvo que marchar a la universidad, mi hermana y mis padres fueron a la sala a ver televisión, aunque en realidad no le estaban poniendo atención, la mirada de mis padres se encontraba en cualquier parte menos en la televisión. Yo sin poder hacer nada, me senté junto a mi papá acurrucándome con él. Su piel siempre estaba caliente pero esta vez no la sentía así, no lograba mantenerme con calor ni siquiera estando con mi papá.

Pasaron alrededor de 35 minutos y mis padres se veían cansados, pero no se movían ni siquiera para ir a dormir.

-Deberían ir a dormir y descansar.- Hablo mi hermana levantándose del sillón.

Mi mamá negó  con la cabeza.- Tenemos que esperar por si tienen noticias sobre Lea.

Mi hermana no dijo nada y subió a su habitación. Todo era tan aburrido.

Después de un rato, mis papás se habían quedado dormidos con la televisón encendida. Me levanté y la apagué, me dirigí a la ventana y como siempre; nunca había nadie en la calle.

Mire a mis padres detrás de mi, me acerque a ellos y le di un beso en la mejilla a cada uno, como cada vez que salía o me iba a dormir.

LeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora