Tres

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EL GOLPE

Odio este día. Sabía que no tenía que despertar de mi pasional sueño con la comida. ¡Oh taco, hasta nuca!

—Sal estúpida, no entiendes que me puedes costar la cita por esto — Thais aporrea la puesta del baño de mi casa.

A lo lejos escucho como mi madre pregunta que pasa y la loca de Thais pidiéndole si tiene la llave de mi baño. ¡Claro que la tiene! Aun la conserva después del "incidente".

Piensa, Laia, piensa

No, estamos perdidas, no hay forma de negarnos.

No. de alguna forma puedo escapar.

Si claro, si estas dispuesta a tener una pierna rota y el hombro dislocado, aventémonos de la ventana del baño.

—Ahora si— ¡demonios! ¿Por qué nunca me doy cuenta de las cosas hasta que ya pasaron?

Ohm... quizá... ¿Por qué te pones a divagar?

No me ayudas...

—Vamos, toda vía me falta maquillarte, además tu mama ya te quiere ver y faltan como veinte minutos para que vengan a buscarnos—me jala por el brazo arrastras porque no quiero caminar.

— ¡Oh!—hago lo que mejor se hacer; pucheros. — No quiero así vestida, parece me interesa en verdad el tipo, cuando en realidad ni lo conozco. —Vira los ojos— ¿Qué clase de mejor amiga eres? Se supone que tienes que evitar que salga con tipos que no conozco, no que tú me lleves a ellos —le recrimino, me volteo hacia mi mamá que esta parada en la puerta—y tu— la señalo — ¿Qué clase de madre eres? ¿Por qué no me castigas y me prohíbes salir? Contaba con tu castigo para poder rechazar la cita.

—Ya te dije que no me importa lo que digas, yo no voy a ser la causante de que plantes a nadie. —Flashes me atacan los ojos.

— ¿Por qué?—la miro seria o lo mas que puedo.

—Porque a mí no me gustaría que a ti te dejaran plantada sin avisar con una buena explicación — ¿Qué clase de mamá tengo?

— ¡Owwn! Quedaste hermosa y haciendo pucheros te ves tierna—exclama Thais como si yo fuera un cachorro.

— ¡Deja de tomarme fotos!—le recrimino— Soy una maquina letal, no algo tierno como un cachorro. —Me planto seria y con los brazos cruzados por encima de mi pecho.

—Sí, sí, como digas máquina de matar—ash, así no se puede mundo. Como se supone que voy a adquirir respeto si hacen conmigo lo que quieren.

—No entiendo porque haces tanto drama si te ves hermosa con ese vestido.

Y es medianamente cierto. Me veo bien con el vestido, pero el problema es que hacía bastante tiempo que no me vestía con estampados de flores o cosas tan coloridas. Mi antiguo guardarropa consistía en camisas negras, beige, blancas y grises, estampadas con alguna frase, logo o sin nada. Jeans negros, grises y deslavados. Tenis, unos pares de chanclas y unas pantuflas.

Ahora en cabio, tengo más ropa que tiempo vivido. Tengo tantas cosas nuevas que ni si quiera me he animado a sacarlo todo. Y eso que en tres días de compras —ustedes ya saben quién— me ahogó con ellas. Me vi obligada a sacar una parte porque mágicamente todas mis blusas habían desaparecido de los cajones y ganchos de mi closet y aparecieron en bolsas negras afuera de mi casa. Solo una pude salvar de aquella tragedia.

—Pues... es que ya paso mucho tiempo desde que... tu sabes... me visto con tantos colores. No es por el vestido, en serio, es hermoso, creo que más bien soy yo.

TRAVESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora