Seis (II)

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  UN MONTÓN DE ENREDOS  

Al día siguiente tenía una resaca terrible, me dolía horrores el cuerpo y desperté en una recamara, que claro, no era la mía y tampoco era la de huéspedes que solía utilizar.

Me toqué desesperada pensando que no traería ropa, pero ¡Oh sorpresa! Tenía puesto el pijama que me solía prestar Renata. Algo estaba mal, realmente mal y no era sólo por la ropa, el lugar o la persona junto a mi, sino por aquel mal sabor de boca que sentía.

De a poco me trate de levantar, más sin embargo un tacto cálido me hizo girar la cabeza sobre mi hombro para encontrarme con la somnolienta cara de Joel diciéndome

—¡Hey! ¿Por qué te vas tan temprano?— mientras se frotaba el ojo izquierdo con su otra mano.

Lo sé, lo sé. Es extremadamente increíble el como pase de estar con unos grandiosos acompañantes Alemanes a estar con él hermano de mi amiga, o mejor dicho a mi viejo amigo Joel.

—Bueno, creo que es obvio, que como sonámbula he de haber bajado a comer o al baño, no lo sé, y cuando traté de regresar a la habitación me equivoqué de puerta y dormí aquí el resto del tiempo — Explicaba mientras me giraba completamente hacia él y me acomodaba en mi clásica pose de indio.

Alzó las manos al aire, en mi dirección en lo que dijo — para tu carro loca ¿Es que acaso no lo recuerdas? Tú pasaste aquí toda la noche, además de que es cierto que eres sonámbula y te comiste todo mi pastel, por cierto me debes ochenta libras que fue lo que costó el pastel. Además de que dormiste aquí conmigo muy plácidamente.

Y sí, este es el momento en el que todo se pone raro, confuso y un poco incómodo. Todo en ese exacto orden.

— A ver — dice sobándose la cabeza levemente después de mi mini ataque de ansiedad provocado por el saber que dormimos juntos, pero yo sin recordar nada de lo que pasó — calma, dime qué recuerdas y a partir de ahí te explico lo demás.

—Solo recuerdo estarla pasando de lo más lindo con Alaric, estábamos bailando en la pista y creo que es todo. Lo demás lo tengo en blanco. — Me tocó la cabeza sintiendo un dolor punzante y un mareo repentino.

—Bueno, lo que pasó es que estabas en la pista, pasada ya algo pasada de copas, pero el tipo se veía que estaba más consciente, de pronto te quiso besar...

— Ajá, y ¿qué más? — lo cuestiono mirándolo con los ojos entrecerrados.

Empezó a hablar en susurros y todo pegado al decirlo, tanto que tuve que decirle —¿Quieres por favor repetir eso más alto? — y de nuevo lo dijo entre dientes, por lo que sin avisarle me le tiré encima, lo agarre de ambos lados de la cara y ya estando el debajo de mi suplicando que dejara en paz su "nonpareil", al fin logré que lo dijera

— Me interpuse entre ustedes para que no te besara y me besó a mi en la mejilla — Me quedé un poco paralizada pero conseguí decirle — ¿Eres gay? Porque creo que ya en algún momento habíamos tenido esta plática y estoy más que segura que ya teníamos cerrado el tema.

—Laia ¿Porque estas en el cuarto de...?

Bueno, ahora que lo pongo en retrospectiva, si parecía que estaba sucediendo algo más entre nosotros, porque vamos, entra Mara y nos ve; yo arriba de su abdomen —en el pijama que es tremendamente inhumano llamarlo pijama, pues solo es un minúsculo pedazo de tela cortada en color verde agua —, el tomándome de la cintura y todo a nuestro alrededor estaba como el paso del huracán Katrina, todo revuelto y sin saber en dónde terminaba la catástrofe.

Luego de eso lo que pasó fue que Mara se fue echando chispas, a Joel no le importó y siguió hablando conmigo, yo me sentí mal y todos terminaron por enterarse ya que la mejor opción fue dormir todos en casa de Renata y Joel.

TRAVESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora