Cinco

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EL CONCURSO


Buenos días alumnos de Stowe School, el anuncio de hoy es para comunicarles que los resultados de los parciales ya se encuentran en la pizarra del pasillo central y además recordarles también que ya pueden adquirir sus boletos para la graduación en el salón de usos múltiples o en el teatro, esperamos tengan una excelente semana...

—Pues si, como te decía, no llegué a la primera hora con Marsh por el tráfico y traigo la blusa empapada de licuado de plátano

—¡Ay Thais! Si ya sabes que te odia por ser floja y por tener el mejor promedio, no sé qué le haces al tonto. Vas a venir a matar al pobre hombre, y apiádate de él. ¿No ves que ya es un hombre mayor? Estoy casi segura que si se mueren de un infarto no dudarán en culparte.

—¡Pero yo qué! No es mi problema, yo hago lo que se me plazca, además de que el dijo que sí no queríamos llegar temprano no importaba porque lo que en realidad valía era el examen, los trabajos y los temas completos.

—No hay remedio contigo. Oye, al rato vamos a la librería de siempre, es que quiero un buen frappé y ver si ya tienen el libro que encargué el mes pasado.

—Sí, por ahí aprovecho a ver a Lucas y ver si ya se animará o todavía no. ¿Tu crees que en verdad me quiera, o sólo le hace al cuento?

—Pues no lo sé a ciencia cierta, soy tu mejor amiga, no la de él y además no sé, todavía como que tiene algo que no me gusta.

—¡Cielos! No empieces otra vez...

—Ok. Me tengo que ir, tengo clase con Labrinth y tengo que entregar un trabajo, mándame mensaje si en dos horas puedes llegar aquí o si tengo que pasar a tu escuela.

Corto la llamada y guardo el teléfono en la bolsa blanca escondida de mi vestido que al igual que la funda de mi celular es blanca con puntos negros.

Es un día tan caluroso, pero el clima aquí es tan cambiante y tan caprichoso como un bebé mimado, así que nunca te puedes fiar de que de verdad haga calor todo el día o qué solo llueva, por lo que la mejor forma de salir vestido es con lo que te plazca la gana, que normalmente es lo que yo hago.

No me quejo o trato de no hacerlo, mantengo un buen promedio después de que pasé por una muy mala racha en la que no podía salir, creía que era estúpida y que yo no tenía que estar en este lugar porque solo era un sucio juego del destino, para demostrarle que sí podía ser más miserable.

—Buen día señores, por motivos de fuerza mayor, lamentablemente para ustedes, me tengo que retirar, pero no sé preocupen, para que no sientan que trabajaron en balde, póngame es esta caja sus trabajos. Vuelvo en 5 minutos y después se pueden retirar.

Bueno, tal parece que voy a poder darme un buen desayuno para reponer fuerzas. Pero a quién engaño, voy a volver a desayunar, es mi deporte preferido y con años de práctica, me colocan en el primer puesto del podio.

—Oye Laia, la maestra Alma te busca, dice que la veas en el teatro en quince minutos.

—¿Amira sabes que es lo que quiere?— le pregunto a mi compañera

—No, pero escuche que necesita ayuda para algo.

Mmm... y para que querría la maestra nuestra ayuda?

Oh vaya, sigues ahí conciencia, creí que ya te habías ido.

¿Y como me voy a ir si somos una?

Pues no lo sé, como ya llevabas tiempo sin tus reflexiones estúpidas, pensé que te habías desconectado de una buena vez.

No cariño. Yo siempre estaré aquí aunque no quieras.

Durante el tiempo que iba discutiendo conmigo misma sobre las estupideces que digo/hago, llegó al teatro como me dijo mi compañera, para saber que quiere la maestra de danza, no es como que me sorprenda tanto, ya que desde hace algún tiempo la veo en clases privadas para aprender otros bailes. No soy mala, eso creo, pero si me gusta bailar para relajarme.

Le toco el hombro a aquella alta, rubia y estilizada maestra que se encuentra de pie en frente a un televisor con leotardos y mayas lista para ponerse a bailar en cualquier instante.

—Maestra...

—Dot

—Vamos maestra, ya le he dicho que mejor me diga Laia

—Y yo que amo tu segundo nombre, pero no estás aquí para discutir eso, estás aquí para que te hable de una super propuesta que estoy segura que dirás que sí— me dice con una enorme sonrisa y unos ojos soñadores — Quiero que bailes en el concurso "danza conmigo", este año lo está patrocinando Evans Cortell quien es dueño y fundador de empresas Cortell, pero lo importante es que este año dará cinco millones de libras esterlinas al primer lugar, además de un viaje todo pagado a Bora Bora durante dos semanas completas.

A ver. Un momento. Evans Cortell es un gran empresario, es conocido por sus múltiples inversiones en todo tipo de empresa, por lo que entiendo y se supone, es como un gurú de inversiones.

El concurso "baila conmigo" es conocido por la primera fase en la que concursan cientos de personas con una pareja y si eres ganadora pasas a la siguiente fase que es bailar con el patrocinador en un concurso internacional de parejas famosas, por eso casi siempre los que patrocinan el concurso son grandes bailarines con recursos multimillonarios. Todos los años veo en la televisión el concurso y se ve tan genial desde la sala de estar de mi comodo hogar, aunque ahora sin embargo, la gran idea de mi maestra, que concurse, no es para nada genial. En primer lugar porque no tengo pareja, en segundo porque con mi fama, haré el ridículo y en tercero porque es imposible que logre ganar.

—No Alma, creo que es una muy mala idea lo que me sugiere y... — espero pacientemente que mi cara de preocupación la haga entrar en razón.

—No Laia, te veo bailar y se que podrías hacerlo. Tienes ganas, potencial y lo más importante, amor a lo que haces, aunque no te salga bien a la primera. — ¿Quiere que llore?

—Esto... es que ...

—Oye, mírame— me alza la cara y me toma las manos— vamos a intentarlo, se que podrías hacerlo, además ya tengo tu solicitud hecha, solo falta que me digas que sí.

Laia, sólo son unos bailes, no es como si te fueran a degollar por eso, además, ten pantalones. Vamos, sólo veinte segundos de valor.

—Esta bien, pero necesito una pareja.

—Oh, por eso no te preocupes que en cinco minutos llega— me dijo mirando el enorme reloj que colgaba arriba de los espejos que adornaban el salón donde solía tomar las clases y ahora, donde ensayaria la coreografía.

—Sabía que aceptaría ¿Verdad?— le pregunté riéndome por lo bajo.

—Algo así. Siendo completamente sincera, esperaba que opusieras más resistencia, hasta incluso pensé en hostigarte en clases de manera muy sutil.— me contestó muy risueña.

Estaba claro que era lo suficientemente miedosa como para pensar en meterme en algo así, pero, ahora quería intentarlo, no solo por la maestra, sino porque quería cambiar algunas cosas en mi y tal vez tratar de llenar un hueco que hacía tiempo sentía en mí interior.

Pues bien, mi compañero de baile resultó ser un gran bailarín, por el otro lado lo más importante es que, es nada más ni menos que Gabriel, el doctor con quién saldré pasado mañana en una cita. Es extraño como de alguna manera todas las personas estamos conectadas.

TRAVESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora