"Dios, Dios, Dios. ¡Quiero salir de aqui!"
Caminé rápidamente a la puerta de la mansión. Tan pronto como posé mi mano en la manilla de la puerta, sentí una mano en la cintura, me tensé y miré por encima de mi hombro derecho.
- ¿Pero que demo...? - No alcancé a terminas la frase, porque en seguida supe de quién se trataba. - Daniel. Saca tu mano de mí, si no quieres que te parta la madre. - Dije entre dientes. Estaba cabreada, estaba furiosa.
- Hey, hey, hey. - Dijo el pelirrojo de ojos verdes, levantando sus manos inoscentemente. - Vamos Lot, no te pongas así conmigo.
- ¿Qué no me ponga así? - Dije, suspiré contando hasta diez, y nuevamente hablé. - Daniel, sabes que vamos a una misión casi suicida dentro de poco. ¿Y quieres que no me ponga así? ¡Por favor!
- Si, me enteré. - Cambió su expresión, ahora era serio. - Pero por algo nos encargó esto Neal, él confía en nosotros, además ¿Sabes cuánto ganaremos a cambio? ¡Es una cantidad enorme!
- Pero ¿A cambio de qué? ¿Te has puesto a pensar en todo lo que puede ocurrir? - Estaba perdiendo el control. - Pues yo sí Daniel. Ahora, si no quieres que corte tu "hermosa" cara con esto. - Dije mientras sacaba un cuchillo notablemente filoso. - Quítate.
- Perdona Charlotte, pero necesito hablar contigo sobre "nuestra" misión. - Dijo serio, mientras me agarraba con más fuerza.
- ¿De qué quieres hablar, Daniel? - Dije resignada. "No dejes que esto te haga perder tu "Cara de póquer"
- Es que... - Dijo rascándose la nuca. - La misión...
- ¿La misión qué?
- La misión es mañana.
- ¿Neal ha perdido la cabeza? - Solté de una sola vez - Pues si se me permite decir... ¡Yo creo que ya perdió todo el puto juicio!
- Lottie ya cállate y escúchame. - Suspiré, rodando lo ojos, y nuevamente lo miré seria incitándolo a seguir hablando. - Bien. Necesito que vengas conmigo a la sala de conferencias.
- Bien. ¿Y para qué? - Dije ahora más calmada.
- Todos los Midnight Murderers estan allí. Tenemos que hablar.
Ya resignada asentí, y dejé que me guiara a la sala de conferencias que se localizaba en el ala izquierda de la mansión. Ya no quedaba más que hacer lo que se me dicía, protestar ya no servía para nada.
Claramente nadie aquí tenía uso de razón.
Cuando Daniel me dejó pasar a la sala de conferencias, vi la larga mesa de vidrio que se situaba en medio de la sala acompañada por una larga fila de sillas de madera negra. Allí habían cuatro personas en total.
Jade Black estaba apollada en una pared con los brazos cruzados, sin emitir ningún sonido. Una chica de diecisiete años menuda y pequeña, poseía un cabello largo y azabache amarrado en una cola, sus ojos tenían gris y verde a la vez, poseía una mirada gélida al igual que todos allí presentes. Era una de las asesinas más jovenes de todo Crawford Company. La habilidad de Jade era ser sileciosa al moverse, no emitía ningún ruido al caminar, y se ocultaba bajo las sombras. Su arma preferida era el arco y flecha. Era implacable a la hora del tiro al blanco.
Al otro lado de la sala se encontraba Jake Hayes, el rubio carismatico, obsecionado por el veneno. Estaba sentado en el suelo, con el cabello revuelto, y una cara que demostraba lo cansado que estaba. Al parecer a él también lo habían arrastrado para venir hasta aquí.
Daniel Smith había cerrado la puerta y se ubicó en uno de los asientos de la larga mesa de conferencias. Era un pelirrojo ojiverde, de piel tersa y pálida, era alto y fornido. Su cabello iba alborotado y tenía una expresión divertida. Había cumplido los veintidos hace unos pocos meses, y era el mayor de todos los que estaban allí. Su habilidad era ser el Maestro del Disfraz. Pero a diferenciar de todos los Midnight Murderers, Daniel no tenía arma favorita, el era un experto en la lucha de cuerpo a cuerpo. Tenía grandes refejos, practicaba diversos tipos de artes marciales y había memorizado cada punto débil del ser humano.
Luego estaba yo. Charlotte Moore, dieciocho años, en uno pocos meses cumplía los diecinueve. Era de estatura media. Con cabellos rojizos, mis ojos eran marrones, dos cosas que hacían enmarcar mi piel pálida, llena de pecas molestas. Mi habilidad era la conocida "Cara de Póquer", cuando es necesario puedo hacer que las personas no sepan lo que siento o pienso y mantengo me cara neutra. Mis armas favoritas son los cuchillos o cualquier cosa que pueda cortar.
Y ahí estabamos los cuatro, todos Midnight Murderer. Nunca antes habíamos hecho algo juntos desde que empezó la organización Crawford. Puede que estemos dispuestos a luchar juntos pero ¿Nos cordinaremos bien juntos?
Ya ni siquiera quiero pensarlo.
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Midnight Murderers [Matt Bomer]
Romance[...]"- No importa cuántas veces me quites las ganas de ti, Charlotte. - Sus labios rozaban su oreja, besando su lóbulo y sonriendo al mismo tiempo. - Siempre habrán más ganas al día siguiente."