Escritora
Hombres y mujeres vestidos con atuendos similares al de ellos reían con copas en mano, el ambiente era alegre y lleno de entusiasmo tal y como se debería en un casino de Las Vegas, los habituales sonidos de máquinas de azar se hacían presentes además de las carcajadas y gritos de asombro de personas que ganaban una racha que creían perdida, gente iba y venía y ninguna señal del hombre que alguna vez fue el padre de la pelirroja.
Cada vez que veía a alguien que se parecía a él, ella se tensaba involuntariamente y Bomer se encargaba de tranquilizarla y asegurarse de que no era su padre realmente.
Rostros desconocidos lanzaban miradas a la pareja, un apuesto hombre en plena juventud y una chica pelirroja despampanante, sin duda, Matt y Charlotte eran una pareja explosiva, de esas que apenas puedes despegar ojo, llenos de gracia y jovialidad, sin duda una buena combinación.
Avanzaban recorriendo salones sin pistas de Dan Rockwood, la situación comenzaba a angustiar nuevamente a la chica, se sentía tensa y un poco mareada ante las posibilidades de encontrarlo. Sin querer recordó aquellos ojos verdes cargados de ira exigiéndole que apretara ese maldito gatillo, se estremeció inconscientemente. Dan no había sido así siempre, aún recordaba que en su infancia su padre había sido un buen hombre, que la amaba a ella y a su madre, este trabajo de mierda lo había convertido en un témpano de hielo personificado.
Y quizá a ella le esté haciendo el mismo efecto.
Seguramente ella habría llorado al recordar todo aquello, hubiera llorado si hubiera tenido más sensibilidad; pero aquello no era el caso. En cambio, tragó saliva en un intento de desenredar el nudo apretadísimo que tomaba lugar en su garganta. Camino del gancho del hombre que la acompañaba, buscando alguna pista de él.
- Qué encantador encontrarte aquí, Matt Bomer. - Una voz a sus espaldas hizo que ambos se congelaran al instante. El hombre que les hablaba tenía el cabello rubio blanco como la nieve, una expresión afilada y ojos traicioneramente verdes, Charlotte nunca antes en su vida lo había visto, pero al parecer su acompañante sabía perfectamente de quién se trataba, su musculatura se volvió hierro y sus ojos no eran más que dos icebergs. La pareja estaba alerta y lista para atacar, unas cuantas cuchillas en el escote y tres pistolas en el cuerpo y no había problema alguno, pero en su lugar, solo se dedicaron a sonreír con dulzura ambos eran descarados y este hecho no hacía más que confirmarlo. - ¿Y quién es la hermosa mujer que te acompaña? Que mala educación no presentarmela.
Una corriente escalofriante recorrió a la mujer, los impulsos asesinos la inundaban. Recordó cada noche, cada hombre que seducía, cada hombre que la miraba con los mismo ojos que aquel que estaba allí. Soltó un silbido y le sonrió al hombre.
- Soy Charlotte Moore, encantada. - Le tendió la mano. - ¿Y usted es...?
- Soy Phillip Moriarty, encantado también. - El acento del hombre se asemejaba al italiano. La miraba dubitativamente como intentando reconocer su cara. La tensión de la mujer estaba creciendo rápidamente, el miedo a ser reconocida de a poco se hacía notorio. La cara del hombre se había relajado en señal de perdón. - Disculpe por la molestia señorita, sentía que la había visto antes. Creo que solo fue un mal entendido.
- Supongo que fue así. - Lo interrumpió de repente Bomer. - ¿Y que lo trae por aquí señor Moriarty? Al parecer, su agenda apretada lo dejó respirar un momento.
La atención que estaba enfocada a la señorita Moore se dirigió a Matt nuevamente.
- Algo así. - Desvió la mirada un poco rascándose la cabeza, estaba inseguro. Su sonrisa aún estaba presente aunque más apretada y fingida que antes. - Sólo estoy aquí porque un viejo amigo me lo ha pedido.
- Está bien. - Matt le devolvió la sonrisa y se inclinó un poco más. - Si nos disculpa, nosotros vamos a ver que nos trae este lugar. Quizás lo vea en alguna partida de blackjack, o quizás un póquer si no se lo apetece. Un gusto verlo por aquí.
- Quizás nos veamos más adelante, Bomer. - Levantó una mano mientras que con la otra sacaba su celular, despidiéndose lo más rápido posible para perderse en otra habitación.
La pareja caminó unos cuantos pasos más en silencio hasta que ella habló.
- ¿Quién era...? -
- Philip Moriarty, - Su mandíbula se tensó, mientras hablaba. No quiso mirarla a los ojos. - era un hombre para el que alguna vez trabajé mientras estaba en Italia.
- Ah. - Charlotte no sabía qué más decir, así que solo se dedicó a mirar a las personas que estaban presente esa noche mientras caminaba. Distrayéndose con los vestidos de un grupo de chicas que jugaban una partida de blackjack. No quería pensar a cuantas personas de ese país habían muerto a manos de Bomer, aunque ya tenía más o menos una cifra, no quiso llevar sus pensamientos por ese camino.
Mientras la noche avanzaba, las personas se iban retirando poco a poco. La sala del blackjack solo estaba ocupada por un no pequeño grupo de personas y al parecer todos se conocían, reían frenéticamente y lanzaban bromas despiadadas a los presentes. Vasos y vasos rodeaban al grupo, ebrios sin duda. Era inevitable prestar atención a ese sector, la pareja se acercó un poco.
- Vamos Douglas, creo que esta noche no ha sido más que de relajo. - Una mujer hermosa de unos treinta años hablaba sin siquiera mirar a quien se dirigía, sus ojos estaban absortos en las cartas que les pasaban. - ¿Dónde está la verdadera diversión?
El tal Douglas nunca respondió a la mujer y el grupo siguió apostando como se hace normalmente. La mujer no se mostró molesta por la ausencia de respuesta, pero siguió sin mirar a nadie a los ojos, es más nadie del grupo se miraba a los ojos, sus hombros estaban arqueados hacia adelante en señal de miedo. La pareja estuvo más alerta.
Charlotte tragó saliva, ese comportamiento no era normal. Aquello inmediatamente lo asoció a su padre. Ella apretó el gancho de su acompañante y lo miró para advertirle sobre lo que sucedía. Ambos miraron a su alrededor e inmediatamente cayeron en cuenta que sólo estaba el extraño grupo y ellos en la sala. Intentaron reconocer algún rostro conocido que entre los que pertenecían al grupo estaba Philip igual de subordinado que el resto.
- Salgamos de aquí. - Dijo Matt en un susurro.
Caminaron hacia la salida, pero fue demasiado tarde, al rededor de cinco personas estaban en la puerta con la intención de bloquear el paso.
La habitación quedó en un silencio sepulcral que solo fue interrumpido por una carcajada.
- Mi pequeña Lottie, cuánto has crecido...
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Midnight Murderers [Matt Bomer]
Romance[...]"- No importa cuántas veces me quites las ganas de ti, Charlotte. - Sus labios rozaban su oreja, besando su lóbulo y sonriendo al mismo tiempo. - Siempre habrán más ganas al día siguiente."