Capítulo 9: Mañanas.

236 22 2
                                    

Narra Autora.

Ya habían pasado por lo menos una hora desde que ella había subido por aquellas escaleras y el silecio reinó en la sala principal. Él por su parte había hecho todas las llamadas para asegurarse que el perimetro estaba despejado, sin peligro alguno. Se sentó en el gran sofá y suspiró fuertemente, a su lado estaban las mantas que había traido Charlotte, dudó un poco pero finalmente las agarró. Respiró contra las mantas, éstas desprendía un aroma a vainillas francesas, el mismo aroma que ella desprendía. Quiza ella las había usado anteriormente, Matt sonrió ante el pensamiento y se presionó mas a las mantas. Aquel día había sido un buen día para él, había sonreido más que cualquier día en su vida; y no era una exageración, quizá sea un egocéntrico y mujeriego, pero nunca la había pasado tan bien con una mujer. Matt se estaba acurrucando contra el sillón y tapándose, listo para dormir. 

Si no fuera por el gritó que oyó en ese instante, quizá habría caido dormido al instante. 

Él corrió por las escaleras, al no conocer del todo el departamento, se demoró no poco en encontrar la habitación de donde provenían los gritos de dolor. Él estaba preocupado, pensando que la estaban matando o algo similar. Sin tocar la puerta, abrió de golpe.

- ¡Charlotte! - Gritó por la desesperación. Pero no había nadie además de ella. Gritando desconsoladamente, mientras se revolvía inquietamente en la cama; una pesadilla.

- ¡No, por favor! ¡No! - Gritaba.

Sin dudarlo se acercó a la cama en la que ella dormía, trató de inmovilizar sus muñecas pero eso fue peor. Gritó más fuerte y más lagrimas rodaron por sus mejillas.

Trató con otra cosa, quizás abrazarla estaba bien. 

Mientras pasaba sus brazos por sus caderas y la acercaba más a él, le susurraba palabras tranquilizadoras y tiernas. Charlotte ni si quiera había despertado, al parecer, era de sueño profundo. Sus gemidos habían disminuido y sus lágrimas empezaron a parar, acurrucándose inconcientemente más a él. Sin decir nada, él apartó una mano de su cadera y con ésta enjugaba sus lágrimas sin que ella lo notase si quiera. Le besó sus parpados tiernamente y su frente. La observó dormir. 

- ¿Qué tanto te atormentará, mi Visage d'ange? - Le prenguntó en un susurro triste, sin esperar respuesta alguna.

Él se había liado con bastantes mujeres, pero ninguna como ella. Qué más daba si ella estaba hecha un desatre con sus labios entreabiertos, su cara roja de tanto llorar y sus cabellos esparcidos como serpentinas por la amohada. Para él seguía hermosa como hace unas horas. Sea cual sea aquella persona que quiere evitar, sea cual sea la razón de sus pesadillas, él iba a estar allí, para limpiar los daños.

Bueno. Si es que ella se lo permite.

Así durmieron. Él observándola hata que el sueño se apoderase de él, mientras que ella dormía sin saber que estaba en esos fuertes y reconfortantes brazos. 

Protegida y a salvo.

Ambos eran un enredo de piernas y brazos, una fusión de cuerpos no del todo juntos. Pero juntos de alguna manera. 

                                                                                          ~

Al otro día, ella se despertó observando a todas partes, como si algo le faltara; pero sin saber qué. Se dio cuenta que había dormido de maravilla. Sintió que una calida brisa atravesaba su rostro y en seguida dirigió su mirada hacias la ventana. Rayos de sol atravesaban las cortinas y Matt estaba apoyado en el marco de la ventana. Cuando se levantó e iba caminando hacia él, pudo obtener una completa vista de Matt recién despierto. Cabellos revueltos, torso completamente descubierto y un vaquero ceñido a la cintura en la parte baja. Se veía más jovial, más relajado. Charlotte se le quedó observando un momento más y se descubrió a si misma sonrojándose. Él veía hacia la ciudad, perdido en el humo de su cigarrillo. 

Midnight Murderers [Matt Bomer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora