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Lentamente se quita el casco, y mis ojos se abren como platos. Un par de mechones caían con rebeldía por su frente, estaba despeinado a causa de llevar tanto rato con el casco puesto, y sus ojos verdosos se quedaron clavados en los míos. Miré su boca, mostraba una sonrisa nerviosa, y su piel morena brillaba bajo la luz de la farola que había alado del banco en el que nos encontrábamos.

- Ya me lo he quitado, ¿no vas a decir nada? - Pregunta.

- Pensaba que me estaba volviendo loca. - Digo riendo, y él ríe. - Cuando el otro día me dijiste en Majadahonda que ya nos veríamos empecé a darle vueltas, pero no sé... Esto es raro. - Digo y niego con la cabeza.

- ¿Qué te hizo relacionar al chico de la moto y al futbolista? - Pregunto extrañado.

- Tus ojos. Es que tienes unos ojos muy... - Dudé. - No sé tío, muy tuyos. - El rió y yo sonreí levemente. - ¿Por qué no querías quitarte el casco? - Pregunto.

- Un futbolista corriendo carreras ilegales... No renta mucho el plan. - Dice y sonríe.

- Visto así... - Río también. - Y... ¿Por qué solo me has dejado montar a mí? - Pregunto.

- Me gusta tu rollo. - Dice, y yo le miro sin comprender, mi rollo como el dice no tiene nada de especial, creo yo. - Se ve que eres diferente, apareces un sábado con una sudadera del Atleti, eres abierta y te gusta hablar con la gente, pero no para zorrear... Se te ve distinta. - Me dice.

- No sé qué decir, la verdad. - Digo, y río.

- No le digas a nadie quién soy... Por favor. - Me pide.

- Puedes estar tranquilo. - Le digo, y sonrío.

- Díselo a tus dos amigas, para que no se asusten y entiendan esto de llevarte a tomar por culo para hablar, pero que no digan nada... - Pide.

- Tranquilo. - Le sonrío.

- Bueno... Te llevo de vuelta, si quieres. - Me dice, y frunzo el ceño.

- ¿Tienes prisa? - Digo, y él niega. - Pues como quieras... - Digo, y me levanto.

A decir verdad, podía haber parado un poco antes si solo íbamos a hablar cinco minutos.

- Natalia - llama mi atención - es por si estás incómoda o algo... - Aclara.

- Yo estoy bien. - Digo y levanto los hombros.

- No sé, igual piensas que te voy a hacer algo, te he traído aquí, que no hay nadie, y yo qué sé, igual querías irte. - Me dice, y noto como una chispa de tristeza se enciende en sus ojos, por lo que decido sentarme de nuevo.

- No creo que me vayas a hacer nada, sino, no habría venido. - Digo obvia, sentándome con una pierna a cada lado del banco, mirando a Lucas de frente.

- Tampoco sabías quién soy. - Dice, y levanta la mirada para clavarla en mis ojos.

- Con más razón, sin saberlo he venido. - Digo, y encojo los hombros. - Me inspiras confianza. - Digo sonriendo, y él sonríe también.

- ¿Has visto hoy el partido? - Me pregunta.

- ¡Claro! - Digo con énfasis. - Menudo golazo de Griezmann, ¡madre mía! Y la pedazo asistencia de Koke... Fua, qué bien habéis estado hoy. - Termino de decir con emoción, y noto que me he pasado al ver cómo Lucas ríe.

- Lo vives muchísimo. - Dice, y yo asiento un poco avergonzada.

- Déjame adivinar... Tu jugador favorito es... - Comienza a decir, y hace una pausa. - ¡Lucas Hernández! - Dice con entusiasmo y yo comienzo a reír.

A Contracorriente || Lucas Hernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora