𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄. susurrar

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Londres, Inglaterra

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Londres, Inglaterra. 1932.

En toda su vida, Lucifer jamás había sentido tanto miedo como en aquel momento.

Los acontecimientos habían transcurrido tan rápido, que no le había dado tiempo de procesarlos correctamente y comprender que había cometido un terrible error. Un error que le podría costar su estatus social y también... su propia vida. Sólo tenía diecinueve años, en seis meses cumpliría veinte, y al ser el menor y único varón Omega de la familia Magne Morningstar, (Miguel, Zacarías y Azrael, los hermanos mayores siendo Alfas, casados e incluso con hijos por venir, y Serafina y Emma, sus hermanas de en medio, siendo una Beta y la otra Omega), había altas expectativas por que pronto se enlazara con un Alfa de alta cuna, para así beneficiarlos con más riquezas y tierras o incluso descendencia.

Pero contrario a los planes de sus superiores, terminó enamorándose perdidamente de un hombre que le ilusionó y prometió todo; era apuesto, fuerte y encantador, un príncipe azul sacado de los cuentos de hadas y libros románticos que a diario leía en la biblioteca en vez de ponerse a estudiar, fácilmente se ganó el corazón del chico con palabras endulzadas y promesas de hacerlo feliz al reclamarlo como su cónyuge, y él no dudó en permitirle que lo amara, en entregarse en cuerpo y alma cada noche que se encontraban a escondidas... sólo para que después lo abandonara, dejándole una mísera carta de despedida donde revelaba sus motivos y el por qué no podrían estar juntos, teniendo que viajar de regreso a su país natal, América, por cuestiones "personales", aunque Lucifer, aún cegado por el enamoramiento, creía que lo hizo para protegerlo de algo terrible, y que muy pronto volvería a por él, se casarían y se irían a vivir preferentemente en el campo, cerca de un lago con patos, donde sólo habría amor, felicidad y pasión todos los días.

Pobre e ingenuo. Ahora mismo no tenía a nadie presente que le protegiera.

Su cuerpo era un lío de temblores, sus ojos picaban por las lágrimas que difícilmente trataba de contener, respiraba entrecortadamente y jugueteaba con sus dedos, con los nervios de punta. Había sido convocado a la sala de estar, pobremente iluminada de no ser por la chimenea encendida y algunas velas ubicadas sobre los muebles rústicos; las flamas del fuego bailaban y se retorcían con violencia, la luz se proyectaba en el cabello rubio de Lucifer, pareciendo unos cuantos tonos más claro y suave, también remarcaba sus delicados rasgos, dándole un aspecto angelical, inocente, frágil como muñeca de porcelana. Aunque no le gustaba sentirse así.

Vulnerable... y acorralado. Lo detestaba.

Frente a él estaban sus padres y hermana Beta. A diferencia de Lucifer, el fuego contorneaba un poco más sus sombras y figuras esbeltas, que se podían confundir por unas siluetas demoníacas. Sentado en el sofá, Joseph Magne, un renombrado Alfa de negocios, estricto y duro en toda la palabra, le observaba con total seriedad. Damaris Morningstar, una hermosa y refinada Omega, se encontraba de pie junto a su esposo, con las manos cruzadas por debajo de su estómago, sumisa y callada, sin atreverse a levantar la mirada hacia su hijo. Y por último, Serafina optaba por la misma posición que su madre, sólo que ella sí mantenía su vista fija en Lucifer, gratamente preocupada. Ambas mujeres llevaban puesto pesados vestidos cerrados hasta el cuello, de color gris y zapatos con tacón cuadrado, maquilladas discretamente, junto con el largo cabello oscuro recogido, siendo la imagen de pureza y total perfección; por su parte, el jefe de la familia traía un traje de vestir negro, con el cabello rubio oscuro bien peinado hacia atrás, salpicado de algunas canas y una barba que delineaba su fuerte mandíbula. Cada facción y arruga de su rostro se mantenían tensas, mientras se frotaba la sien derecha, gesto de estar completamente cabreado.

BEATIFUL PROBLEMS ➞ APPLERADIO | RADIOAPPLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora